Sólo un día antes casi 30 mil ciudadanos habían llenado el Estadio El Campín para celebrar la llegada de la Selección Colombia luego de su paso por Rusia 2018. Otros cientos rodearon las calles de la ciudad por las que pasaría la caravana con los jugadores eliminados en los octavos de final.
Las barras futboleras se cambiaron por cánticos suplicantes y de lamento a la noche siguiente. Impulsado por una masacre, miles de personas se movilizaron al corazón político de la capital. La Plaza de Bolívar se llenó de velas para manifestarse contra los recientes asesinatos a líderes sociales de todo el territorio nacional.
Tres días antes, siete cadáveres fueron encontrados en una vía pública de Argelia, Cauca. Una masacre que en medio del Mundial se llevó la atención mediática por algunos instantes y despabiló a las audiencias que indignadas decidieron salir a las calles. La masacre de Argelia no fue el único impulso para la marcha. Un día después, la líder de campaña de Gustavo Petro en Antioquia fue asesinada y se unió a los 120 líderes asesinados en lo corrido del año.
El panorama general es aún más vergonzoso: un total de 311 líderes asesinados desde la implementación del proceso de paz en diciembre de 2016. Un promedio de una muerte cada cuatro días, siendo Antioquia, Cauca y Nariño los departamentos con mayores índices, según datos del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz).
Fue entonces que “el país que sólo se une por el fútbol” salió a las plazas y a los parques de todo el territorio bajo la consigna #NosEstánMatando. En lo que podría considerarse un velorio colectivo, las vidas de los líderes asesinados fueron celebradas entre silencios, sollozos, y pullas y reclamos al gobierno regente y al recién elegido.
“¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué nos asesinan? Si somos la esperanza de América Latina” y “No más muertes, no más muertes” eran algunos de los cánticos que se entremetían en el tumulto y que llegaron a oídos de los adultos y niños que ocuparon la Plaza de Bolívar por algo más de dos horas.
A lo largo de la tarde, las plazas y parques de ciudades como Bucaramanga, Cali y Medellín también se iluminaron con velas, mientras otras ciudades del mundo como Sidney, París, Nueva York y Buenos Aires se sumaron a los reclamos con la etiqueta #VelaPorLaVida.
La velatón fue un acto de esperanza en medio de los crecientes actos de violencia, y de consciencia a puertas del nuevo gobierno. Una marcha por la vida y la dignidad de aquellos que luchan contra la indiferencia y el abandono estatales.