¡Fantasmas! Cuentos de La Candelaria

Martes, 06 Septiembre 2016 11:44
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La ciudad de Bogotá guarda historias, cuentos, relatos. El proyecto Descubre Bogotá busca, mediante recorridos, retratar las diversas narrativas que están presentes en la ciudad. Uno de ellos es el ‘Tour de Fantasmas en la Candelaria’.

José Ayala relatando los cuentos de fantasmas||| José Ayala relatando los cuentos de fantasmas||| Por Jhoan Patarroyo|||
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Es jueves, 25 de agosto. A las 6:30 de la tarde una pequeña llovizna caía en “La Candelaria”, el conocido centro histórico de la ciudad de Bogotá. Estoy fuera de la iglesia de San Francisco, en la esquina de la carrera 7ma con avenida 13 o Avenida Jiménez. José Ayala, como había escrito en el e-mail de confirmación, llegaría a esa hora para empezar el recorrido. Junto a mi también están otras personas que nos acompañarían, de igual manera como espectadores, en el recorrido. Dos muchachas, que poco antes habían salido del Mc Donalds que queda al otro lado de la avenida, estaban comiendo helado; lo que me provocaba, estoy seguro que no solo a mí, salir corriendo bajo la lluvia a comprar un poco de aquel postre.

A las 6:35 llega José, con una banderita blanca en la que se lee la frase “Descubre Bogotá”. Nos reúne y  nos da un abrebocas del recorrido. “Ya no hay esa ‘bogotaneidad’, ya no existe ese cachaco”dice, “entonces, ¿qué es lo verdaderamente Bogotá? La intención de Descubre Bogotá es eso: descubrirla. No vengo a decirles que esto ya es, hay que descubrirla. ¿Cómo? Haciendo estos recorridos: conocer, sentir y narrar la ciudad mediante sus historias”. Luego de ello nos dice que el tour es gratis, pero que las propinas, aún más las que son generosas, ayudan a que las actividades sigan manteniéndose y funcionando.

Luego de eso iniciamos el recorrido narrativo justo allí, a la sombra de la iglesia de San Francisco. La primera historia, que nos relata mientras estamos refugiandonos de la lluvia debajo de sombrillas, trata sobre el Virrey Solís: tercer virrey del nuevo Reino de Granada durante el periodo colonial. Es una historia de amor trágica: debido a un hecho supersticioso, en el que se ve a sí mismo muerto, el virrey se recluye en el convento de los franciscanos. Esto, sumado al rechazo que existía en la sociedad por aquella relación que sostenía el virrey, causa que su amada, Maria Lugarda de Ospina, se exilie en los bosques de Usme. Varios años más tarde, en la actual Bogotá, se habría de fundar en ese lugar el barrio ‘La Marichuela’ en honor a la historia de Maria Lugarda. La historia finaliza en el rumor de que, por las noches en La Candelaria, a los jóvenes se les aparece el espectro de  ‘la Marichuela’.

Proseguimos por la carrera Séptima con dirección sur, en donde nos detemos, a los pocos pasos, en el memorial de la Muerte de Jorge Eliécer Gaitán. Allí, José nos cuenta otras dos historias antes de continuar con nuestra marcha. A la altura de la calle 12b, doblamos en dirección occidente, mirando a los cerros. Al lado de la Casa Reynolds, edificio de la Universidad del Rosario y ubicado en la calle 12b con carrera 5, realizamos una nueva parada. Esta vez, José nos relata la historia del Duende Baltazar, un niño bastardo cuya madre, criada de la época colonial, mancilla el hogar en el que sirve por concebirlo fuera del matrimonio. La dueña de la casa, para conservar el honor del hogar, toma la decisión de lanzar al recién nacido en el pozo del hogar. Desde entonces el espectro del niño se presenta en el lugar y su leyenda es una de las más famosas del barrio. De hecho, en la casa donde se basa la leyenda, funciona actualmente el célebre restaurante-bar ‘La mansion del Duende’, inspirada en la tradición que nace de aquella historia.

Es en este momento, cuando procedemos a caminar hacía la plaza del Museo de Arte del Banco de la República, José nos menciona la existencia de un fantasma que siempre se aparece en cada uno de los recorridos y que causa daños a todas las personas con quien se encuentra: el bolardo fantasma. Justo mientras menciona eso una persona se queja, había acabado de tropezar con uno de estos “demoníacos objetos”. Mientras nos reímos todos tratamos de ver al piso: no queremos que nos pase eso mismo. En la plaza nos cuenta una historia parecida a la del virrey Solís; de don Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, famoso pintor que tenía un romance que no era bien visto por la sociedad. La joven, quien fue recluida en un monasterio, había sido obligada a volverse monja. Don Gregorio, con ayuda de unos amigos, entran al convento y sacan a la enamorada en un disfraz de hombre. Cuando la gente se entera, se forma un gran escándalo en toda la ciudad colonial y es encarcelado por el rapto. Al final, luego de salir de la reclusión, enloquece y el pintor muere alejado de todos. Su tumba, en la Catedral Primada de Bogotá, es olvidada con el tiempo y su legado desaparece parcialmente. Lo único que remane de su existencia es tal vez los rumores de apariciones de una extraña figura en el sótano de la que solía ser su casa, una extraña figura que se dedica a pintar insensatamente cuadros con motivo religioso.

Continuamos nuestro recorrido y llegamos a la calle de la Fatiga, la calle 10, donde emprendemos nuestra subida hacia la Universidad de la Salle, paramos momentáneamente en el teatro de la fundación Gilberto Alzate Avendaño. Allí nos presenta algunos de los fantasmas visibles de La Candelaria: estatuas creadas por el escultor Jorge Olave. Estatuas que retratan personajes que forman parte del urbanismo y tradicionalidad del centro histórico de la ciudad. Es aquí donde nos rememora una de las historias que nos había contado en el camino: el de una joven lavandera que se enamoró de uno de los señoritos de buena familia de la ciudad. La historia finaliza con la joven muerta por neumonía, abandonada por su amante y emparedada en una de las paredes de la casa en la que servía. Allí, su espíritu seguirá lavando, por las noches, la ropa que faltaba por asear.

Al llegar a la Universidad de la Salle, me percato de que ya son las 8:25 de la noche. El recorrido durará, supuestamente, 2 horas y media. Allí, frente a La Salle, nos ubicamos para contar una de las últimas historias de la noche: la de un reconocido jurista, el doctor Russi. Afamado catedrático, también se llegó a ganar la enemistad de otros juristas, entre ellos la del Doctor Caycedo. Su historia trata de malentendidos y una condena sin fundamento: como propietario de una casa espaciosa, arrendaba las habitaciones como alternativa de ingresos. En aquella época, mediados del siglo XIX, existía una banda de ladrones que se dedicaba a robar las casas de los habitantes de La Candelaria. Finalmente los bandidos son atrapados, resultando en la captura de varios inquilinos de la casa del Doctor Russi. Fue acusado de cómplice por el doctor Caycedo. A pesar de los intentos por defenderse y luego de un asesinato cerca a la propiedad del doctor, es sentenciado a muerte por fusilamiento. Es en ese momento donde la leyenda se comienza a formar. La familia del doctor Caycedo se ve obligada a abandonar el país debido al acoso del ya difunto Doctor Russi, quien los perseguía todas las noches con la cara llena de sangre.

El camino ahora se dirige hacia el norte, con dirección al parque de los periodistas. Estamos cerca al final del recorrido y nos detenemos frente a uno de los barrios residenciales más antiguos de la ciudad. Una Leyenda surge en aquel lugar: el relato de un antiguo trato con el diablo. El de un artesano de mampostería que, en una borrachera, reta al diablo a empedrar las calles de la candelaria. Dicho trato consistía en que las calles quedaran perfectamente empedradas sin ninguna piedra faltante. La historia finaliza, de manera incierta, con el triunfo del artesano sobre la treta del diablo y la aparición de un ente a las 3 de la mañana tratando de terminar el trabajo inconcluso que supuso el fracaso de Satanás.

Ya son las 9 de la noche, luego de aquel recorrido llegamos por fin al Eje Ambiental. José nos cuenta la historia de su madre. De niña había sido estudiante de un convento ubicado en la actual plaza de Policarpa Salavarrieta, en la iglesia de las Aguas. Allí, presenció la aparición de una horrible criatura: una noche en la que una de las niñas estaba enferma, se le había encomendado traer algo de la cocina. Dicho salón se encontraba atravesando el Patio. En el momento en que ella  regresaba atravesando el Patio se encuentra cara a cara con una enorme fiera de fauces babeantes y de cuerpo peludo y blanco. Con el corazón en la mano, sale corriendo en dirección a las habitaciones, cerrando de un portazo el lugar en el momento exacto en el que el perro siberiano que cuidaba el monasterio se estrellaba con la puerta. Con una reverencia y con rostro sonriente, finaliza el recorrido invitándonos a amar todas aquellas historias que forjaron, forjan y forjarán nuestra ciudad.