En la cartilla titulada "Mi primer libro de animales", que le regalaron cuando era pequeña, Andrea descubrió que su causa la acompañaba desde otra vida. La sensibilidad y empatía hacia los animales quedaron plasmadas en las páginas que coloreó a los 4 años. "Es un libro con crayolas y témperas, donde dibujé el sufrimiento animal. Hay burros con lágrimas por la carga y vaquitas que expresan su sufrimiento", relata Andrea mientras le da mordiscos pequeños a una hamburguesa de garbanzos en el andén de Corferias, en la feria ExpoPet.
Cartilla "Mi primer libro de animales". Fotografía: Andrea Padilla.
Con ojos brillantes pero cansados por las batallas libradas en el Congreso de la República, rememora su niñez. Andrea creció en Suba, cuando era más rural que urbana, con más pastizales que asfalto en las calles. Jugaba con cucarrones, lagartos, ranas, perros y gatos. Esto moldeó su cercanía hacia los animales.
De 1.70 de estatura, con la dulzura de un turrón y la sonrisa de un quokka, el animal más sonriente del mundo, ha protagonizado debates sin precedentes en la política nacional.
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Andre, como prefiere que la llamen, vive por su causa. Como parte de su gira nacional para visitar centros de atención animal, impulsar candidaturas animalistas antes de las elecciones regionales y promover la iniciativa de la que es vocera, el Referendo por los Animales, regresó recién de un viaje del Eje Cafetero. Ahora está en Bogotá por las sesiones en el Senado, pero menciona su deseo de tomarse una semana de descanso. Desde las elecciones de 2022, no ha parado. Incluso, no ha visto Guardianes de la Galaxia 3, no ha tenido el tiempo de verla.
Es psicóloga de la Universidad Javeriana, y aunque siempre su interés lo tuvo en la psicología analítica, luego dio el salto a la criminología, que la llevó a las ramas del derecho. Ahí entendió el porqué del desprecio hacia la vida animal.
Desde un punto de vista científico, definitivamente el desprecio por la vida animal tiene mucho que ver con las expresiones de violencia de una sociedad. Por eso también esta lucha es por sociedades más pacíficas y justas, dice Andrea.
Ahora es política, pasó del activismo al Concejo de Bogotá por un periodo de dos años. De ahí, en un vuelo arriesgado hacia el Senado, en el que 48.000 personas confiaron en ella, llegó a defender una agenda animalista.
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El veganismo se convirtió en su estilo de vida desde los 21 años, tras conocer a su primera gata, Mayo. Esta experiencia fue una revelación que la condujo a consagrar su alma a la protección animal. Mientras habla de Mayo, quien falleció hace unos años, su mirada se desvía hacia los pabellones de Corferias, y su voz se quiebra al mencionar a su eterna compañera felina. Hoy, a sus 45 años, sigue siendo vegana.
Jhon, su compañero de vida, ahora es su refugio, junto con los gatos que rescatan y cuidan temporalmente. Describir a Andrea no es sencillo. Sin embargo, Jhon, quien la conoce desde hace 12 años, puede hacerlo mejor:
Tan noble, tan auténticamente sencilla, desparpajada, sin ser vulgar, sin ser indecente, sin andar con esas peleas groseras, tan auténtica.
También, cuenta que la mayoría de su ropa es de segunda mano. No suele comprar ropa nueva.
Curiosamente, Jhon y Andrea coinciden en una historia particular, cuando ella se hizo “esterilizar”. Así le llaman ellos. A los 40 años, Andrea materializó su elección de no tener hijos humanos y enfocarse completamente en la vida animal. Esta decisión nació de su sentido de justicia al esterilizar gatas y perras, mientras ella misma no tomaba esa responsabilidad. Jhon considera que esta elección es una muestra de su coherencia y dedicación.
Andrea enfrenta desilusión en su causa, especialmente en un congreso adverso. Su colega Luis Domingo Gómez describe sus periodos legislativos como "intensos y frustrantes". A pesar de su ambiciosa agenda, su proyecto de ley contra la crueldad animal en espectáculos fue derrocado en el Congreso por represalias políticas. Incluso, el apoyo gubernamental desapareció, dejándola con una doble decepción.
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El enfoque de Andrea va más allá de detener espectáculos crueles, pero esto la trasnocha. Luis Domingo, promotor del Referendo por los Animales, reconoce su obsesión compartida por proteger a los animales para que no “los corten, los quemen e incluso que los asesinen, simplemente por placer”. En su voz refleja determinación, confianza en el éxito de esta lucha.
La lucha de Andrea, arraigada en una vida anterior, ahora se manifiesta en las calles y en el Congreso. Su camino continúa en un país con escasas políticas públicas en favor de los animales. Mientras recuerda a su gata Mayo, a quien guarda en su corazón como un tesoro, y su primer libro de animales, que le reveló su vocación animalista, se levanta del andén y continúa recolectando firmas.