El desempleo que dejó el Sitp en Fontibón

Miércoles, 08 Abril 2015 07:43
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Conductores, mecánicos y pequeños empresarios tendrán que buscar otros trabajos en el área de transporte para resolver sus necesidades económicas.

La cooperativa Cootransfontibon perdió 150 buses públicos que fueron chatarrizados o transformados en Sitp/Plazacapital.co||| La cooperativa Cootransfontibon perdió 150 buses públicos que fueron chatarrizados o transformados en Sitp/Plazacapital.co||| |||
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  • Coautor 1: Laura Ximena Peñuela

Desde el 2013 con la implementación del Sitp en Bogotá 1.367 buses urbanos dejaron de circular en la ciudad. Esto no sólo afectó la movilidad, sino también a las personas que trabajan de forma indirecta con el transporte tradicional. Según el Dane 32.497 capitalinos optaron por utilizar otros medios de transporte desde el año anteriorcomo el Transmilenio, el Sitp o bicicletas.

La postura firme que mantiene Ciro Bohórquez sobresalta la elegancia de su camisa blanca de cuello y el planchado perfecto de su pantalón color beige. Gracias a esto hapodido destacarse en el mundo de la mecánica en Fontibón. Debido a que trabaja desde hace 27 años en el negocio de repuestos, lubricantes y cambios de aceite en buses públicos consiguió tener su propio taller ,Lubrirepuestos; el más grande en la localidad.

Tito Bohórquez, su hermano, y cinco personas más son los únicos empleados que trabajan ahora en el taller.“Tuve que salir de la mayoría de  mis empleados. Hace unos años empezó a cambiar este negocio. Si sigue así me va tocar seguir reduciendo gastos”, dice Ciro, mientras mira a su alrededor y señala lo desolado que está el lugar.

Antes de la resolución 141 de 2013 , que hace referencia a la sustitución del transporte  tradicional por el Sitp, mecánicos como Tito Bohórquez atendían en promedio entre 50 y 60 buses, mientras que ahora solamente 30. “Como ya no hay tanto trabajo he debido ampliar el negocio. Acá hay desde llaveros hasta cámaras para furgones”, aclara Ciro.

Jesús Vargas sale debajo de un taxi deslizándose en una tabla vieja con ruedas. “Juan pásame la llave”, le grita al único ayudante que le queda de cinco personas que tuvo que despedir por la escasez de ingresos . En su taller, Vargas sólo se especializa en el sistema de refrigeración. “El trabajo ha bajado bastante. Casi un ochenta por ciento, por eso es que ya no pago parqueadero para los buses que arreglaba durante días. Si esto sigue así dentro de un año me tocará cerrar y despedir a Juan”.

Como Jesús y Tito más de 300 familias viven indirectamente del transporte urbano de Bogotá . En la localidad de Fontibón, los lavadores de carros que ganan tres mil pesos por bus, mecánicos independientes que cobran desde veinte mil pesos, y vendedores ambulantes que ofrecen muñecos pequeños de animales como perros y gatos para decorar los vehículos

“Aquí los que me dejaban dinero eran los conductores de los buses de la Metropolitana, pero ya no compran porque ganan muy poquito”, dice Elsa Ortiz, mientras limpia las mesas de su local. Por las mañanas vende golosinas para niños como cualquier tienda de barrio, y en las noches se enciende una rockola en la que suena música popular para convertirse en una cantina frecuentada por conductores y trabajadores de las fábricas cercanas.

A la semana Elsa sólo vende entre 10 y 15 canastas de cerveza cuando antes los conductores de la Metropolitana le compraban hasta 40 “palos de cerveza”. “Espero que los negocios que se sustentaban con los buses cambien a papelerías o un café Internet. Así para que no pase como con el paradero de la Cooperativa Nacional, en donde los restaurantes y las tiendas desaparecieron. Ahora todo está desolado por esa zona”.

Por la chatarrización de los buses las cooperativas como La Nacional han desaparecido , en cambio Buses verdes, La Universal o la Metropolitana siguen con sus labores, pero con una flota automotor reducida. “La Metropolitana contaba con  alrededor de 1.000 buses, ahora son casi 300”, aclara Alfonso López propietario de dos buses afiliado a esta compañía.

Edwin Páez mira fijamente el golpe que tiene su bus en una de las farolas de atrás. Saca del bolsillo derecho un fajo de billetes para pagar el daño del carro que le costó 200 mil pesos. Páez arregla su vehículo los días que tiene pico y placa para no perder el tiempo que le cuesta dinero en el taller de Ciro. Un conductor de bus gana a la semana  700 mil pesos en cuatro viajes en los que en cada uno se demora alrededor de tres horas .

“Ahora no creo que pueda ganar ni 500 mil pesos porque desde el primero de junio nos van a retirar de todas las rutas. Buscaré otro trabajo como en camiones o en intermunicipal, pero conductor del Sitp no porque me ganaría un mínimo y un bono que está sujeto a cambios”. Señala Marcos Suarez, quien es conductor de bus urbano hace 7 años.

Conductores y propietarios de buses urbanos no están dispuestos a recibir un mínimo cuando en otros trabajos de transporte ganan la misma cantidad de dinero; 2 millones mensuales.“ Yo tengo familia y además respondo por otros hijos fuera de mi hogar. Para mi un salario mínimo es poco para mantener cinco bocas o más. En camiones o intermunicipales consigo a lo que estoy acostumbrado”, comenta Páez.

Los requisitos que exige el Sitp para trabajar es haber obtenido hace mínimo un año el pase de categoría C2, ser bachiller académico y no tener deudas por comparendos. Marcos y Edwin aseguran que los accidentes de tránsito en los que se ven involucrados los “ buses azules” es culpa de ellos mismos por no tener la experiencia suficiente para trabajar en un negocio en donde se moviliza gente.

En la carrera 117 con 14, Héctor Velásquez se baja de una tractomula que compró hace dos años cuando tuvo que vender su último bus. Limpia los espejos de su vehículo con un trapo rojo que a distancia huele a canela, mientras mira de reojo hacia los parqueaderos del Sitp que acomodaron con el tiempo en Fontibón. “A la gente de los buses azules lo que le falta es alguien que esté empapado del tema. Que conozca el negocio y sepa que rutas de verdad coge la gente”.

Por la resolución, los carros más nuevos fueron recogidos para trabajar como buses de Sitp y los más viejos el Ministerio de Transporte . “A mí me chatarrizaron una buseta modelo 2010, la compré en 110 millones, a la hora de entregarla me dieron solamente 103 millones”, dice Anatolio Losada que ahora vive del arriendo de dos casas ubicadas en el barrio Madelena.

Según las tablas de la Secretaría de Movilidad, las tarifas de chatarrización están entre 15 millones y 150 millones ; el precio varía dependiendo del modelo del vehículo. Pero las empresas que hacen el proceso de desintegración “pagan únicamente entre mil y 350 mil pesos al propietario en reconocimiento por entregar su carro. Lo demás ya se arregla con la Alcaldía”, comenta Sidenal; una de las compañías autorizadas para chatarrizar los buses públicos.

La alcaldía tomó la decisión de remover de la ciudad a los buses urbanos ya que la movilidad de la ciudad se ha convertido en uno de los principales problemas de la ciudad ya que el exceso de buses circulando generó al denominada “guerra del centavo” que  consiste en llevar a los pasajeros por menos de la tarifa normal para recoger el mayor número de personas. Sin embargo, estó generó además de probelamas de movilidad, riñas que muchas veces terminaban en la detención total del tráfico mientras las peleas se llevaban a cabo.

Hace tres años lo primero que se veía al entrar en la localidad de Fontibón eran los parqueaderos de la Cooperativa Metropolitana de transportes que estaban saturados de buses; más de 700 carros eran guardados allí. Ahora la flota automor de la empresa ha sido reducida a 300 vehículos que son opacados por la cantidad de “buses azules”.