El proceso de reintegración es un tema que toma importancia en plenos diálogos de paz. Para las personas que vivieron el conflicto, esto incluye una vinculación a la vida civil en distintos ámbitos, desde la educación y el trabajo hasta una formación cultural a través de la cual contar su historia y sus proyecciones para el futuro.
Otoniel Romero se ha encargado de apoyar estos procesos culturales con el objetivo de incentivar la creación artística como vía de superación del conflicto. Su trabajo con la Agencia Colombiana para la Reintegración ha consistido en apoyar y guiar a los desmovilizados en distintas actividades de este tipo.
Plaza Capital habló con Romero respecto a la importancia de la formación artística para los reintegrados, el trabajo que se ha realizado con ellos y la necesidad de crear más muestras culturales de este tipo que permitan conocer la realidad del conflicto en Colombia.
Plaza Capital: ¿Cómo vivió usted el conflicto?
Otoniel Romero: Yo viví el conflicto de muchas formas. Me formé con las pandillas de Cali, de ese grupo de niños que crecieron conmigo, murieron todos, menos mi hermano y yo. Después, como actor, por el tipo de teatro que producíamos, mi casa fue allanada por el comando de inteligencia B-2 del Ejército Nacional y fui hecho prisionero y torturado. Más adelante, con mi trabajo, empecé a interactuar con niños de la calle y ahora estoy trabajando con los reintegrados. Desde que tengo conciencia, he vivido la guerra.
P.C: ¿Qué tipo de teatro era el que producían?
O.R: Yo hacía parte del Movimiento del Nuevo Teatro Colombiano, ahora se llama Corporación Colombiana de Teatro. Es un teatro que siempre se ha hecho la pregunta sobre la identidad nacional y busca no solo que el público se divierta, sino que reflexione sobre la realidad del conflicto en Colombia, para pensar un país distinto.
P.C: ¿Y allí comenzó su trabajo con los reintegrados?
O.R: No, empezó cuando estaba haciendo un proyecto de maestría en la universidad en Cali analizando la estética de la guerra y por pura casualidad, porque un amigo me invitó, terminé colaborando en el proceso de desmovilización de las AUC. Estaba detrás de la guerra, la encontré y llegué a Bogotá. Aquí me uní al Programa de Reincorporación a la Vida Civil, en 2004, y luego empecé a trabajar con la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR).
P.C: ¿Cómo es la experiencia de trabajar con la ACR?
O.R: Es una misión de vida. La ACR creó una nueva profesión, los reintegradores, que son todos esos profesionales en distintos ámbitos que acompañan el proceso de vinculación social del desmovilizado. Eso es lo que somos, y ha sido muy importante para mi vida como artista, porque le ha dado un nuevo sentido a mi profesión.
P.C: ¿Cuál era la imagen que tenía de los reintegrados antes de trabajar con ellos?
O.R: Yo hablaba de ellos sin conocerlos. Los paramilitares y guerrilleros me generaban miedo, a todos en general nos generan miedo, por las acciones que realizaron. Pero cuando los conozco, los humanizo, y me doy cuenta que son personas que están en la guerra por muchos motivos, como la ausencia del Estado y la falta de oportunidades. Ellos también son víctimas de la violencia, aunque nada, absolutamente nada justifica los actos que cometieron.
P.C: La vinculación a la vida civil es un proceso largo para los reintegrados, ¿cuál cree que es el aporte de las actividades artísticas durante esta transición?
O.R: Estas actividades son muy importantes, porque el arte se utiliza como una forma de educar, como una estrategia para acercarse al otro, para generar diálogo. Esa naturaleza permite que en estos espacios de la guerra y la reconciliación se tiendan puentes para que se reconozca al otro, para que se conozcan sus historias, para que sea visto como un ser humano. La guerra deshumaniza, en cambio, la reconciliación a través del arte humaniza al otro, posibilita que sea escuchado.
P.C: ¿Y cómo son estas experiencias artísticas para los reintegrados?
O.R: La experiencia es maravillosa, pero al comienzo no es fácil para ellos y les genera miedo porque es algo desconocido. No saben a qué se enfrentan, como este es un proceso de transición, les toma tiempo poder contar sus historias y poder ponerlas en escena.
P.C: ¿Cómo se les dan a conocer estos proyectos a ellos?, ¿participan de forma voluntaria?
O.R: A cada reintegrador se le asigna un desmovilizado con el cual se construye un plan de trabajo llamado “La ruta de la reintegración”, que incluye distintas dimensiones que debe cumplir para completar su vinculación a la vida civil como la educativa, la profesional o la artística. Nosotros en la ACR los postulamos en las distintas propuestas culturales según el trabajo que hemos realizado con ellos y con sus familias.
Más adelante, si quieren postularse voluntariamente pueden hacerlo, entre más personas se vinculen, mejor. En esta exposición de “Frente al otro”, por ejemplo, trabajamos en conjunto con el Banco de la República y creamos algunos criterios de selección, como a quiénes les gusta la pintura o el dibujo, o quiénes querían contar su historia a través del arte. Hubo personas que se unieron voluntariamente al proyecto, y aquí está plasmada su experiencia.
P.C: A propósito de la exposición “Frente al otro”, en la cual trece artistas se reunieron con desmovilizados para contar su historia a través del arte, ¿este proyecto estuvo destinado solo para los reintegrados?, ¿otras personas participaron en este?
O.R: Este proyecto fue muy interesante porque al comienzo se formuló solo para las personas en proceso de reintegración, pero cuando se realizó en las ciudades se abrió para sus familias y para la comunidad, pues nos pareció importante que hicieran parte no solo los desmovilizados, sino las víctimas y las personas de su entorno, para ponerlos a conversar, conocerse y respetarse el uno al otro, desde el dibujo.
P.C: La exposición tuvo mucho reconocimiento a nivel nacional, incluso se extendió su duración debido a la participación que tuvo, ¿cuál cree que es la importancia de que los colombianos conozcan la historia de los reintegrados?
O.R: Es muy importante para las víctimas saber quién fue el victimario, quién fue el que les hizo daño. Así es en Colombia, para nosotros es fundamental conocer quiénes están detrás del conflicto y nos damos cuenta de que estas personas no son extraños, son personas con sus propias historias.
Esto nos lleva a la reconciliación, que es un proceso que construimos entre todos. Tenemos que dejar de hablar de victimarios y de víctimas, sino reconocerlos como personas del conflicto, ese es el primer paso para la reconciliación. El arte permite esto, estos espacios facilitan esa interacción con el otro.
P.C: A pesar del éxito de la exposición “Frente al otro”, muchas personas afirman que no conocen ni de la Agencia Colombiana para la Reintegración ni de las actividades artísticas que esta realiza, ¿Cómo cree que podría mejorar esta situación?
O.R: Aquí nos falta mucho. En este caso, el Banco utilizó todas sus estrategias para dar a conocer esta exposición y quizás por ello es que tuvo éxito. Desde la ACR trabajamos para darnos a conocer a través de nuestros documentos, de la prensa y de nuestra área de comunicaciones. Por ahora buscamos aliados e impulsamos el voz a voz pero ese es uno de los puntos que tenemos que fortalecer en este proceso, sobre todo con lo que se nos viene ahora con el posconflicto, la Agencia tiene que darse a conocer.
P.C: Hablando del posconflicto, ¿cómo sería el trabajo de la ACR si se llegase a firmar un acuerdo de paz?, ¿cambiaría el proceso?
O.R: Eso no lo sabemos aún, todavía queda mucho por decidir en La Habana. Lo único que puedo decir es que la ACR se comprometería a trabajar con todos aquellos que ingresen al proceso de reintegración, y claro, esto implica realizar más actividades artísticas y culturales, pero por ahora, toca esperar a ver qué sucede.
Camila Granados
Plaza Capital