Así funciona el negocio de vender tapabocas en Colombia

Lunes, 25 Mayo 2020 15:42
Escrito por Jess Angulo

‘Los tinieblos’, grandes sumas de dinero en efectivo y multimillonarios contratos hace parte del creciente negocio que se surgió en Colombia a raíz de las medidas de protección para prevenir el contagio del coronavirus.

Foto referencial de tapabocas.|||| Foto referencial de tapabocas.|||| ||||
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De acuerdo con el diario La República, "la búsqueda de ofertas de geles antibacteriales en el país por canales digitales como Tiendeo.com.co reportan un aumento de más de 750%. En cuanto a algunas cadenas de droguerías, como La Rebaja, al 25 de febrero, reportó aumentos en sus ventas de tapabocas de 124%, […] mientras que en otras droguerías se vieron incrementos de hasta 300%".

La llegada del nuevo coronavirus al país trajo consigo una serie de consecuencias desconocidas para la mayoría de colombianos. El uso obligatorio de tapabocas en el espacio público, la reapertura progresiva de la economía con algunos sectores y la extrema precaución que tomaron muchos ciudadanos ha puesto por las nubes los precios, ventas y producciones de estos elementos. Nilson Caicedo es un comerciante habilidoso y conocedor, por la coyuntura se ha dedicado a manejar estos productos, pues considera que es una gran oportunidad de negocio.

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“Yo nunca había vendido un tapabocas en mi vida, lo mío es tecnología y uno que otro negocio de finca raíz. Me metí en este cuento porque los márgenes de ganancia son buenos, no tanto en porcentaje porque no suben del cinco u ocho pesos por unidad, pero es que yo no he conseguido un cliente que me pida menos de 5 millones de unidades por contrato".

El valor de un tapabocas tradicional no debería sobrepasar los 500 pesos, pero debido a la pandemia, su precio al por mayor oscila entre 1.300 y 1.450 pesos por unidad, esto se debe, entre otras cosas, a la escasez de materias primas como la tela quirúrgica, las máquinas de termosellado y los filtros o válvulas que varían de acuerdo a las referencias. Además, las importaciones de este tipo de mercancía también se han visto afectadas, pues con el cierre de puertos y aeropuertos de muchos países, los tiempos y costos de entrega también han aumentado.

“La variación en precio de un tapabocas importado a uno nacional no era mucha, digamos que unos cincuenta pesos dependiendo de la referencia; pero cuando comenzó toda esta contingencia, esos 50 pesos pasaron a ser casi 500 porque muchas de las fábricas nacionales no manejan volúmenes de producción de más de un millón de unidades a la semana, mientras que los importadores podían hacer entregas inmediatas de cinco millones en adelante. Si el cliente quería tres millones de un día para otro, pues tocaba conseguirle importado más caro, o hacer que se esperara más o menos un mes y que pagara menos".

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Dentro del mismo tipo de mercado, Joanna Ferro afirma que los riesgos son muy altos , pues los valores de las transacciones generalmente se cuentan por miles de millones y además, la certeza sobre la existencia tanto del dinero como de la mercancía es muy complicada de asegurar. “Aquí aparecen vendedores y compradores por todo lado, pero para uno, como intermediario, es muy difícil saber quién si va a comprar y tiene el dinero de verdad, y quien simplemente viene de fisgón a ver qué se puede robar. Te estoy hablando de que un lote de un millón de tapabocas puede estar costando cerca de 1.420 millones de pesos y exponer esa cantidad de dinero no es una posibilidad para nadie".

‘Los tinieblos’

Nilson y Joanna hacen parte de un equipo de ventas independiente que se encarga de buscar lotes de mercancía y enlazarlos con compradores empresariales. Dentro de las actividades propias de su ejercicio comercial se han encontrado con situaciones que, de acuerdo con su testimonio, deberían estar bajo la vigilancia de las autoridades competentes. “Hemos tenido varios compradores que les decimos “los tinieblos” porque es muy evidente que están buscando formas de lavar dinero. Son clientes que llegan con la plata en efectivo para comprar hasta cincuenta millones de unidades y no quieren facturas, no quieren transacciones bancarias y mucho menos quieren pasar documentos del comprador final, pues se presentan como empresas o fiducias comerciales.” Dentro de su círculo de contactos, todos están trabajando con estos insumos a pesar de desconocer casi en su totalidad el mercado.

Como "los tinieblos", ellos han identificado otro tipo de irregularidad. Según ellos, el Gobierno nacional fijó la tasa de usura para los tapabocas sencillos en 2.000 pesos por unidad, sin embargo, un contrato con intermediación entre el primer vendedor y el comprador, se cierra por debajo de los 1.500 pesos por unidad. Es decir, el comprador final puede revender sus unidades a las gobernaciones, alcaldías o a cualquier entidad del Estado por el valor unitario que desee, desde que no supere los 2.000 pesos por unidad. “Nosotros nos ganamos como ocho pesos para repartir entre cuatro, pero el que compra normalmente es un empresario duro o un político, entonces va y los vende directo a una alcaldía 300 pesos más caro y sigue siendo legal, aunque esté inflando el valor en casi un 30%”.

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Los procesos empresariales, de casi todos los gremios comerciales, se han limitado a tres variables: distribuidoras, importadoras o fabricantes de insumos médicos y de seguridad industrial. “La demanda es tan alta que cerrar cualquier contrato es una oportunidad de negocio importante. No es algo que uno vea todos los días”, dice Nixon. Con todo el comercio normal cerrado y parado, esta es casi la única salida para quienes tienen el capital para invertir. Sin embargo, la especulación en los precios, la alta tasa de intemediación y los niveles de riesgo para todas las partes, hacen que concretar una venta de estos insumos sea realmente complicada.

Joanna dice, por ejemplo, que hay algunas aseguradoras y pólizas de riesgo que no están incluyendo los valores totales o parciales de la mercancía dentro de sus cláusulas, pues la probabilidad de robo y fraude es muy alta. De igual forma, el manejo de efectivo siempre representa un riesgo para los intermediarios.

“Si yo cierro hoy un negocio en el que me gano 8 pesos por unidad vendida, y resulta que son 50 millones de tapabocas, pues me dan en efectivo y en cualquier bodega de la ciudad un reguero de plata que yo no me voy a poner a contar. Los niveles de desconfianza son altísimos. Yo recibo eso y hasta el mismo vendedor me puede mandar a robar o me da la mitad de plata falsa y yo ni me entero en el momento. No es un trabajo fácil ni seguro, pero es de lo que hay para vivir en este momento".