Una fiesta irlandesa en Bogotá

Viernes, 23 Marzo 2012 09:48
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Con elfos, hadas, tréboles y cerveza verde, los bogotanos celebraron el día de San Patricio. La fecha conmemora la llegada del cristianismo a Irlanda. La festividad se desarrolla anualmente el 17 de marzo y se rememora el fallecimiento de San Patricio, el santo patrón de Irlanda.

Con cerveza verde se celebró en Bogotá el día de San Patricio.||| Con cerveza verde se celebró en Bogotá el día de San Patricio.||| Foto: Andrés David Sandoval Suárez|||
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El día de San Patricio es una fiesta anual que se celebra el 17 de marzo. La fecha conmemora el día del fallecimiento de San Patricio, el santo patrón de Irlanda. Con el pasar de los años, esta festividad se ha extendido por diferentes ciudades en todo el mundo, entre ellas, Bogotá.

Como si fuese TransMilenio en hora pico, se encontraba el Irish Pub de la Zona T el sábado pasado. Todos lucían camisetas verdes, gorros enormes con tréboles, personas con la cara pintada, pero sin duda lo más característico de la noche fue que  la cerveza era verde, color emblema del día de San Patricio.

Una fila larga era el abrebocas para lo que sería una noche de mucha cerveza. A la entrada un guardaespaldas de estatura media, acuerpado y de traje negro intenta impedir el ingreso de más personas. El lugar no daba abasto. Ya adentro, el ambiente desenfrenado se sentía por doquier.

“¡Toda, toda, toda!”, gritaba un grupo de personas a un joven que tenía una manguera en la boca, mientras sus compañeros vertían cerveza en ella. Luego de beber toda la jarra, el joven, que intenta sostenerse, es levantado en brazos por sus compañeros y llevado en hombros por todo el bar, como los toreros triunfantes que salen por la puerta grande. Al paso de este hombre, el bar entero grita “¡ese es, ese es!”.

En el lugar también se encuentra Egon Aodhagan, un joven universitario de origen irlandés quien se siente como en casa. “¡Más cerveza!”, grita Aodhagan mientras levanta sus brazos luego de ganar una jarra de cerveza gratis al ser el primero en terminar su cerveza en una competencia. Su contrincante más cerca, que aún no termina, saca con resignación de su billetera los 30.000 mil pesos que cuesta la jarra.

Me dirijo al fondo del bar y encuentro a dos universitarios de intercambio provenientes de Turquía. Uno de ellos me cuenta de su costumbre de celebrar todos los años el día de San Patricio en un país diferente. Entre tanto, su compañero Yaner, algo pasado de tragos, afirma que ésta es su primera celebración de San Patricio. “Es un fin de semana igual a todos, solo que la cerveza hoy es verde”, decía Yaner mientras terminaba de un solo sorbo su jarra.

“¡Que baile, que baile!”, entona un grupo de jóvenes a las personas que intentan pasar del pasillo a la barra para comprar una cerveza. De no bailar era casi imposible pasar. Ya en la barra, iniciaba una batalla campal. Como si fuese una puja en la bolsa de valores, las dos personas que atienden en la barra toman el pedido de quien grite más. Con el sudor en la frente y desgastados sirven y sirven cerveza, mientras el cajero pelea a través de un radio porque no tiene vueltas para los clientes.

Al ritmo de música irlandesa, diferentes personas bailan enganchadas de sus brazos, e intercambian pareja en cada vuelta que dan. Luego, una banda de rock alternativo ambientaría la noche. Todos, en medio  de la música y con un vaso de cerveza, beben y bailan más y más.

“¡Usted se tomó mi Whisky!”, “¡Nooo, qué le pasa!”, fueron las palabras que cruzaron dos jóvenes que no se conocían, antes de empezar a pelear en el lugar. Un puño en el rostro del otro fue el principio y fin de la pelea, pues en poco tiempo un guardaespaldas contuvo a los dos muchachos, y casi arrastrados los sacó del lugar.

Sandra Botero, una de las meseras del bar, cuenta, algo cansada y mientras sirve una cerveza, que el lugar ha estado abierto desde las 9:00 de la mañana. Allí también se encuentra Sebastián Hernández, otro joven universitario, quien dice estar bebiendo desde las 11:00 de la mañana. Luego, y ya sin poder sostenerse, es sacado en hombros hacia la media noche por sus compañeros de fiesta. “Compartir con ustedes es del putas”, balbucea mientras sale de allí

Intentar salir del bar luego de varias cervezas y tratando de sostenerme en pie también fue todo un desafío. El lugar seguía totalmente lleno y caminar por la entrada fue como intentar salir de la estación de la calle 100 en plena hora pico. Sin embargo, fue un pretexto para celebrar algo que muchos todavía no entendemos.