Francisco Bustamante, un deportista sin limitaciones

Lunes, 03 Mayo 2021 16:24
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Francisco Bustamante, quien desde hace años es deportista paralímpico del país, además de entrenar para ganar medallas hace un llamado al Gobierno Nacional para que apoye a las miles de personas en condición de capacidad que desean dedicar su vida al deporte.

 

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En los Juegos Parapanamericanos del 2003 celebrados en Argentina, Francisco Bustamante se encontraba a pocos minutos de presentarse en la disciplina de alza de pesas. “Ese día fue algo de locos” dice. El entrenador pidió que cargaran la barra con 150 kilos, pero sus compañeros sabían que podía cargar más y así obtener la medalla de oro para Colombia, por lo que lo alentaron a subir el peso. “El profesor apenas me abrió los ojos y me dijo que me iba a lesionar”.

Pacho, quien desde siempre ha sido un deportista disciplinado, luchador y “echado pa lante” sabía que era capaz de lograr alzar 160 kilos y así colgar un oro en su cuello. “Profe tenga confianza en mí que yo confío en mí mismo” fue lo que dijo minutos antes de que su entrenador le diera dos fuertes palmadas en el pecho. El golpe fue tal, que aún recuerda las marcas que las manos le dejaron. Se llenó de ira e impotencia por la agresión que intercambiaron insultos y su adrenalina subió a niveles exorbitantes. Sin embargo, fue esa explosión de sentimientos la que hizo que levantara los 160 kilos con facilidad y así ganará el oro. 

Junto con el alza de pesas, le encantan todos los deportes que tengan que ver con fuerza, en especial siente gran pasión por el culturismo. Es orgullosamente el primer fisicoculturista paralímpico del país, obtuvo el título de Señor Sudamericano Paralímpico y se preparó para asistir al Mister Olympia Estados Unidos.  Para Francisco, la silla de ruedas no es ninguna limitación, pues en el arte de la formación del cuerpo participa como cualquier caminante, solo que lo califican de la cintura hacia arriba.

Aunque las victorias a lo largo de su vida han sido muchas, también ha tenido momentos difíciles. Desde hace un tiempo rueda por las calles de la capital, buscando por sus propios medios patrocinios y ayudas para su sostenimiento y rendimiento deportivo. 

Es el amor al deporte el que todos los fines de semana lo levanta y lo anima para ponerse su mejor pinta, sacar sus medallas y rodar camino al semáforo de la calle 170 con avenida boyacá. Conocido por la mayoría de residentes, Pacho saluda a todos con una sonrisa en busca de ayuda; pues como dice  “el Estado nos tiene olvidados.”

Esta es la historia de Francisco Bustamante, un deportista hecho de puro músculo. 

¿Cómo la pandemia afectó sus prácticas y su desempeño deportivo?

La pandemia me afectó mucho. No solamente a mi, a todos los deportistas porque nos inhabilitaron los espacios deportivos, entonces mucha gente quedó quieta, nos quedamos estancados y el cuerpo está acostumbrado ya a una rutina, a estar todos los días en un gimnasio entonces el cuerpo le pide a uno esas cosas.

Al no tener actividad física por culpa de la pandemia que cerraron todos los espacios, el cuerpo va adquiriendo otro aspecto, se pierde masa muscular. Yo por ejemplo perdí 10 centímetros de masa muscular. Mi desempeño deportivo bajo notablemente, antes de la pandemia levantaba 187 kilos y ahora cuando volví no podía levantar 140 kilos. Eso me afectó bastante.

¿Cree que el país apoya a los deportistas?

El apoyo es muy mínimo, tanto para personas convencionales como paralímpicos. En el deporte convencional existen preferencias, hay disciplinas más apoyadas como por ejemplo en el bicicross, el tenis y el fútbol. Se apoyan los deportes que son más lucrativos para el Estado, las otras disciplinas son como un cero a la izquierda, como el baloncesto convencional.

El deporte paralímpico acá en el país lo han tenido olvidado, las pocas ayudas que se reciben es porque nosotros mismos las hemos luchado, empezando porque para nosotros no hay propaganda y si hay es por allá lejos. En el deporte paralímpico hay deportistas de muy alto nivel, que tienen un valor muy alto y que pueden salir y sacar la cara por el país en cualquier parte del mundo y la ayuda para uno es muy limitada. De hecho en estos momentos Coldeportes y el Comité Paraolímpico solo le van a dar ayuda a las personas que obtengan medalla en lo que son olímpicos y mundiales, de resto nada. Si uno quiere salir apoyado tiene que salir a ganarse una medalla, pero pues ¿cómo se gana uno una medalla?, depende del apoyo que se le de.

Nosotros así andemos en silla de ruedas, tengamos la limitación que tengamos, sea auditiva, visual o física nos toca luchar por nuestros propios medios, así como yo voy los fines de semana a trabajar porque allá me apoyan y me conocen y saben que trabajo para sostenerme y para mi deporte. A la gente con discapacidad nos toca solos si queremos ir a un torneo. Por ejemplo, hace un tiempo le dijimos a la alcaldesa que si nos apoyaba y ella dijo que no había dinero pues había cosas más prioritarias entonces no pudimos ir al torneo.

¿Cómo podría el Estado apoyar a los deportistas?

El Estado tiene mucho para apoyar a un deportista, tiene suficiente dinero. Por ejemplo, un deportista en Cuba solo ingresa a su disciplina y el Estado le da todo lo necesario para su rendimiento deportivo, así debería ser acá, pero acá la plata se pierde, se la roban.

¿Cómo fue su proceso mientras se preparaba como culturista?

El culturismo es uno de los deportes más caros porque hay que invertir mucho en alimentación o anabólicos. Mantener un cuerpo de fisicoculturista es gastar mucha plata. Por ejemplo, una persona puede invertir anualmente en su cuerpo alrededor de 200 mil dólares.  Un deportista en esta disciplina tiene que comer 8 veces al día y a eso agregarle la creatina, la proteína, los aminoácidos. Todo es supremamente costoso.

En mi caso yo no podía inyectarme esteroides por mi condición física, por los riñones no puedo. Donde yo hubiera estado de pie, hubiera sido un Mister Olympia colombiano o sudamericano, porque a mi siempre me ha gustado eso.

El culturismo es un deporte muy bonito, bastante exigente, de mucha disciplina, que lo transporta a uno a otra dimensión porque el cuerpo va a tener una fisonomía, va a ser impresionante. Si no mas yo en silla de ruedas, la gente me pasaba mirando impresionada y me decía “eso si es de verdad” “me deja tocar sus brazos”

Alguna experiencia…

Cuando tuve mi primera presentación como fisiculturista paralímpico, en el salón con el presidente de Coldeportes cuando gané mi primer medalla de oro,  yo me sentí orgulloso y feliz, esa noche de gala pues fui el primer culturista en silla de ruedas alternando con todos los caminantes. A mi me califican de la cintura para arriba, lo que es abdomen, espalda, biceps, trapecio, tríceps, poses.  La gente se aterraba.

A mi me preparaban, Jose Luis “Carracas” Señor Sudamérica me preparo a mi. Luego me ayudó Jorge Canaca en Medellín para ir a Mister Olympia, en Estados Unidos. Sin embargo, eso no fue posible ya que él quería que yo me inyectara y pues por razones médicas no puedo, entonces él dijo que no iba a invertir en mi cuerpo, pues este no daba más de ahí. Todo quedó en stand by, me hubiera gustado ir, ese era mi sueño, pero fue un proceso bonito que disfruté.

¿Cómo ve el fisicoculturismo en el país?

Aca en el país no lo apoyan ya que como es tan costoso y no ha tenido tanta acogida, no es muy comercial y ninguna entidad lo apoya. Únicamente los que están dentro del deporte son los que lo viven, ellos mismos se sostienen. Más o menos diariamente un deportista en esta disciplina debe invertir 70 mil pesos en la alimentación, todos los alimentos deben ser especiales como salmón o atún.

Si Coldeportes apoya este deporte quedaría quebrado. Es nulo el apoyo del Estado. Si alguien quiere hacer parte de esta disciplina debe trabajar y se ayudarse a sí mismo. Por eso es un deporte de personas ricas que se pueden dar ese gusto.

Una comida de un deportista…

Un desayuno de un fisicoculturista son aproximadamente  10 claras de huevos batidos, banano, manzana, queso, pan integral.  Comer más veces al día, a deshoras. El almuerzo y la cena van mucho más cargados.

¿Si no hubiese escogido el camino del deporte, a qué se dedicaría?

A mi me hubiera gustado ser piloto, me gusta mucho todo lo que tiene que ver con aviones. Cuando tenía 17 años deseaba montar en una avioneta y quería estar al lado del piloto y me hicieron el sueño realidad. Si no hubiera sido deportista hubiera sido piloto, pero por la parte económica las cosas fueron limitadas. Terminé mi bachillerato, empecé psicología pero tuve que retirarme.

¿Por qué decidió venir hasta el semáforo de la 170 con avenida boyacá?

El dueño del gimnasio Hard Body de la 170 me invitó a entrenar en su gimnasio, para motivar a las demás personas. Sin embargo, comencé en el semáforo de la Clínica la Colina empecé a trabajar, comenzaron a llegar otras personas con las que yo no podía interactuar pues usaban lenguajes muy grotescos y no agradables. Entonces decidí hacerme en el otro semáforo, ahí alrededor. La gente de Colina y San José de Bavaria me ayudan, cuando tengo torneos me apoyan.

A pesar de que son personas que están en un modo económico superior al mío, hay personas muy nobles, sencillas y humildes que me hacen llegar hasta allá. las personas allá son excelentes. Por eso quiero mucho ese semáforo, por la calidad de la gente. Sin embargo, que yo esté pidiendo ayuda en un semáforo refleja que para ser deportista en Colombia hay que sufrir.

¿Cuál ha sido el momento que más ha marcado su vida? Tanto en el ámbito deportivo como en el personal 

En lo deportivo cuando gané la primera medalla para Colombia en los juegos del sur en Argentina, pues me prometieron una casa y no la conozco porque no se donde me la hicieron. Ese día fue algo de locos. Mi entrenador pidió que cargaran la barra con 150 kilos, entonces mis compañeros me alentaron a subir el peso, pedí que me subieran a 160 kilos. El profesor apenas me abrió los ojos y me dijo que me iba a lesionar, entonces yo le dije soy yo el que los voy a levantar, yo puedo, más bien motivame. “Profe tenga confianza en mí que yo confío en mí mismo”. El entrenador cogió sus manotas y me dio una palmada en el pecho, me quedó marcada su mano, me dio tanta ira que lo insulte y quería darle un puño. Fue esa gran explosión de adrenalina la que hizo que levantara esos 160 kilos y ganara el oro.

En lo personal lo que más me ha marcado ha sido que se me han abierto muchas puertas, otras se me han cerrado, tengo muy buenos amigos, como otros que lo ignoran a uno. Hay gente que me trata muy abiertamente, como si fuéramos familia. Sin embargo, estar en silla de ruedas es como vivir otra calidad de vida, otra forma de vivir, pero mientras uno se ame y sepa vivirla vive uno bien y sin ningún problema. La pasión enseña a ser humilde y sencillo. A que si nos cachetean en la mejilla derecha, ponemos la izquierda.

No obstante, aún hay personas que nos discriminan y eso para uno ya es muy común, pero pues uno no tiene la culpa de estar así. El espíritu deportivo es lo que lo motiva a uno, porque las personas del común lo ven a uno siendo deportista en silla de ruedas y hay personas que lo tienen todo y no son capaces de freír un huevo.

Planes para el futuro…

Ya en mis 50 este es el año de mi retiro, pasaré a instruir y construir deportistas. Me dedicaré a eso. Hay unos muchachos entre los 18 a 22 años que los estoy moldeando para un futuro y ponerlos a competir a nivel departamental y finalmente lanzarlos a lo que es liga Bogotá.