Una vaca regordeta, de manchas café y beige, con un hueco entre las patas, espera colgada en el techo un cuerpo que entre en ella y le dé vida. Una mujer de burqa morada, y vestido negro hasta los tobillos, toma tinto mientras organiza la boletería de esta noche.
Mientras tanto, una caravana de aproximadamente treinta bicicletas, vienen desde la Universidad Central, al encuentro que les había ofrecido una boleta gratis a quienes llegasen en este medio. Algunos, llevan camisetas negras con el logo del evento, hay bicicletas, clásicas y alternativas y una roja, de curvas extrañas que resalta entre todas. Una mujer que camina por el andén en sentido contrario a ellos les grita: “manifestaciones, manifestaciones, sólo manifestaciones”.
La casa de la Corporación Colombiana de Teatro hoy está agitada, en la entrada se organiza un grupo que vende agendas artesanales, en su interior sale y entra gente por montón. Entran y compran abonos, reclaman la programación. Es un continuo devenir. Suena el teléfono y una señora responde: “Tienen que llegar hasta la corporación y acá se les asigna una persona encargada para que los lleve al hotel”.
En el salón de al lado hay un letrero en una letra torcida e inclinada, que dice: "se venden ricas empanadas”. Y al parecer es cierto porque en el espacio tan reducido no cabe ni una persona más. La mesa para cuatro está de cinco, y una mujer rubia espera en la puerta.
La obra inaugural de esta noche es La Edad de las Ciruelas, una obra dirigida por Jaime Niño. La pieza teatral explora el universo femenino a través de Celina y Eleonora, hermanas en la vida y en los recuerdos y las otras siete mujeres que habitan en una vieja casona.
El teatro está casi listo, dos sillas de madera oscura y en el medio una lámpara de gas, que están en medio del teatro. Salen las hermanas, con vestidos rosa y azul. Una dice: “Para mí la memoria no es músculo ni una arteria, sino una nariz, porque ese olor a vino de ciruelas rancias de nuestras abuelas me persiguió desde siempre, y no sé qué hacer con ese olor avinagrado que dejan los días tristes de la vida...”.
“Los festivales son sobretodo para que la gente que conoce de teatro reconozca en los grupos los avances tecnológicos, en la intervención de los problemas de los Estados a los cuales están representando”, afirma Rafael Giraldo, uno de los actores que está participando en el festival.
Desde hace más de 18 años, cada dos años se realiza el Festival Alternativo de Teatro. Está organizado por la Corporación Colombiana de Teatro y dirigido por Patricia Ariza, reconocida dramaturga del país. Este festival es una continuación de los Festivales del Nuevo Teatro que la Corporación solía hacer desde 1973. La edición de este año se llevará a cabo del 23 de marzo al 12 de abril.
Este festival, además de las funciones en salas teatrales alternativas, colegios públicos y espacios no convencionales, como los han denominado, cuenta con unas funciones especiales, del Festival Universitario Alternativo, que con el apoyo de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, se presentará en los sótanos de la ASAB (Cra. 8 con Av. Jiménez). Cinco ciudades del país están como invitadas, presentando catorce obras.