A pesar de ser una de las zonas más problemáticas de Bogotá y por tanto, estigmatizada, el barrio Santafé cuenta con un grupo de personas que se reúnen para llevar comida a los habitantes de calle, prostitutas y personas que estén por allí. “Al principio, éramos muy pocos y sólo podíamos dar pan y chocolate, pero pues aunque seguimos dando, a veces se puede dar algo mejorcito, vea, hoy les tocó tamal”, afirmó Juan Pablo Cáceres, orgulloso repartidor de comida.
Hace un par de años un grupo de jóvenes artistas inició una campaña social que consistía en caminar las calles del barrio y repartir chocolate con pan. Iniciativa que más adelante se convertiría en inspiración de políticos y religiosos del sector. Hoy en día son aproximadamente 20 personas ubicadas en distintos sectores del Santafé repartiendo comida todos los jueves. Otoniel Gonzales, líder comunitario, afirma que “La calidad humana que usted va a encontrar aquí es impresionante; da gusto poder darle algo de comer a alguien y cambiarle la noche, que no se acuesten con hambre”.
En medio de la jornada llegó Penélope, una transformista y prostituta de la esquina de la 24, trae una chaqueta, sus largas piernas descubiertas y unos tacones, se acerca y saluda “Qué tal don Otto” mientras se va formando en la fila de la olla con agua de panela. Mientras espera, disimuladamente sigue inhalando y exhalando de una bolsa que contiene bóxer. Otoniel, inmediatamente se da cuenta y se acerca a ella para quitársela, le dice que más bien coma algo y se vaya a descansar. Penélope sin refutar palabra, se deja quitar la bolsa, luego, con mucha vergüenza y tímidos coqueteos a los hombres que están repartiendo comida se despide y se retira de allí.
“La gente se queja mucho de la realidad del país y de este tipo de zonas. Que las prostitutas, que los atracadores ¡claro! Todos se quejan, pero nadie hace nada” dice “Waldo” un rapero que acompaña y cuida a los repartidores de comida mientras canta algunas canciones. Años atrás “Waldo” fue un habitante de calle del sector, hoy se siente orgulloso de haber salido de allí y de haber superado sus problemas de consumo de drogas. Como él lo afirma: “volver significa visitar a los amigos y qué bueno poder dejarles algo”.
Aunque los políticos, la gente de la iglesia y los artistas de Chocolate y pan reparten comida en horas similares, todos se encuentran ubicados en distintas calles del barrio. Jorge Monte, candidato al Concejo de Bogotá por el partido “el País”, llegó a esta noble labor porque ve mucha potencia en cada una de las personas que están allí. “La gente que está aquí puede aportarle mucho a esta sociedad, es muy importante hacer algo por ellos, vale la pena rescatarlos”
El negro Matías, mecánico y habitante de la calle, asegura que no tiene manera de agradecer. En medio de risas y resguardándose de la lluvia, manifiesta que ya quiere que llegue el otro jueves para comer así otra vez, estar con sus amigos y con el papá Noel, refiriéndose a Otoniel.
A eso de las once va finalizando la jornada. Después de una amena conversación, risas y comida, todos se van despidiendo de Waldo, Jorge y Otoniel, quienes en distintas calles de este barrio van recogiendo las ollas con sus respectivos equipos de trabajo. Será hasta el próximo jueves.