‘La Maldita Vanidad’ celebra su décimo aniversario

Martes, 05 Marzo 2019 23:13
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El Teatro, ubicado en el barrio Palermo incursionará en temáticas de interés para los colombianos y una puesta en escena participativa con el espectador.

La Maldita Vanidad llegó a su sede en Palermo en el 2013||| La Maldita Vanidad llegó a su sede en Palermo en el 2013||| María Camila Bonilla|||
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“El teatro es un acto vivo, del aquí y el ahora. Tiene la capacidad de reflejarnos como sociedad”, dice Jorge Hugo Marín, director del Teatro La Maldita Vanidad, fundado hace una década en un apartamento arrendado por la 43, arriba de la 13, en la localidad de Chapinero.

Aunque inicialmente el objetivo solo era montar una obra de Marín, "el proyecto ha venido creciendo naturalmente". En el 2009, un grupo de siete actores, incluyendo a Marín, se reunieron para poner en escena ‘El autor intelectual’, obra que rodó por un año. El espectáculo inicial fue en la sala del apartamento del director; fue pequeño, íntimo, sin mucha pretensión.

Hoy en día, diez años después, cuentan con una sede con dos salas, programación y talleres continuos, un café y un hostal para residencias artísticas bajo el sello de La Maldita Vanidad, nombre inspirado en la concepción que se tiene de los artistas.  “Me pareció una manera chistosa de referirnos a lo que se dice de nosotros los actores, como: ahí va la maldita vanidad”, relata Marín.

Desde entonces no solo ha crecido en forma sino en fondo. Su repertorio, entre el que se encuentra la trilogía ‘Sobre Algunos Asuntos de Familia’ y ‘Morir de Amor’, consta de 15 espectáculos que han llegado a 50 festivales alrededor del mundo. Igualmente, los talleres, que nacieron en el 2011 bajo lo que Marín llama “la necesidad del momento”, se enfocan en el montaje de obras y laboratorios de creación para actores, directores y dramaturgos.

Además, como parte de su apuesta de incursionar en un campo de construcción de redes internacionales entre artistas, cuentan con un hostal para residencias artísticas, en el que han recibido a gente de México, Brasil y España; por estos días, incluso, “hay seis dramaturgos catalanes quedándose porque van a trabajar en la ciudad”, cuenta el dramaturgo.

Como iniciaron montando sus obras en apartamentos, “las dificultades del presupuesto llegaron después, con la sala”, detalla. La administración artística les demostró que hay otras cosas que hacer y que, hoy en día, el panorama para su Teatro cuenta con más problemas, por lo menos desde lo financiero.

Aun así, reconoce que el portafolio de estímulos por parte de entidades oficiales ha crecido y “a punta de eso es que buscamos una mayor financiación hoy en día. En convocatorias y becas de Idartes, de fundaciones, de Iberescena, entre otros”, señala. 

“Lo que pasaba con el teatro en Colombia en los sesentas y setentas es una cuestión de admirar, porque era una cosa transgresora”, relata el dramaturgo al explicar cómo antes el contenido y la realización de obras era más difícil. Ahora, en cambio, identifica más políticas culturales en Colombia, con la creación del Ministerio de Cultura hace alrededor de 20 años, por ejemplo, o la Ley de Espectáculo Público, que ha permitido que este se haya renovado y que evolucionara.

Lo cierto es que 'La Maldita Vanidad', para mantener un público estable, ha tratado que la dinámica del teatro sea abierta a grupos de público variado: los menores de 25 años pagan la mitad del precio y existen membresías por un año, para tener descuentos y otros beneficios.

"La idea es que, más que entretenimiento, sea una experiencia habitable"

El director de ‘La Maldita’ considera que parte de lo que ha ayudado a que la fundación se mantenga durante esta década es que ha conservado una identidad muy clara, que también es atractiva para el público. A esto le atribuyen que, después de diez años, sigan realizando obras en escenarios íntimos, como desde sus inicios cuando el escenario principal era su sala.

Hoy en día, por ejemplo, la sala uno del teatro está adecuada para ser como un apartamento; esto porque ellos saben que el público que los frecuenta es exigente, con un ojo afilado y por eso buscan que el papel del espectador sea más cercano a la obra y participativo.

Además, La Maldita Vanidad también trata temáticas de interés que, en sí, “son las historias de quiénes somos”, explica Marín. Dice que, a pesar de que se traten desde contextos distintos, como lo doméstico o lo local, siempre retratan algo de las idiosincrasias, de las realidades. Aunque, “por supuesto que hay un temor de que el lenguaje se vuelva fórmula”, agrega.

Por ahora, el Teatro está en un proceso de creación y renovación constante. Para los próximos años, por ejemplo, quieren incursionar más en la investigación de escena y tener un mayor influjo de artistas internacionales.

También, hay una intención de definir un foco más especializado como escenario cultural en Bogotá y Latinoamérica, porque “si bien sabemos que la casa es un referente local y espacio de mucha autonomía, queremos que eso se vea en un mayor nivel”, afirma el dramaturgo.

Bogotá le apuesta a ser una ciudad cultural

“Percibo que el que haya más escuelas de formación y espacios artísticos va a derivar en artistas más preparados”, dice Jorge Marín. En Bogotá en general, identifica un interés por el teatro y un público ávido de que haya más muestras artísticas de este tipo.

El Instituto Distrital de Turismo tiene registrados 95 escenarios de teatro, como auditorios, casas de la cultura, centros culturales, entre otros. El Festival Iberoamericano de Teatro, por su parte, tendrá en el 2020 su próxima edición, habiendo sido fundado en 1988 por Fanny Mikey. Y pese a que haya presentado problemas en la administración de sus recursos en distintas ediciones, como la del 2010, 2012 o 2016, según lo establece la Revista Arcadia, el Festival sigue teniendo un papel protagónico en el continente.

Además, la ciudad cuenta con otros eventos como: el Festival de Teatro de Bogotá o el Festival de Teatro Alternativo FESTA, entre otros. Tal como lo afirma Marín: “En Bogotá hay un interés por vender a la ciudad como un espacio cultural, artístico, y eso lo veo positivo para el futuro del teatro”.