Son 1176 alumnos nuevos los que ingresaron a la universidad en el segundo semestre de 2017. Una cifra que según Julián Barrera, representante del consejo estudiantil de la Escuela de Ciencias Humanas, se compone de 1026 estudiantes matriculados y aproximadamente 150 personas más que se afiliaron a la institución. Así, existen alrededor de 10.865 estudiantes entre pregrado, maestrías, especializaciones, doctorados y casos especiales. Para el 2016, ingresaron casi 1202 alumnos nuevos solo en el claustro, datos que se encuentran en el boletín informativo que se presenta en la página principal de la universidad.
Según las estadísticas entregadas por la subdirección de Hábitat de la Sindicatura en el 2016, la universidad opera con 135.547 metros cuadrados, hay 42 laboratorios, 192 aulas de clase y 7801 asientos en aulas. Las comparaciones estadísticas reflejan la problemática: 7801 asientos para 10.612 estudiantes, solo en pregrado, y apenas 12 aulas de cómputo y cuatro auditorios para las actividades académicas. Claro está que las clases en la universidad no son simultáneas y los ajustes de horario y rotación de clases hacen posible estudiar sin tener problemas de sillas, según el arquitecto Iván Piñeros, encargado de la jefatura de planeación y gestión del campus de la Universidad del Rosario.
Piñeros proporcionó a Plaza Capital un archivo que contiene la información sobre los metros cuadrados que hay por cada estudiante en la universidad. Se espera que cada uno tenga un aproximado de 13.7 metros cuadrados, lo óptimo para poder convivir y estudiar según las metas que se propone la institución. Claro está que la cifra para la Quinta de Mutis y la Sede Norte cambian, 15.4 y 13.4 respectivamente.
Aunque estas cifran se plantean como metas, no se han logrado cumplir. Actualmente, para los estudiantes del claustro, hay disponibles 7.1 metros cuadrados por cada estudiante. Si se consideran estas cifras con los requerimientos de espacios que existen por estudiantes, en el claustro se debería contar con un total de 73.547 m2. En la actualidad se cuenta con 40.005 m2 en total. Es decir, hay un déficit de 35.232 m2 solo en el claustro, teniendo en cuenta que este déficit está dirigido a la necesidad de tener 13.7 m2 por estudiante.
Aunque en las aulas y en los baños no hay déficit de espacios, pues estos cumplen con la capacidad necesaria para todos los estudiantes, en auditorios, laboratorios, salas de estudio, salas de informática, biblioteca y en especial la cafetería sí hay déficit.
Preocupación por parte del cuerpo estudiantil
Gabriel Nieto, estudiante de Jurisprudencia, asegura que las cafeterías están sobrepobladas y “se hace imposible conseguir una mesa a la hora del almuerzo y las filas toman casi la mitad de los huecos para poder comer”. En los espacios de cafeterías hay un déficit de 2.576 metros cuadrados.
Por su parte, Ángela Sierra, estudiante de Relaciones Internacionales, le preocupa la situación de los equipos. Desde que entraron este semestre ha sido imposible conseguir computadores en Casur y en las bibliotecas. Aunque puede traer su propio computador desde la casa y trabajar en él, le preocupan los estudiantes becados, Ser Pilo Paga u otros, que por dificultades económicas no pueden acceder a los equipos y dentro de la universidad les queda imposible conseguir material de trabajo.
Liliana Estupiñan, jefe de seguridad y servicios, dice que los estudiantes se quejan de las palomas pero ellos mismos son quienes no levantan la basura, riegan cuando comen, dejan las bandejas llenas de comida encima de la mesa. “Botan el jugo, botan el arroz. De hecho, esto es lo que genera que las palomas lleguen”, afirma.
“Los baños son otro problema”, complementa Nieto, pues “es imposible entrar a las horas más concurridas de la academia. Hasta se hacen filas en los orinales”, cosa que no pasaba en el momento de su inscripción hace seis semestres. Según Iván Piñeros, la problemática de los baños no está sustentada, pues hay un total de 1.245 metros cuadrados para estas áreas y el requerimiento por metro cuadrado de estudiante sería de 1.071, con lo que un margen de 174 metros cuadrados lo sobrepasa.
Al igual que los estudiantes, el personal de aseo también tiene preocupaciones sobre la cantidad de gente que hay en la universidad, pues como ellos dicen, cada vez es más difícil limpiar el desorden de los estudiantes y cada vez es más gente la que deja las mesas sucias, los pasillos llenos de basura y las zonas comunes embarradas. Según una de las aseadoras, quien por no tener problemas en su trabajo nos pidió anonimato, entre más alumnos entran, más problemas tienen ellos y menos los escucha la universidad. Casi a diario están presentando quejas ante su empresa y la solución que les dan es cambiar el personal o agregar más gente de limpieza.
Un problema de cultura ciudadana
Estupiñan, que maneja las concesiones de vigilancia y aseo, comenta que, como comunidad rosarista, hace falta tener un poco de cultura ciudadana. Hace la analogía de “si en tu casa pasa algo, si tú en tu casa ensucias ¿qué haces? limpiar. Aquí no, acá ensucias porque quieres. Aquí dejas el jugo o lo riegas y dices aquí luego van a limpiar”.
Pero el personal de seguridad también siente la falta de espacio, como lo expresa Enrique Velázquez (nombre cambiado a petición de la fuente), encargado de la entrada y salida de estudiantes, que afirma que “cada semestre se hace más difícil asegurarse de que los estudiantes que entran presenten sus carnés y los que van de salida no lleven otros materiales pertenecientes a la universidad en su maleta”.
Alejandro Torres, estudiante de Gestión y Desarrollo Urbano propone que una solución sería que la universidad decida cómo va a expandirse acorde a los planes distritales y tomando ejemplos como los de la Universidad de Los Andes, que ha ayudado a mejorar la infraestructura del centro de la ciudad, entendiendo las dinámicas de sus estudiantes. Agrega además que para la expansión de la infraestructura de la universidad, sería prioritario que la sede norte comience acorde a los planos ya existentes la expansión de la universidad y le brinde cada vez mejores espacios a sus estudiantes.
Hábitat ya tiene un plan de manejo a largo, mediano y corto plazo, sobre el cual buscarán mejorar la infraestructura de la universidad y con esto medrar los espacios en los cuales transitan los estudiantes y conviven. Pero, como explica Piñeros, toda ampliación, arreglo o manejo de espacios que se haga en la universidad debe pasar primero como una propuesta para Planes Especiales de Manejo y protección, PEMP. Esto relentiza los arreglos, dando así una instancia en promedio de un año para que las zonas puedan ser acomodadas.