No se escuchaba ni una voz en el teatro Colón, solamente pasos sobre la tarima. Los músicos estaban en el escenario. Era sábado y todos ellos vestían de traje formal. Entonces, con la atención puesta en la primera figura del primer compás, los arcos frotaron las cuerdas y el timbal resonó, reviviendo la obertura de la clásica ópera ‘Lucio Sila’.
Era el último día del ‘Bogotá es Mozart’, y por segunda vez, la capital presentaba su Festival Internacional de Música. Allí, a espalda de los de los clarinetes, estaba el percusionista Guillermo Ospina con un gesto de suma concentración. Sus ojos oscuros pasaban con avidez sobre la partitura, mientras sus manos sujetaban las baquetas con firmeza.
Alrededor de 1000 personas se presentan a las audiciones de la FJC, pero sólo 100 son aceptados, aproximadamente.
Pero minutos antes salir a escena, este percusionista era quien alentaba y hacía recomendaciones a los demás músicos de la Filarmónica Joven de Colombia. “A pesar de sólo tener 26 años, la experiencia profesional de Guillermo es enorme”, afirma Elkin Ortega, uno de sus compañeros de sección.
En esa mañana, el instrumento que Ospina ejecutaría eran los timbales, también conocido por muchos como “el segundo director”. En sus manos estaba el pulso, el volumen y el cuerpo de la orquesta. “Estoy seguro que a Guillermo no lo han cambiado todavía porque no ha habido alguien lo suficientemente preparado para el cargo”, declara Elkin.
A pesar de la presión y la responsabilidad, Guillermo sabe manejar sus nervios. Nunca le han traicionado, ni siquiera cuando tocó junto a la reconocida orquesta europea Mahler Chamber en el Festival de Música de Cartagena o en los escenarios de Durmont, Alemania, un par de semanas atrás.
Dicha experiencia con la Mahler Chamber fue enriquecedora. Allí se encontró con un cuerpo orquestal reducido; el protagonismo de cada músico era mayor, al igual que la exigencia. “Musicalmente y personalmente son grandiosos. Durante la pieza, ellos se miraban y sonreían, haciendo de su música un juego muy divertido pero también muy profesional”, recuerda.
La Filarmónica joven ejecutaba la obertura con éxito, pero la magia fue interrumpida. Desde el ala derecha del teatro, comenzó a sonar una alarma de celular. En seguida una mujer se puso de pie y cruzó entre su fila de sillas, distrayendo a los demás espectadores. En los rostros de algunos presentes, así como en el de Guillermo, era notable la incomodidad y el disgusto.
Para él, el público latinoamericano no está tan familiarizado todavía con el respeto al silencio y al músico. “Aquí la cultura general todavía no incluye al concierto clásico. La gente no puede pensar que esto es lo mismo que Rock al Parque”. En ese aspecto, él confiesa preferir los escenarios europeos.
Ya atrás el imprevisto, el concierto continuó. La siguiente pieza era el Concierto para flauta No. 1 en Sol Mayor, donde el invitado colombiano Gabriel Ahumado demostró su virtuosismo técnico. Guillermo y la mayoría de los jóvenes en el escenario ya habían oído del flautista, pues es el cofundador de la Academia Internacional de Flauta de Colombia.
La oportunidad que la Filarmónica Joven ofrece a sus integrantes de interactuar con profesionales de talla internacional ha sido decisiva. Por ejemplo, el joven manizaleño Daniel Castañeda que, con sólo 4 años de experiencia musical, ha perfeccionado su percusión gracias a la ayuda de Guillermo. “En él yo tengo un maestro-amigo; me enseña, pero también charlamos y nos reímos”, afirma.
Guillero, Elkin y Daniel se conocen desde hace dos años por la FJC
El trabajo de Guillermo no para ahí. “Hago parte de un dúo de violín y marimba con mi novia y de un ensamble de percusión llamado Wankara”. Junto a ellos ha tenido presentaciones en grandes salas como el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo y Compensar.
Mientras interpretaban el Concierto para Flauta, los músicos no salían de su asombro. La ejecución de Ahumado causó que en el cuerpo de la orquesta fueran y vinieran las miradas. Ospina, desde el fondo del escenario, sonreía mientras escuchaba con atención. Gabriel ha dominado su instrumento de forma tal que hoy en día es docente en el conservatorio de Feldkirch, Austria.
Para terminar la sesión de música estaba la Sinfonía No. 25 en Sol menor. En total fue una hora de sobresaltos en figuras musicales. El II Festival Internacional de música de Bogotá ya estaba llegando a su final. Ahora sólo quedaba espacio en el Teatro Colón para que el trío invitado de violín, chelo y piano cerrara la jornada.
Hoy, la idea original de la Filarmónica Joven de Colombia como proyecto social es clara para Guillermo; ha participado desde su comienzo en el 2010, presenciando el paso hacia la madurez profesional de varios músicos. La mayoría de sus participantes han creado fuertes amistades alrededor de la música, pues ella es “todo un lenguaje universal”, comenta Ospina.