No son simples ganchos que se mueven con la ropa, pero así es como las ven
-Margarita Gómez, directora de Informa Models
En los últimos años, el modelaje parece haberse transformado, al menos esa es la perspectiva externa que se tiene, con los nuevos tipos de modelos. Diferentes formas, estaturas y razas se han adueñado de las pasarelas, de las campañas y de los comerciales. Sin embargo, puede que esto solo sea en los países europeos, Colombia da sus primeros pasos en el mercado.
Expertos en el tema aseguran que estos estigmas han desaparecido poco a poco, se sigue viendo a las modelos como plásticas, un cascaron bonito sin nada por dentro. Teniendo en cuenta esto, el modelaje parece ser un territorio en el cual es difícil desempeñarse, pero ¿qué tan cierto es? Con las historias de tres modelos colombianas, de diferentes generaciones y que se desempeñan en distintas áreas, Plaza Capital se adentró en este mundo que parece tan lejano para conocer la realidad del modelaje profesional.
Gabriela Maussa, modelo profesional desde 2017, entró fácilmente a las pasarelas, según ella por su estatura y su contextura. "Tienes mucho potencial”, le dijeron, “pero tienes que adelgazar”, pues con sus medidas en 97-67-83 estaba por encima de lo requerido para ser modelo en Colombia. Una de las contradicciones de la moda y el modelaje de nuestro país, para no generalizar, se encuentra ahí, en la búsqueda de estándares subjetivos que responden a las necesidades de los clientes.
Al menos dos o tres chicas llegan, cada día, a diferentes agencias, como Informa Models y Tirana Agencia, en búsqueda de la promesa del brillante futuro. Pasan por los cursos de pasarela, de fotos y de comerciales, donde les enseñan a caminar, a posar y expresar lo que los clientes quieren que muestren. Sin embargo, no es ahí cuando saben que son modelos, las agencias las tienen que contratar. A Gabriela la contrataron rápido, pero muchas chicas pagan los cursos y nunca muestran “el yo no sé qué”- en palabras de Margarita Gómez, directora de la agencia Informa Models- elemento necesario para ser modelo, se quedan en la entrada del modelaje, con los tacones en las manos y los sueños en la espalda.
Los cursos pueden costar entre dos y tres millones de pesos, ese es el valor en Stock Models, una de las agencias más reconocidas y con experiencia en el país. Puede que algunas no tengan que pagar ese monto, ya sea porque cautivaron los ojos de algún diseñador o porque las vieron en la calle y decidieron que eran bellas, lo que entra en la lista de “casualidades de la vida”. Ese término tan ambiguo y de difícil concreción, es lo que mueve a este medio, ni siquiera los directores de las agencias saben muy bien qué es, pero existe.
Al parecer, son los clientes los que marcan la pauta de consumo y modelan la industria, solo algunas veces llega una belleza particular que rompe la norma y todo se adapta a ella. Lo normal es que la modelo se adapte al cliente.
Edad e imagen
En Colombia, según expertos de la industria, esa belleza existe, la diversidad empapa los portafolios de las agencias, pero la demanda ha disminuido. “Hay mucho potencial” y “mujeres bellas”, en esto coinciden claramente Felipe Espinoza, director de 3cero2; Diana Taborda, diseñadora de modas; y Lina González, directora de Tirana Agencia. Sin embargo, todos giran la mirada hacia el mismo problema: la oferta sobrepasa la demanda. No todas las modelos tienen la oportunidad de obtener un contrato porque no hay cupos y los clientes, ahora, prefieren no gastar todo el capital en la modelo, los tiempos evidentemente han cambiado.
A Elisa Muskus, modelo de campañas comerciales desde los ocho años, la contratan dos veces al mes. Sale de sus clases de Derecho en la Universidad de los Andes, corre al transporte y siempre mira el reloj para saber si alcanza a llegar a la sesión de fotos. Esas carreras valen la pena, según ella, porque no es posible vivir solo del modelaje, pero es un gran hobby que le transporta a otra realidad, con contactos de fotógrafos y maquilladores de ensueño.
Esa es otra cosa del modelaje en Colombia, para vivir de ello, “si uno digamos que tiene los contactos y le dedica 100 % su tiempo, yo creería que sí (se puede vivir solo de él)”, comenta Elisa abriendo los ojos y asintiendo con la cabeza
Todos en la industria saben esto, entienden que es un trabajo efímero, quebradizo y que el cuerpo es su herramienta de trabajo, por eso vale la pena cuidarlo. El paso del tiempo es su mayor enemigo, no se puede mentir cuando la piel y la cara muestra los estragos de estos. “Yo trataba de ayudarla, pero ya su edad estaba pasada, aunque tuviera un cuerpo muy lindo, en su rostro se le veía la edad”, comenta Lina González, al referirse a una de muchas modelos que alcanzan los 32 años. Son amenazas imparables, “doce añitos no son nada”, dice Gabriela mientras se toca la cara mostrando un miedo al envejecimiento.
Pero la ambigüedad vuelve a invadir el modelaje profesional, ¿existe el momento ideal para entrar en este mundo? Algunos expertos aseguran que el mejor momento es cuando se cumple la mayoría de edad porque los contratos son más fáciles de realizar, también se refugian en la idea que así no se ' quema' su imagen. Otros dicen que los 16 es la edad adecuada otros desprenden el número exacto y señalan que no hay restricciones en los años, desde que haya pasión y entrega. Pero, en otros casos, gracias al acercamiento que tuvieron en su niñez, continuaron trabajando en este campo.
Elisa se encontraba en una clase de ballet, a la edad de ocho años, cuando una fotógrafa llegó buscando niñas para el nuevo catálogo de la tienda Cachivaches, la vio y la llevó a la calle para tomarle dos fotos en una pared blanca. Al día siguiente recibió una llamada para ser la nueva cara del catálogo y, a partir de ese momento, inició su carrera y los contactos comenzaron a aumentar hasta la actualidad, 13 años después.
Un mundo cambiante
Los cuerpos cambian, los años pasan, el gusto se transforma al igual que la industria del modelaje en Colombia. En palabras de Felipe Espinosa: “vivimos en una época donde todo está tecnificado y hoy en día se sabe que un modelo bien escogido o mal escogido, para su marca, puede cambiar completamente la manera o las ventas de una colección de una temporada”. Ya no es una simple modelo, ahora es parte de la venta del producto, ella es la parte visual.
Por otro lado, Diana Taborda menciona el hecho, desde su perspectiva de diseñadora, que la modelo siempre se ha visto de la misma manera puesto que es la imagen esencial de la campaña. Margarita dice que hoy en día, las modelos, conocen a cabalidad lo que quieren y por eso ya pueden ser más exigentes con sus pedidos. Yeimy Paola Vargas, modelo y actriz colombiana de 35 años, ha vivido todos estos cambios en carne propia. Desde sus 18 años ha sido partícipe de esta industria y dice “son plataformas, una cosa lleva a la otra”, al explicar que las modelos tienen que ser polifacéticas.
Los tiempos cambian y las modelos tienen que hacerlo a su vez. Yeimy inició como reina popular en Cartagena, de ahí saltó hasta el modelaje, siguió como actriz y finalmente ha pasados los últimos años como entrenadora para las jóvenes con sueños de pasarela. Por esto sabe que cada mundo es diferente, pero el colombiano no ve esas mínimas separaciones. No ve que las reinas pueden ser más bajitas, menos “naturales” y más arregladas que las modelos. Según Gabriela, Elisa y Yeimy, este es el prejuicio, desde tiempos inmemorables, que ha acompañado a las modelos colombianas.
Las diferencias con otros países
En el exterior, cuando las llaman a castings, les dicen: “vete fea, sin arreglar ni nada”, mientras que aquí es “maquíllate, péinate y vete en vestido y tacones”. El mercado es diferenciado, en Colombia sigue rigiendo el paradigma de la niña alta y delgada, mientras que en Europa se ven más modelos plus size, de talla grande, que tal vez no cumplen con los estándares tradicionales de belleza. “En mi agencia hay solo una”, dice Gabriela. “Toca que las marcas se arriesguen a abrir la puerta a nuevas cosas”, afirma Elisa.
Yeimy cree que “somos seres humanos que estamos creciendo y que obviamente estamos más expuestos porque estamos en un reinado de belleza”, las miradas traen consigo palabras hirientes por centenas, “hay que aprender, hay que instruirse, tienen que darle a la mente, a todo, tienen que aprender”.
Sueñan con ir lejos, a esa promesa dorada en la cual el modelaje está cambiando, al menos eso es lo que dicen las tres generaciones de modelos. Sin embargo, las agencias ven que una vez allá se regresan corriendo con el alma vacía del calor de hogar. Margarita Gómez explica que “no son muchas las que se arriesgan a viajar y a tener la experiencia de vivir por fuera muchos años”. Las modelos de entre 23 y 25 años solo se irían seis meses, ven que el mercado colombiano, a pesar de las fallas, es el terreno menos agresivo en la industria.
Elisa es una de ellas, no dejaría en pausa sus estudios para regalarle su vida al modelaje, o al menos no en su totalidad. Ella separa lo académico de este mundo de contrastes, decidió no ligarlos, pero ve el mundo del modelaje como su escape. A diferencia de Gabriela, la modelo de revelación del Bogotá Fashion Week 2019 al obtener ocho pasarelas, que si le dicen “te vas para Asia” aplaza semestre y se va sin pensarlo dos veces. Allá está la promesa de seguir avanzando, de tener la agenda llena de castings, como le sucedió a Yeimy cuando se fue a México.
Seguir avanzando, esa es la meta, seguir saltando para esquivar los años y las barreras que hay en el modelaje. Lina González piensa que “casi siempre las modelos terminan en negocios relacionados con el modelaje, como salones de belleza, diseñadoras, presentadoras, esas cosas”. Son raros los casos en los cuales una modelo estudie derecho, como Elisa, o alguna ingeniería, casi siempre se piensa que las modelos se encuentran en las carreras de comunicación y afines. Otro de los arquetipos de las modelos en nuestro país.
Para los encargados la meta es más específica, se centran en lograr que el nombre de alguna colombiana se posicione en el top 10 de modelos a nivel internacional. Todos quieren que más nombres, como los de María Victoria Montoya y Daniela López Osorio, lleguen a grandes pasarelas internacionales. Sin embargo, nunca se han alcanzado los diez últimos escalones de esta efímera trayectoria. Ya sea por el miedo de asentarse fuera del país o por la falta de interés generado por Colombia, pero las esperanzas siguen en alto.
La línea de argumentos vuelve al mismo punto. Las metas, tanto de las modelos como de los encargados de la industria, dependen de la demanda que este mercado tenga en el país. A pesar del potencial, de la belleza, de las estrategias y de los sueños, en este medio lo que importa es lo que vendas. No vales si no muestras y si no haces al público desear lo que llevas puesto, no es solo físico sino también de personalidad.
“Nunca sabes con quien vas a trabajar”, dice Gabriela, “toca intentar caerle bien a todos”. Parece ser que, en este mundo, tienes que ser perfecta en todos los ámbitos.
Pelea de egos
La batalla no solo es desde afuera, sino también desde adentro. Elisa menciona la pelea de los egos, las miradas rayadas y el silencio cortante. Yeimy, con su tez morena, nunca ha sentido en carne propia la discriminación, sin embargo, la ha visto: “es que en ese mundo si no tienes fuerza interna no lo vas a lograr”.
Otra idea recurrente es que las modelos no solo viven en la inestabilidad del medio sino con las barreras arriba para limitar los daños, ya sea de las palabras crueles de los productores o de los fotógrafos y de sus propias compañeras. Algunas no lo soportan, como una de las modelos de Tirana Agencia, que, tras no ser contratada por su edad, decidió quitarse la vida.
Además del “yo no sé qué”, las modelos tienen que tener una personalidad multifacética, que vaya desde fuerte como acero hasta suave como seda. Al menos es lo que parece ser la creencia popular en los pasillos del modelaje colombiano. “Ellos no te dicen gorda, pero sí trozuda”, “que tus medidas no son las correctas”, “que te toca hacer más cardio”, esas son las palabras que se deslizan en los oídos de las modelos de toda clase. Las luces les hacen apurar las lágrimas, pero parpadean rápido para que no caigan, siguen quietas y con la frente en alto, al fin y al cabo, son modelos y “así es el mundo del modelaje”.
Hoy en día, con las redes sociales en auge, el mercado de la moda se transforma. Ya no solo se vende lo que se fotografía, sino que lo privado se ha vuelto comercial. Al público, con sus ojos hambrientos, les interesa ver cada detalle de las modelos. Puede que esto sea bueno, la belleza se torna un poco más cotidiana, así lo explica Felipe, sin embargo, para Yeimy esto también aumenta la exposición a las críticas. Gabriela y Elisa son conscientes de que las agencias revisan las cifras de sus cuentas y los números de sus seguidores antes de darles un contrato, inclusive en las especificaciones de registro te piden tu nombre de usuario.
De esta manera, sin importar todos los estereotipos y los cambios subjetivos del modelaje, las jóvenes se avecinan a las pasarelas, a los flashes y a las cámaras. Ponen su mejor sonrisa, corren para estudiar, se aguantan las doce horas de casting y hacen oídos sordos a las críticas. No todas lo logran, muy pocas son las que pueden vivir de ello, pero igual es un medio lleno de sueños que por cada sonrisa reciben entre 500 y 600 mil pesos, en caso de ser independiente.