Los viernes por la noche, antes de aquel marzo de 2020 Livinnx18, un edificio de 20 pisos ubicado en la calle 18 con 3, en el centro de Bogotá, se encontraba atiborrado de personas. La música, el bullicio y las risas nunca faltaban. Esta residencia se convertiría en el hogar de cientos de estudiantes de regiones, otros países e inclusos aquellos que, a pesar de vivir en Bogotá, anhelaban la comodidad de encontrar un sitio con cercanía a sus respectivas universidades para establecerse. Esta era una escena habitual antes de la pandemia.
Sin embargo, todo cambió repentinamente. Debido a las medidas que se tomaron para prevenir el contagio dentro del edifico, las normas de convivencia se transformaron drásticamente. Mientras que antes se permitía la entrada de hasta tres personas por cada residente, con el pasar de los días, y para cumplir las medidas exigidas para evitar la propagación del coronavirus, las visitas quedaron limitadas. Las salas comunes también tuvieron que adherirse a los horarios planteados, por lo que las fiestas comenzaron a apagarse.
Por esto, la pandemia planteó un verdadero dilema: ¿cómo volver las residencias espacios bioseguros sin perder su esencia? Para TheSpot, ubicado en la calle 21 con 5, el desafío consistió en ser fundada durante la emergencia sanitaria. Este edificio, que cuenta 400 habitaciones, 80% de estas individuales, se convirtió en el hogar de 200 residentes.
Erika Pinzón, empleada del área de promoción y ventas del edificio explicó que, durante este periodo, “el flujo se concentró en jóvenes profesionales y no tanto en estudiantes debido a que estos se encontraban en modalidad virtual”, un cambio drástico si se piensa en la “naturaleza” de las residencias universitarias.
Debido a los cierres y medidas restrictivas de la libertad, muchos estudiantes optaron por partir. Afanados por la coyuntura, buscaron garantías en sus contratos que no los perjudicaran al dejar las instalaciones. Francisco Padilla, Property Manager de Livinnx18, explica que “al inicio del 2020, la propiedad contaba con el 92% de su ocupación, para marzo, esta se vio afectada y bajó a un 50%. Para diciembre del mismo año, terminamos con un 25% de nuestra ocupación”. La estrategia para mitigar la deserción en la residencia consistió en la oferta de opciones que evitaran la terminación de contratos. Según Padilla, “en realidad fueron un 15% de la ocupación total con la que se contaba a inicios del 2021”.
Con respecto a lo anterior, Viviana Iriarte, estudiante de la Universidad de los Andes, cuenta que su regreso “fue algo como cumplimiento de contrato, pues había llegado a un acuerdo en el que, en lugar de cancelar, se aplazaría el pago del contrato para el próximo año”.
En el caso de otras residencias, los acuerdos también fueron esenciales para lograr la permanencia. María José Herrera, estudiante de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, afirma que, en el caso de CityU, “la residencia me ayudó en el regreso porque son más flexibles con la parte económica, además, se adaptaron los espacios para que en los apartamentos que antes eran de cuatro habitaciones, dos se encuentren desocupadas y designadas a la ventilación”.
Otros estudiantes decidieron permanecer en las residencias. Este es el caso de José Toro, estudiante de la Universidad Central, a quien regresar a Venezuela no era una opción viable, “con las comodidades que me daba la residencia para seguir con mis clases desde acá, se me hizo más conveniente quedarme”. Según narra, “el uso de los espacios comunes fue muy estricto y realizaban actividades para ayudarnos a hacer más llevadero el confinamiento”. De esta forma, las residencias fueron adaptando sus espacios en preparación para la llegada de más estudiantes y para el bienestar de aquellos que se quedaron. Evitar la propagación del virus y no volverse un foco de contagio se volvió una prioridad.
Una de las principales estrategias para la recuperación después de meses con baja ocupación fue la promoción de las viviendas en otros países. En el caso de Livinnx18, se cuenta con 20 residentes extranjeros que pospusieron intercambios durante la pandemia por el cierre de fronteras. Para el estudiante Darío Prego, la residencia ha sido un espacio para conocer personas. Alejarse de la situación de la pandemia en Italia y, siguiendo todos los protocolos, vivir nuevas experiencias. “En Livinn se puede hacer una vida que me gusta”.
Si bien las experiencias son positivas con el retorno a las aulas, los protocolos no son necesariamente cumplidos por todos los residentes. Mientras que se exige el uso de tapabocas en salas comunes, el aforo limitado y la desinfección al ingreso, algunos hacen caso omiso. Gabriela Morales, estudiante de la UTadeo, menciona con descontento: “Los protocolos están bien establecidos, pero hay personas que no los cumplen”. Otros, por el contrario, establecen reglas a seguir con sus compañeros para seguir las reglas. Con la llegada de más estudiantes, se reaviva la preocupación por la seguridad y el compromiso con el cuidado de los demás.
Sobre estas inquietudes de los residentes, Livinnx18 se ha mostrado enfático frente a las consecuencias que tendrán aquellos que no cumplan con las órdenes que se habían establecido. No obstante, la bioseguridad sigue siendo un dilema que no se ha podido solucionar. Por ahora, los llamados de atención, las sanciones y los constantes comunicados que explican los comportamientos aceptables, se han convertido en la estrategia que busca mitigar el riesgo de contagio.