Cartago es un municipio ubicado estratégicamente entre los departamentos del Quindío, Valle del Cauca y Risaralda, es un paso obligado para llegar a Cali desde Bogotá y se reconoce a nivel nacional por los bordados de tela, el sicariato y el Aeropuerto Internacional Santa Ana. El pasado violento del norte del Valle del Cauca no es un secreto para nadie, sin embargo, la pandemia ha demostrado como esta pequeña ciudad cuenta una amabilidad poco vista en otros lugares; los negocios cartagüeños no compiten entre ellos, sino que se han servido los unos de los otros para salir adelante frente la adversidad, este es el caso de Cesar Augusto Ramírez, Juan Pablo Arango y Alejandro Giraldo, quienes se vieron obligados a cerrar las puertas de sus reconocidas y queridas cafeterías durante los casi seis meses de cuarentena obligatoria.
Por un lado de la moneda, nos encontramos con Juan Pablo y Alejandro, propietarios del café Próspero, insignia de lo que es llevar el grano desde la tierra hasta la taza, puesto que cuentan con su propia marca de nombre homónimo. Próspero es un lugar característico por la exclusividad que ofrecen, desde la Vereda de la Tulia, llega a Cartago un café que todos los locales pueden reconocer por su excelente sabor y ambiente. Sin embargo, la pandemia y la crisis de salud dejó a Próspero en una difícil situación casi insostenible hasta que entró en funcionamiento el plan piloto para los pequeños negocios en Cartago. El plan piloto comenzó a regir la semana pasada con unas pocas decenas de negocios adaptados y acomodados con todas las medidas de bioseguridad. De la mano con el alcalde Víctor Alfonso Álvarez, lugares como Próspero han dado un respiro y han vuelto a funcionar a través de la nueva normalidad.
Por otro lado, nos encontramos con lugares como Nebraska, que se adaptó rápidamente a las condiciones supuestas por la crisis sanitaria, enviando domicilios y funcionando a máxima capacidad aún con sus puertas cerradas. De cualquier modo, César Augusto explica como el corazón de los negocios en esta ciudad se basan en la interacción, en los amigos y en el apoyo del prójimo para salir adelante. Cesar añade que han construido una comunidad importante, tanto que incluso hoy, funcionando parcialmente, deben pedir constantemente que se disipen las aglomeraciones de personas que quieren retomar las rutinas de hace meses, las charlas indefinidas y experiencias más allá del café.
El café, mucho más que una bebida
Cartago está ubicado en el Eje Cafetero, aquí se pueden encontrar cafés de todo tipo de alturas, especies, variedades y sabores; sin embargo, este café ha sido mucho más que una bebida para los cartagüeños, que han construido toda una comunidad alrededor del barismo y la enseñanza de la disciplina que preparación de este trago. En el caso de Próspero, Alejandro y Juan David lograron promover su marca y conocimientos a través de una serie de exitosos cursos de barismo y catación, representando el comienzo de una nueva cultura cafetera en la ciudad, una cultura que hoy brinda apoyo total a los pequeños productores locales e independientes de las asociaciones de café nacionales.
Cartago es un pequeño gigante que ha demostrado su valía durante los tiempos de cuarentena, probando que es posible mantener viva la economía aún con una tasa baja de contagios. Las cafeterías cartagüeñas podrían enseñarle sobre adaptabilidad a toda Colombia, mientras que Próspero luchó por la apertura del plan piloto para reabrir y se encuentra hoy en el proceso de transformación para la nueva normalidad, Nebraska se acondicionó a través de las ventas en línea a la vez que aprovechó la recesión para pensar en el futuro, en los nuevos proyectos que como los de muchos otros cartagüeños, lograrán que esta pequeña ciudad, olvidada por los colombianos, vuelva a las portadas de los diarios por razones distintas al conflicto armado, la violencia o el sicariato.