El próximo 20 de marzo se cumple un año de la primera cuarentena impuesta por la Alcaldía de Bogotá para evitar la propagación del coronavirus. El Distrito fijó varias medidas de restricción a la movilidad, como el “pico y cédula” y los llamados a quedarse en casa. Sin embargo, estas medidas que buscaban proteger a la ciudadanía afectaron grave y notablemente a los comerciantes. Las pérdidas económicas son irreparables para la mayoría de los pequeños empresarios y han tenido que cerrar sus locales, así como despedir a todos o gran parte de sus empleados.
La Alquería es un centro de gran importancia para el sector textil en Bogotá, siendo la venta de ropa, tela e insumos para la costura sus principales focos económicos, así como la producción y fabricación de todas las anteriores. De igual manera el barrio ubicado en la localidad de Puente Aranda, suroccidente de Bogotá, es un ejemplo de cómo el virus descompuso el mercado, dejando en pie a una fracción de lo que representaba hace un año.
Según datos de la Cámara de Comercio de Bogotá, la ciudad tuvo, en el 2020, un aumento del 121% en la tasa de desempleo, con 590 mil personas que perdieron su trabajo, con respecto al año anterior. Estos datos se visibilizan al hablar con los dueños de las micro y medianas empresas del barrio La Alquería.
Jorge Gaitán, subgerente de Fashion District Colombia, una empresa local que se especializa en la venta de textiles al por mayor y la fabricación de vestidos de gala, cuenta que a causa de la pandemia tuvo que cerrar tres de los seis puntos de atención que funcionaban en la capital. De los tres restantes, dos funcionan en el barrio La Alquería. Cuenta que el hecho de que el año 2021 haya iniciado con una cuarentena estricta, en la localidad de Puente Aranda, lo llevó a tomar la decisión de cerrar, en las próximas semanas, otra de esas sedes. En total, esta empresa bogotana tuvo que despedir a 15 de los 20 empleados que tenía.
Casos como el de esta empresa se repiten a lo largo de las calles de La Alquería, donde los comerciantes cuentan lo duro que ha sido retomar las operaciones, teniendo, en la mayoría de los casos, que despedir a gran parte de los empleados cuyo sustento económico desapareció a la mitad de la pandemia.
La constante, que se repite en la mayoría de negocios del barrio, es el descontento generado por la poca ayuda que han recibido por parte del Gobierno y la administración local. Los comerciantes han solicitado préstamos a los bancos, pero se los niegan argumentando que los negocios presentan pérdidas, algo a lo que no se le puede huir en estos días.
Fabián Vargas, fabricante local de ropa, asegura haberse inscrito en los programas de distintas estrategias de apoyo económico para pequeñas empresas, pero en varias ocasiones su solicitud fue rechazada, según él, “por no tener el suficiente volumen de producción”. La operación de Vargas daba trabajo hasta a cuatro personas, pero la falta de demanda, producida por la pandemia, no le permite mantener dichos empleos.
Entidades como la Secretaría Distrital de Desarrollo Económico han lanzado convocatorias para el pago de nóminas y prestamos flexibles. Una de estas es Bogotá Responde, que según sus datos, han desembolsado 226 mil millones de pesos, distribuidos en 10.864 empresas de la capital; sin embargo, según la Cámara de Comercio de Bogotá, para abril del 2020 se tenían 886.575 empresas registradas en la capital, lo cual hace ver mal las cifras entregadas por Bogotá Responde, que ha ayudado a menos del 2% de las empresas bogotanas.
En La Alquería son contados los negocios que han recibido este tipo de colchón, como es el caso de Charles Fuentes, gerente de Metro x Metro, fabricante textil que se vio beneficiado por el pago de nómina, lo cual le representó un alivio en medio de las cuarentenas restrictivas que fueron impuestas en la localidad. Aun así, Fuentes no dejó de presentar perdidas, y tuvo que reducir el personal, despidiendo hasta el 30% de los empleados desde en el mes de febrero del 2020.
Sin embargo, otros reconocen que mantuvieron a flote sus negocios gracias a la venta de prendas al detal, por medio del comercio en internet. Andrés Ramírez, dueño de la empresa ropa DSB, dice sentirse agradecido con la venta digital, pues le permitió mantener su negocio a flote a la mitad del 2020. Pero casos como estos son aislados en la dinámica económica del barrio, que desde hace varios años vive del comercio presencial, al por mayor, y no sólo de la venta de tapabocas.
Este último año ha generado graves pérdidas para este sector, y el panorama no se ve alentador para el 2021. Los comerciantes dicen no aguantar un cierre más, y piden, a la administración local, apoyo para estos negocios, que están pendiendo de un hilo para no caer en bancarrota.