El primer impacto al llegar es el de la magnitud del acampe, hileras interminables de carpas de camping donde malvivían familias enteras sin mayor asistencia que las de los voluntarios independientes o de agrupaciones voluntarias, con algunas carpas de asistencia como las de Médicos Sin Fronteras, y poco más.
El día a día de los refugiados consistía en ver el tiempo pasar y esperar la hora en las que se repartían las diferentes comidas, comidas que casi nunca satisfacían el hambre de todos, que esperaban, en algún momento, que se abriera la frontera para seguir su trayecto hacia países europeos, algo que nunca sucedió. Posteriormente, todos fueron reubicados en campamentos o campos de refugiados griegos, muchos de ellos militarizados, otros inmigrantes con menos suerte, fueron deportados a sus países de origen o regresaron a Turquía, por decisión propia ante la impotencia de no poder hacer sus sueños realidad.
En el calor agobiante bajo el plástico de las carpas...
Contra lo que se puede suponer en un aglomeramiento de esta envergadura y bajo condiciones traumáticas, el clima general que se vivía era de armonía, con escasas situaciones de maltrato o intolerancia entre ellos, aunque en algún momento hubiera tensiones. En general, existía un respeto hacia los voluntarios extranjeros, que no padecían robos, ni altercados en este campo improvisado en medio de la nada, aunque el ánimo reinante fuera de desesperanza y resignación.
Los que conocemos en los medios occidentales como refugiados, son personas que huyeron de sus hogares sin opción de elección a ser más que inmigrantes en busca de refugio. O se quedaban en su país de origen y eran víctimas del ISIS, o los reclutaban en el ejército. De hecho, muchos vieron asesinar a miembros de su familia, y la mayoría aún tienen familiares en Siria, en Iraq o Afganistán, entre otros muchos países que se encuentran en conflicto como Libia. El costo de las mafias para traficar con personas es muy alto, en algunas casos solo podían costear el de un solo miembro de la familia, para después ayudar al resto.
Nadie se va de su casa por voluntad propia
Es remarcable la convivencia en el campamento de personas de diferentes estratos socio-culturales, había profesionales con cargos jerárquicos, profesores universitarios y campesinos.
Personalmente, me impactó de modo muy desgarrador el de muchas madres de bebés recién nacidos (hubo muchos nacimientos dentro del campamento) que querían regalar a sus hijos para evitarles un destino de desgracias. La presencia de personas tanto adultas como niños, con diferentes discapacidades físicas (amputados, paralíticos, parálisis cerebral...), sumado a los impedimentos en esas condiciones precarias, me hacían pensar en cómo habrán llegado de Siria al campamento, atravesando el mar en botes 'ilegales' para afrontar un sinfín de adversidades y peligros.
La enorme presencia infantil llamaba la atención porque, aunque obviamente, eran conscientes de la situación, mantenían la candidez típica de su edad, jugando entre ellos, agradeciendo cada caramelo, cada globo, o simplemente la compañía que se les ofrecía.
En particular creo que lo que más necesitaban las personas era que simplemente se les dedicara un tiempo para escucharlas, tan solo para sentarse a hablar, siempre que se podía sortear las barreras del idioma y compartir un té para charlar... simplemente para compartir. En mi percepción, creo que lo que más valoraban era salir de la masa anónima de "refugiados, de rostros sin nombres, ni historias personales". Sentían que al compartir un rato volvían a SER personas.
Y cuando los niños dibujaban, reflejaban los muertos en el agua, los tanques asesinando, la mamá que quedó en Siria, los bombardeos en el cielo...
Ante la incertidumbre, muchos decidían pagar a las mafias que la mayoría de las veces los robaba, o si lograban cruzar a otros países fuera de Grecia, que era padeciendo todo tipo de penurias, cruzando ríos caudalosos, campos a través, más el miedo constante de ser detenidos... Eran muchos los que se iban, y a los pocos días, ya estaban de vuelta, porque no habían logrado vencer los obstáculos o fueron abandonados, después de ser estafados por las mafias que trafican con personas en fronteras.
Estas fotogalería se la dedicamos a todos los que vivieron aquellos momentos de incertidumbre, muchos consiguieron el asilo en Europa, otros quedaron varados en Grecia durante años, y a los que fueron deportados o se devolvieron voluntariamente a sus países de origen en guerra. Hacemos este homenaje en el día Mundial del Refugiado, que este año, se celebra este 20 de junio.
Araz Hadjan