Aunque en el imaginario colectivo de la mayoría de los ciudadanos de Bogotá, las palmas son árboles típicos de locaciones de temperatura cálida, en la ciudad existen más de 50 especies de diferente tipo. Algunas de estas palmeras han sido proclamadas como árboles patrimoniales y hacen parte de la colección de plantas nativas provenientes de paisajes de bosque alto andino y páramo en Colombia.
Dentro de los tipos de palmas que hay en el Distrito Capitalencuentran la Palma de Cera originaria de Salento, Quindío y considerada como árbol nacional, la Palma Fénix, Palma Abanico, y Palma Negra, entre otras, provenientes de numerosos lugares alrededor del mundo.
De acuerdo a Humberto Rodríguez, ingeniero de arborización del Distrito, algunos de los lugares en donde se encuentran las palmas de cera son: Urbanización Nueva Santa Fe, el Palacio San Carlos en la Cancillería, Academia colombiana ubicada en la Cra 3 Nº 17-34, y en el Parque de la Independencia. Por su parte,lma fénix se puede encontrar en la Calle 10 con Cra 6-7 y en la Biblioteca Nacional.
Asimismo, en el Jardín botánico existe una colección de palmeras, Palmetum, que fueron traídas y plantadas en Bogotá aproximadamente hace 50 años por el fundador del Jardín, el Padre Enrique Pérez Arbeláez. Esta colección es una muestra de preservación de un bien ambiental incalculable cuya contribución al planeta es primordial.
Sin embargo, el ingeniero Rodríguez afirma que “es imposible conocer cada uno de los lugares donde están sembradas la totalidad de las palmas, ya que algunos ciudadanos deciden sembrar árboles al libre albedrío sin medir las consecuencias ambientales de la plantación sin tener el debido estudio técnico”.
Otro dato a resaltar, es que con motivo de la conmemoración de Semana Santa, esta es una de las mayores épocas o temporada de peligro para esta especie natural ya que el lápiz de este tipo de árbol es utilizado para la fabricación de los llamados ramos santos.
Es por ello, que el ingeniero Javier Reyes, de la sección de tala de árboles del Jardín Botánico, insta a los ciudadanos a la preservación y cuidado de esta especie en peligro de extinción y dice que “quienes son los únicos perjudicados somos nosotros mismos por no ser conscientes del daño irreparable para la humanidad y el medio ambiente”.
De ahí el llamado a los ciudadanos a no comercializar o comprar los ramos santos para esta Semana Santa debido a sus implicaciones y daños para con la naturaleza.