Llegan varios carros y camionetas a partir de las 10 de la mañana al Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada, bajan varias maletas de ruedas que llevan estampados stickers de diferentes motivos y todo tipo de letras. Da la impresión que fuera a iniciar un concierto, gente corriendo por un lado con equipos y otras esperando en la taquilla para comprar sus boletas. Y todo esto, porque hoy inicia el primer día de la 'Octava Convención Internacional de Tatuadores'.
Al entrar todo empieza a tener color: los stand, los cabellos, la ropa y principalmente la piel de las personas. Un pequeño ruido sale de cada stand, parece una fresa dental pero realmente viene de una máquina de tatuar.
Con increíble pulso, Juan Pablo Ganzo, un tatuador de Medellín que se dedica hace 7 años a este oficio se concentra en la pierna de Jeison López para tatuarle un gran árbol. "Cada tatuaje tiene un significado, un recuerdo y un sentido. Esto no es sufrir sino disfrutar un dolor", dice López.
No solo los tatuajes hacen parte de la convención, también hay lugar para los artículos curiosos y estrambóticos. Las alcancías en forma de calavera, stickers con animales y mujeres salidas de lo común, camisas estampadas con diseños originales, cuadros con la imagen de los personajes icónicos el arte.
Este evento es organizado y creado por Alejandro Páez, un joven de barba rubia y cabello largo, esta pendiente de que todo salga bien y por eso está de un lado para otro. El mayor agrado que encuentra Páez de estar en este medio es poder ser él mismo. "No tengo que disfrazarme para ir a trabajar, ni aguantar un jefe que me humille, creo que soy una persona autentica y eso no tiene precio", afirma Páez con una sonrisa.
Al llegar Matt Gone, el hombre más tatuado del mundo, las personas comienzan a salir al pasillo a ver la gran figura del tattoo. Mide alrededor de 1.60 mts, es calvo y tiene un pequeña panza. Da la sensación que ninguna parte de su cuerpo tuviera un espacio en blanco, es como un collage de diseños: ajedrez en su cabeza y en la mayoría del cuerpo, el Kamasutra en una pierna, ojos por diferentes partes, hasta la lengua y la boca por dentro está tatuada. Le piden fotos y él disfruta el momento, posa con la lengua afuera, solo lleva puesto unos calzoncillos de ajedrez y unas pantuflas.
Mientras algunos aficionados se quedan contemplando los cientos de tatuajes que tiene Gone, otros se dedican a tatuarse y comprar uno que otro recuerdo. "Yo comencé a tatuarme desde que tenia 14 años, el medio del tattoo es muy adictivo, te haces uno y te quieres hacer otro", dice Katty Falla una de las invitadas a participar en este evento.
Quedan dos días más para que la gente los visite y se lleve un rayón en la piel.
