Los barrios de invasión de Bogotá, un estilo de vida ignorado por los más ricos de la sociedad

Lunes, 24 Mayo 2021 13:40
Escrito por David Franco

“Nosotros invadimos un terreno que estuvo muchos años desocupado, el estado no hizo un colegio, una cárcel o algún beneficio para la gente, así que lo tomamos porque lo necesitábamos para vivir”, comenta Martín Antonio, habitante de un barrio de invasión llamado Altos de Villa Gloria, de Ciudad Bolívar. Antonio tuvo que llegar allá debido a la imposibilidad de pagar un arriendo a diario, mientras su esposa, estaba embarazada. Desde entonces, ha tenido que sufrir las inclemencias de vivir allí, entre otras muchas cosas, la falta de higiene, la falta de servicios públicos, la falta de vías para acceder al barrio, siendo una de las principales el acoso policial.

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En la ciudad de Bogotá hay aproximadamente 7 millones de habitantes según el censo realizado en el año 2018, pero esta es una cifra que va en incremento ya que la capital siempre ha sido una ciudad abierta para las personas de todas las culturas y todas las ciudades del país. Sin embargo, muchos de los que llegan a la ciudad son personas vulnerables, algunos que vienen en busca de mejores oportunidades laborales, otros que han sido desplazados por el conflicto armado en las zonas rurales del país y algunos que han llegado de otros países buscando refugio. Todas son personas que buscan una vida digna pero se ven obstaculizados por las situaciones que afectan a la capital.

¿Qué nos dice el gobierno?

Uno de los principales problemas a los que se enfrentan es la tasa de desempleo, que está en un 21.6% a enero de 2021, según el director del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE), acercándose al millón de personas desempleadas en la ciudad. Pero el problema principal al que se enfrentan al llegar es la falta de vivienda, debido a la gran cantidad de personas que llegan a la capital, además del crecimiento exponencial de la ciudad, hay una crisis en este sector, haciendo que cada vez un espacio sea más pequeño y más caro lo que hace que no sea viable ni siquiera la idea de pagar un arriendo, obligando en algunos casos a las personas a vivir en las calles. En Bogotá, hay aproximadamente 9.538 habitantes de calle según el VII censo realizado por el DANE, una cifra que va en aumento desde el inicio de la pandemia.

Esta falta de empleo y de vivienda arrincona a las personas a situaciones muy difíciles de llevar que los hace recurrir a otros métodos para poder tener un hogar propio o, al menos, un sitio donde poder llegar a descansar luego de un día de trabajo que suele ser muchas veces en las calles. La gente recurre a las zonas donde se puedan asentar y que no estén siendo ocupadas por nadie. De ahí, nacen los barrios de invasión, que llevan siendo una problemática para el estado por mucho tiempo, debido a que deben gastar gran cantidad de recursos en mantener despejadas esas zonas, no solo por la invasión de los terrenos, sino que también porque muchas veces estas zonas están enmarcadas por el distrito, a veces por la ocupación de las personas, pero también porque son lugares con características especiales como zonas de protección ambiental o zonas que pueden ser riesgosas para las personas.

La perspectiva interna

Es usual ver que algunas personas estigmatizan los barrios de invasión. ¿Cuál es la otra cara de la moneda? Las personas en los barrios de invasión, como ya lo mencionamos, suelen estar en condición de vulnerabilidad ante la sociedad y suelen ser quienes reciben más promesas del gobierno que nunca son cumplidas, sino que por el contrario solo los usan como un medio para conseguir votos y cuando se han posicionado los olvidan, dando cuenta del abandono estatal en estas zonas de la ciudad, dejando a los habitantes de los barrios de invasión muchas veces solo con las esperanzas de ser reubicados para poder tener una vida mejor o de al menos recibir un mercado con el que puedan subsistir en medio de la crisis, siendo este un descontento que se nota en el mismo hablar de las personas.

“Nosotros invadimos un terreno el cual lleve muchos años desocupado, ya que el estado no hace un colegio, una cárcel, o algún beneficio para la gente, así que lo tomamos porque lo necesitamos para vivir”, comenta Martín Antonio, habitante de un barrio de invasión llamado Altos de Villa Gloria de Ciudad Bolívar, quien tuvo que llegar allá debido a la imposibilidad de pagar un arriendo a diario. Mientras su esposa estaba embarazada, desde entonces, ha tenido que sufrir con las inclemencias de vivir allí; la falta de higiene, la falta de servicios públicos, la falta de vías para poder llegar al barrio, pero siendo una de las principales el acoso policial constante que reciben debido a los esfuerzos del distrito por desmantelar estas pequeñas civilizaciones, manteniéndolos alerta y con un miedo constante de que en cualquier momento pueden llegar a destruir todo lo que tienen, llevándose sus pertenencias.

Para evitar estas situaciones, las personas se han organizado para poder salvaguardar su espacio y sus bienes, colocando a dos personas en la parte inferior del barrio, que son quienes avisarán con pitos que se acerca la policía y el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD), las personas al escuchar las alarmas corren a sus hogares donde deben, literalmente, desmantelar sus casas, ya que estas están construidas comúnmente con tejas de zinc y armellas que son fácilmente retirables y le permiten a las personas poder tomar sus hogares y huir con las pertenencias que consideren más valiosas, puesto que todo lo que se quede allí suele ser destruido por la policía, incluso muchas veces, incendiando los terrenos para que las personas no puedan volver en un tiempo y retirando los servicios públicos lo que les dificulta aún más estar en ese espacio.

Desde el tema de los servicios públicos, las personas han tenido que buscar sus propias formas de obtenerlos, ya que no pueden recibirlos al ser un barrio que no está legalizado, tomando ilegalmente la luz de los postes cercanos, llevándola hasta las casas construidas por ellos, y luchando en algunos casos por el agua, que es llevada por los bomberos a un tanque comunal, siendo pagada por todo el barrio y repartida por los líderes que buscan darle equitativamente a las personas, dependiendo de sus condiciones y de cuantas personas viven en un mismo espacio o también puede ser tomada individualmente, de algunas mangueras que les suministran agua.

¿Cómo es el proceso para llegar a los barrios de invasión?

Como si fuera un chisme, el inicio de estos barrios empieza a pasar de boca en boca, un grupo de personas se reúnen para poder encontrar el territorio y de ahí se empieza a regar la voz entre amigos y familiares para ir al territorio y tomar posesión de un terreno, pero eso sí, tomar el terreno no es tarea fácil, lo primero es organizarse entre las personas que van a ir y reunir entre ellos el dinero, para poder pagar un bus, que no solo los lleve a ellos, sino que también algunas de sus pertenencias, que usarán para posicionarse en el terreno. Lo común es que sea un grupo grande quienes se reúnen para pagar esto puesto que la mayoría vive del diario.

Como nos comenta Marta Cecilia Culma quien desde el día anterior ha preparado algunas lonas y plásticos para posesionarse, ellos deben estar preparados desde las 5 de la mañana para estar listos en cuanto el bus llegue y poder llegar lo más temprano posible al terreno. Una vez ahí, rápidamente el lugar se torna en un campo de batalla donde cada uno debe ubicarse lo más pronto posible en un territorio, colocando lo que más puedan para que nadie pueda quitarles este espacio, en especial, como ellos mismos lo mencionan, las personas venezolanas quienes también han llegado en gran parte a estos sectores. En cuanto ya han colocado y delimitado su terreno, viene la parte más importante que es, la resistencia, puesto que no es solo colocar las pertenencias, sino que también deben mantenerse allí por al menos 12 horas y asegurarse que nadie va a tomar ese espacio, armando muchas veces carpas improvisadas para soportar el sol y la lluvia que se puedan presentar.

Cuando el barrio ya está armado y las personas tienen sus espacios, suelen ser comunidades que se conocen y se cuidan entre ellos para protegerse no solo de los ladrones, sino también del Estado, que si bien intenta constantemente sacarlos de allí, no les ofrecen soluciones. Pocos han recibido ayudas del gobierno, en tal caso de que las hayan recibido, estas han sido muy precarias, pero ellos se mantienen en pie de lucha. A pesar de que los saquen una y otra vez de sus hogares, destruyan sus pertenencias y terrenos, lo que siempre mantienen son sus ganas de seguir intentando y la esperanza de que algún día el gobierno los ayude con una casa propia o la legalización del barrio o del terreno invadido, para que puedan recurrir a unas mejores condiciones solicitando legalmente los servicios públicos y mejorando su calidad de vida.