Una malla verde con mensajes contra la constructora Praga S.A, “la tierra no se vende nuestro humedal se defiende”, rodeaba las carpas hechas de palos, cobijas, bolsas en un terreno húmedo y barroso. En este lugar, desde el 4 de octubre, vecinos y jóvenes del sector denuncian la construcción del conjunto residencial “Reserva Fontanar”.
Algunos jóvenes como Camilo Rivas ambientalista de 24 años, piel trigueña y estatura media, entra a cada uno los cambuches a despertar a sus compañeros mientras una mujer desde el otro lado del campamento grita: “muchachos, ¿quién quiere café?”. En sus rostros hinchados y cansados se notaba que no habían pasado una buena noche, pero ya al estar todos despiertos deciden ir a desayunar.
Reunidos todos, Olga Beltrán una de las voceras que acampa frente a la constructora asigna grupos para las tareas que se realizarán durante el día. “Las actividades para hacer son sencillas: recogeremos la basura que encontremos en el humedal, arreglaremos las carpas, plantaremos semillas, si llueve recolectamos el agua”, explicaba mientras Camilo y el resto del grupo tomaban en un totumo chocolate caliente con pan y queso.
Vecinos como Doris Blanco quien visita el campamento durante la semana cuenta, mientras le entrega a un joven una bolsa de frutas para los campantes, que: “la construcción de los apartamentos perjudica no solo la especie de aves y mamíferos que llegan sino que contamina el agua, suelo y aire”. Al igual que Doris cientos de vecinos apoyan a estos jóvenes llevándoles alimentos como: enlatados, frutas, granos entre otros.
Durante los días acampados en el Humedal La Conejera se recogieron alrededor de 1.500 firmas entre vecinos, ambientalistas y personas del común con el fin de buscar la protección del lugar por parte del Distrito. Esto ayudó a que el pasado 8 de noviembre se realizara una audiencia con el fin de llegar a acuerdos como: “la protección de las zonas verdes, solicitud de permisos para el manejo sostenible de recursos naturales, se declaró Zona de Manejo y Preservación Ambiental de 15 metros a cada lado del canal Afridro”, entre otros.
Un fuerte aguacero se apodera del lugar, algunos muchachos corren hacia las carpas para recoger rápidamente sus objetos personales mientras que otros disfrutan del agua para tomarla y jugar entre gritos y risas. “¡Que delicia!”, gritaba una joven de estatura media, ojos claros y pelo oscuro.
Al frente del campamento, tractores y volquetas estaban llenos de arena pero la construcción no estaba en marcha. Los jóvenes protectores del humedal La Conejera expresan mientras la lluvia disminuía: “no se ha evaluado los impactos ambientales que la obra generará en el humedal y por ende, solicitamos la suspensión de la construcción. No nos moveremos de aquí hasta que la constructora se vaya”.