Hace 30 años la peor catástrofe natural registrada en Colombia borró del mapa a Armero, el segundo pueblo más próspero del Tolima para esa fecha. La explosión del volcán Nevado del Ruiz provocó un descenso de rocas, lodo y todo lo que el río Lagunillas arrastró a su paso hasta alcanzar esa pequeña ciudad de la cual no quedaron sino memorias.
En medio del caos, centenares de niños sobrevivientes quedaron separados de sus familias, lo que produjo que el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, ICBF, pusiera en marcha un proceso de adopciones cuyo registro se encuentra en el llamado Libro Rojo. Numerosos padres han denunciado que sus hijos fueron dados en adopción sin que las autoridades se aseguraran de que los acudientes habían muerto.
Gladys Primo, una madre sobreviviente de la catástrofe, sigue buscando a sus hijos treinta años después. Ella creyó que sus niños, Jesús Manuel y Nubia Isabel, habían fallecido junto a su esposo Manuel aquel 13 de noviembre de 1985, pero 27 años más tarde, en un video que Noticias Uno reveló del día de la tragedia, Gladys vio a un rescatista que sacaba del lodo a Jesús Manuel con vida.
¿Cómo fueron los últimos momentos con sus hijos?
Ese día yo llevé a los niños a estudiar al centro, los tenía en un colegio privado. Yo era ama de casa y mi esposo trabajaba. Ya en la tarde llegó Manuel con mi hermano Jorge y se sentaron a ver el partido de fútbol, yo no recuerdo qué equipos estaban jugando, recogí a los niños y se quedaron jugando en la calle.
Cuando Jesús llegó, le vi la cara toda sucia, me asomé y estaba lloviendo ceniza, caía como un rocío. Como nos dijeron que estuviéramos tranquilos, nadie se afanó. Las autoridades de la ciudad habían enviado comunicados a la Presidencia pidiéndole que le pusiera atención a eso porque la actividad estaba incrementando, pero ni hicieron nada.
¿En qué momento perdió de vista a sus familiares?
Cuando empezó a temblar, cogí a un hijo con cada mano y les dije que nos fuéramos. Antes de que se fuera la luz vi como la tierra se abría. Arrancamos a correr y mi hermano me dijo que él se encargaba de los niños para que yo me agarrara de mi marido. Nos subimos a un segundo piso de una casa, pero el lodazal hirviendo nos empujó para abajo y ahí fue cuando mi esposo me dijo “te voy a soltar porque ya no puedo más. Adiós mi amor”.
La avalancha me torcía como cuando tuercen un trapero. A Jorge lo encontraron desmayado por los lados de San Jorge, porque se dio un golpe en la cabeza. Él dice que no recuerda qué pasó con los niños, que hasta donde supo tenía a uno en cada mano.
¿Cómo sobrevivió?
Una ola me mandó para un hueco en el que estaban 10 personas. Tres días después de la tragedia, es decir el 16 de noviembre, unos rescatistas nos encontraron. Nos estábamos quedando pegados porque el lodo que nos llegaba casi a la cadera se estaba enfriando, y a mí me daba una sed, tanta sed. Me sacaron jalando una cuerda de la que yo me agarré, al salir me miré las piernas y las tenía casi negras y muy sopladas, me había cortado muy grave la derecha pero yo ya no sentía nada.
¿La tragedia le dejó alguna secuela física con la que aún esté lidiando?
La herida de la pierna estaba peor de lo que pensaba, me la hice con una teja de zinc afilada con la que me tropecé mientras me sacaban del hueco. Hasta la fecha he tenido más de 15 operaciones por la lesión, me han hecho de todo, hasta injertos me han puesto. Pero es mejor esto a que me la hubieran amputado, y el doctor me dijo que se había puesto tan mal la pierna que casi les toca.
Usted dice que fue su madre, Margarita Primo, la que la salvó ¿por qué?
Mi mamá cuenta que cuando me buscó en los hospitales de la capital del Tolima, mi nombre aparecía en los listados de la gente muerta, pero a ella le dijeron que había una mujer que seguramente era su hija en el San Juan de Dios en Bogotá. Ella viajó para asegurarse y vio que era yo. Los médicos le decían que me estaba muriendo y que tenía que hablarme mucho y decirme que mis hijos estaban bien.
Después de varias veces que ella me hablara yo empecé a salir del coma en que estaba, pero el proceso fue largo, duré casi un año y medio en el hospital por el montón de cirugías. Si mi madre no me hubiera encontrado yo me muero ahí sola.
Cuál es el primer indicio que le permite establecer que su hijo salió con vida del desastre?
Mi mamá se fue al ICBF en Bogotá con los únicos retratos que se salvaron de mis hijos. Allí una señora le dijo que había visto hacía pocos minutos al niño de la foto irse en un camión con mucho niños más. La señora que dice haberlo visto le dijo a mi madre que el niño lloraba y decía “me voy para donde la abuelita, me voy, me voy”.
¿Encontró el nombre de alguno de sus hijos en alguna lista de sobrevivientes?
Mientras yo seguía en recuperación sin saber que mis niños estaban perdidos, mi mamá recorrió todos los hospitales de Ibagué y también preguntó en Bogotá. No aparecían ni en la lista de sobrevivientes, ni en la de muertos, ni en la de niños adoptados. Ellos solo desaparecieron.
Cuando su madre, Margarita Primo acude a las autoridades para que la ayuden a encontrar a Jesús ¿Qué respuesta le dieron?
Ella les dijo a los del ICBF que su nieto estaba en el camión que había salido media hora antes y les pidió que le dijeran a dónde se lo llevaban, pero le respondieron “¡ay no joda tanto señora!”. Ni esa entidad ni ninguna procuró ayudarnos sino hasta muchos años después.
Actualmente usted está vinculada a Armando Armero, una organización fundada por Francisco González, cuyo objetivo es reconstruir la memoria del pueblo con museos como el de Las Catástrofes Naturales, y representar a muchos armeritas que buscan a sus familias ¿Cómo se vinculó usted con la fundación?
Yo una vez iba pasando por la Plaza de Bolívar y vi la exposición que organizó Francisco con más armeritas para visibilizar el proyecto, entonces se me dio por acercarme y contarle mi historia. Él al escucharme me dijo que me iba a ayudar, ahí conocí a muchos otros sobrevivientes a los que él estaba ayudando también.
¿Cuál es la prueba más reciente de que su hijo salió con vida de la tragedia?
Yo reconocí a mi hijo en un video que pasaron en una emisión de Noticias Uno en el 2012. De inmediato llamé a Francisco y él organizó para que yo pudiera ir al canal a ver el video con más cuidado. Sí era él. Lo único que sé es que él salió con vida del desastre y que lo subieron a un helicóptero, pero al helicóptero no se le ven las placas en el video.
Dado que hasta hace poco la fundación logró que el ICBF le diera acceso al Libro Rojo en que se llevó el registro parcial de las adopciones posteriores a la tragedia ¿Cómo ha avanzado el proceso de búsqueda?
En una de las publicaciones que hacen por la página de Armando Armero, una mujer comentó “esa niña soy yo”, en una foto de mi hija, Nubia. Francisco se contactó con ella y le dijo que procedieran a hacer las pruebas de ADN, al final ella no quiso y no supimos más. No podemos hacer mucho sino esperar a que Francisco termine de revisar el Libro Rojo a ver si hay algún indicio.
¿Cómo continuó su vida después de la tragedia y la recuperación?
Cuando me dieron de alta en el hospital, unas alemanas me acogieron en su apartamento y cuatro años más tarde, en una de las entrevistas que fueron a hacerme allá, conocí a Eliberto Balcero. Él estaba ayudando con los equipos, las cámaras y todo eso. Tuvimos tres hijos, el mayor tiene 26 años y la menor 20, y hace apenas un año nos casamos por la iglesia. Los cuatro son muy comprensivos conmigo sobre la tragedia, de hecho mi hija le ayuda mucho a Francisco en la fundación. Sanar no ha sido fácil y menos cuando uno no sabe nada de sus hijos. Todos los días me pregunto ¿Dónde están? ¿Dónde están mis niños?