Los nombrados elementos crearon un paisaje a fin de hacer sentir el exterior un poco más cerca. Sin embargo, como el exterior, este paisaje también fue cohibido y guardado en el baúl perteneciente a los recuerdos, cerrado con el candado cuya llave se encuentra en lo incierto del mismo modo que el fin de la cuarentena.
1. Pared vacía
Si bien no puedo hablar de estar a la luz de la luna observando la tonalidad del cielo, puedo hablar del vacío existente en el azul de la pared a la luz artificial de una lampara.
2. Intento de árboles
Puedo observar a la falta de árboles, que antes llenaban mis recorridos diarios por Bogotá, ramitas de perejil unidas para crear la ilusión de tener aún los árboles cerca.
3. Pared y árboles
La pared ya no se encuentra vacía.
4. Nubes
El algodón entre mis dedos me recuerda el imaginario infantil de sentir una nube, mis dedos empiezan a formar nubes hechas de algodón.
5. Pared, árboles y nubes
Mi pared, además de ya no estar vacía, me trae un fuerte vestigio del exterior.
6. Ahora hay una luna
¿Dónde hay una luna sin que exista un toque de magia? Mi corazón tampoco está vació, aquella fracción de pared hizo un cambio a mi vista en mi ahora, cotidiano, escritorio.
7. Guardar
La pequeña noción del exterior pertenece a un baúl, al baúl de los recuerdos.
8. Un candado
Un candado se asoma al deber de custodiar lo que el baúl ha de guardar.
9. Cerrar
El baúl se cierra, los recuerdos no se borran, el exterior se extraña.
10. Una llave incierta
La llave del baúl es tan incierta como el final de la vivida cuarentena.