En los últimos días, todo es por prevención y nada por confianza. Nos miramos a través de una cámara y convivimos -de verdad- con nuestras mascotas. Reconocemos la ventaja de un balcón o de un patio y agradecemos la comida en nuestra mesa. Ahora, controlamos quien sale a la calle. Nos preocupa ver que los supermercados están vacíos, las tiendas de barrio cerradas y los parques de juegos clausurados. Nos estamos acostumbrando a no ver sonrisas sino máscaras en nuestros rostros, a no ver audífonos en nuestros bolsos porque todo lo ocupa el alcohol y antibacterial. Vemos más pijamas que jeans y más las ventanas de nuestros hogares que el caos del transporte público.
Las siguientes imágenes muestran diferentes escenarios a los que nos estamos acostumbrando. Días de estudio o trabajo, recorridos al supermercado e incluso la Semana Mayor, se han vivido en medio de un pánico colectivo por el futuro y en la búsqueda de una vacuna que controle al covid-19. Sin embargo, nunca antes el mundo había estado tan en calma.