En el periodo del exalcalde Samuel Moreno, exactamente en 2009, se adjudicó la mega obra del Deprimido de la Calle 94 al consorcio Conexión. El contratista Julio Gómez, quien ya fue condenado por el ‘Carrusel de la contratación’, tenía un 68 por ciento de participación en la obra y aseguró que la construcción, en su totalidad, costaría 46.000 millones de pesos.
Tiempo después, en el 2011, el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) debió caducar el contrato por incumplimiento y sancionó al consorcio Conexión inhabilitándolo para contratar con el Estado por cinco años. Se había proporcionado un anticipo de 13.000 millones de pesos que no se invirtieron y fueron devueltos.
Carolina Barbanti, directora técnica de construcciones del IDU, en entrevista con el periódico El Tiempo, explicó que los estudios hechos por el consorcio Conexión fueron deficientes y erróneos. En el 2012, cuando se le adjudicó de nuevo el proyecto al consorcio AIA-Concay y se implementaron nuevos estudios, se presupuestó un costo no de 46.000 millones sino de 166.000. Cuatro veces el valor original.
La construcción del deprimido fue avanzando paulatinamente en el 2013 con el traslado de una red matriz y la dificultad de trabajar el subsuelo en esa zona. No solo hubo problemas de corrupción, también se presentaron conflicto con los vecinos: en principio, el conjunto residencial Torres de Chicó Pijao presentó daños en la fachada por lo que instauraron una acción de tutela contra el IDU. La obra se detuvo por 80 días pero se demostró, mediante un estudio de la Universidad de Los Andes, que la construcción del deprimido no tenía responsabilidad alguna por los daños. De igual forma, el Suite Crown, un edificio aledaño a la construcción, edificó su tanque de agua en espacio público sin autorización alguna. Como lo explica William Camargo, director del IDU, el pleito jurídico empezó en 2011 y se pudo solucionar hasta finales del 2015, retrasando todas las fases del proyecto. Aunque mediante la resolución 2383 del 18 de mayo de 2011 se ordenó la expropiación por vía administrativa del antejardín del edificio Suite Crown (donde se encontraba el tanque de agua), la junta del edificio hizo caso omiso y prohibió el ingreso del personal a la zona.
El Alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, inauguró el deprimido de la calle 94 el pasado 22 de marzo del 2017. Desde el inicio del proyecto, la construcción tardó diez años en finalizar por complicaciones administrativas y logísticas.
En total, como lo explica la Alcaldía de Bogotá, se construyeron 16.592 metros de pilotes (cimientos), se realizó el hincado de 26.000 metros lineales de tablestaca metálica (pantallas de contención del paso a desnivel) y se construyó todo el espacio público de 29.000 metros cuadrados en ambos costados de la Avenida Novena.
El costo final de la construcción del Deprimido de la calle 94 fue de 166.000 millones de pesos. Con esa cifra, como lo explicó el geólogo de la Universidad Nacional Jairo Mojica, se hubieran podido realizar tres líneas del Metrocable en Bogotá, teniendo en cuenta que la sección ‘L’ del Metrocabe en Medellín tuvo un costo de 51.000 millones de pesos. Como lo explica Mojica, el deprimido es una alerta sobre la posibilidad de construir un metro subterráneo en Bogotá: “Si los problemas del deprimido se repitieran, el metro no costaría 14 billones como se prevé, sino cerca de los 50 billones, constituiría un costoso viaje a lo desconocido”.