De Panamá a la hacienda Los Molinos

Jueves, 24 Noviembre 2011 02:27
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A raíz de la exposición “Arte público y fotografía Hacienda Los Molinos”, que se exhibe en el Auditorio de la Alcaldía Local Rafael Uribe Uribe, Freddy Cante, profesor asociado de la Facultad de Ciencia Política y de Gobierno de la Universidad del Rosario, analiza la situación de la hacienda y hace un llamado a los bogotanos para que ayuden a recuperar ese patrimonio histórico de la ciudad.

La exposición Arte público y fotografía Hacienda Los Molinos, el la Alcaldía Local Rafel Uribe Uribe.||| La exposición Arte público y fotografía Hacienda Los Molinos, el la Alcaldía Local Rafel Uribe Uribe.||| Foto: Jairo Maldonado|||
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El territorio de Panamá con su acceso a dos océanos, su magnificente selva, su canal de importancia geoestratégica y, por su puesto, sus millones de talentosos panameños y panameñas como el entrañable cantante Rubén Blades, hace casi un siglo dejó de ser parte de Colombia. Seguramente jamás fue territorio colombiano porque, por descuido, por franca indiferencia, por imperdonable ignorancia nuestros antepasados no cuidaron de ese fragmento de la nación, y dejaron que unos pocos avivatos se lo apropiaran para saciar su codicia. Y la historia se repite con territorios distantes del centro y del interior del país, como ocurre con las tierras y habitantes de zonas fronterizas en la Guajira, en el Amazonas, en Guainía, en el Pacífico,… claro, también acontece con los diversos parques naturales nacionales (el Tairona no es el único) y con muchas de las etnias indígenas que en vía de extinción deambulan en cada vez más agrestes condiciones.

El descuido también ocurre en el mismo centro del país, cerca del núcleo de la administración del país y de la capital. En la localidad Rafael Uribe Uribe, en el sur de Bogotá, cuyos portales de acceso por la Caracas, o las carreras décima o treinta no distan más que unos muy pocos kilómetros del Palacio de Nariño (residencia presidencial) y del Palacio Liévano (despachos de la Alcaldía Mayor de Bogotá), existe un fragmento de historia y de geografía que, tristemente, aún muchos de los pobladores de la propia localidad desconocen.

Lo que queda del tesoro (considerado como patrimonio público y ambiental) está ubicado en los aún verdes, imponentes y agradables cerros surorientales, acaso nombrados por cosas negativas: la penitenciaría la Picota que en los últimos años también abrió sus celdas más elegantes para criminales de cuello blanco; las centenas de caóticas hileras de casas y ranchos que cuelgan de la loma; y mucho más lejos, los horizontes que llevan hacia geografías históricas del conflicto como la recordada zona del Sumapaz. Basta tomar algún transporte urbano para ir hacia el Barrio Los Molinos, y caminar hacia el famoso polideportivo. Muy cerca se ubica lo que aún queda de la Hacienda Los Molinos la cual, en tiempos de la Colonia, tenía un terreno de aproximadamente 550 fanegadas. No en vano el nombre, pues en aquella época en tales terrenos se cultivaba trigo y cebada, y existían sendos molinos.

Inicialmente esta hacienda era de Jesuitas que luego la vendieron a particulares. Aproximadamente desde albores del siglo pasado ha pertenecido a diferentes generaciones de la familia Pardo, quienes algo aportaron al hábitat, al mantener y ampliar las casonas de arquitectura colonial, aún hasta hoy.

Sin embargo, desde principios del siglo pasado la hacienda se perdió para su uso agrícola. Una parte de su territorio se malogró (se perdió la vegetación y sus entrañas se abrieron para la minería urbana que, a su vez, habría de nutrir con fábricas de ladrillo y chircales artesanales la expansión de la ciudad). Otra porción del terreno, gracias a los urbanizadores piratas, se fragmentó para así contribuir con su cuota de hacinamiento y afeamiento del ambiente.

Hoy, apenas comenzado el siglo XXI, aún queda la casona, una pequeña parte de la capilla y 27 hectáreas de un hermoso y verde bosque. Ahora tenemos un parque museo aún hecho de papel y decretos legales. Con el Decreto 619 del 2000 (el cual establece el Plan de Ordenamiento Territorial de Bogotá), se declara que este terreno como una zona protegida y como el parque zonal Hacienda Los Molinos. Con el Decreto 606 del 2001 se declara la casona, la capilla y sus alrededores como patrimonio histórico de la ciudad.

A los habitantes de Bogotá y, en particular, a los pobladores de la Localidad Uribe Uribe y sus alrededores baste decirles que, en estos momentos, el balón está, literalmente, en su terreno. Que el Parque Museo Hacienda Los Molinos sea una realidad, depende de ustedes. La idea es que los amantes de los ambientes libres apacibles, de la gimnasia y de la recreación al aire libre, que los amantes de la naturaleza y del futuro de nuestra niñez, actúen ya. Ahora de lo que se trata es de visitar el sitio, y de comprometerse con los grupos organizados que, a instancias de la Alcaldía Local, están trabajando por hacer del sueño una realidad. Podemos cambiar la historia y hacer que no se repita en los Molinos lo que pasó con Panamá y con tantas otras geografías y poblaciones desatendidas y descuidadas. Lo que ignoramos, descuidamos y no usamos para nuestros fines colectivos deja de ser nuestro… ¡aún podemos cambiar la historia!

El artista plástico Jairo Maldonado aportó algunas copias de su trabajo “Arte público y fotografía Hacienda Los Molinos”, una obra creada para sensibilizar al público citadino y a las autoridades distritales. Su exposición está abierta al público durante todo el mes de Noviembre, en el Auditorio de la Alcaldía Local Rafael Uribe Uribe. (Calle 32 No. 23-62 Sur, Barrio Quiroga).