En Corferias, el viernes 13 de mayo, unas 12.000 personas entraron a comprar libros, hacerse una caricatura, asistir a una conferencia o simplemente a visitar alguno de los pabellones. Pero a las seis de la tarde miles de personas empezaron a hacer otra fila para ingresar. Esta vez de manera gratuita, algo que no había ocurrido antes. Diez minutos después se abrieron las puertas. Luego, parecía que toda la ciudad se encontraba reunida.
Lida Benítez, estudiante de licenciatura en lengua castellana de la Fundación Universitaria Monserrate, llegó a la Feria Internacional del Libro Bogotá (FILB) porque se había enterado que la entrada era gratuita, que iba en un horario extendido hasta las 11 de la noche y que iban a haber descuentos. Una actividad que por primera vez se hacía: “la noche de los libros”.
“Desde las seis hasta las once entraron 26.000 personas”, asegura Diana Rey, coordinadora y vocera de la FILB. Una suma considerable, teniendo en cuenta que los días anteriores el número de personas que llegó a la feria oscilaba entre 12.000 y 15.000.
Al entrar, Lida empezó a recorrer el sitio. Estaba ante una programación cultural que incluía danza contemporánea del Colegio del Cuerpo de Álvaro Restrepo, el V Concurso Nacional de Cuento, el concierto Radiónica Soundsystem, había descuentos de hasta el 50% en libros del grupo editorial Planeta y diferentes actividades para atraer a la gente por parte de los organizadores de cada stand como las presentaciones musicales y teatrales de la Universidad Distrital.
Los grafiteros, también fueron participes de la jornada. Se encargaron de pintar un muro dentro del Centro Internacional de Negocios y Exposiciones (Corferias), mientras eran vistos y fotografiados por los espectadores. “Es una gran oportunidad participar en estos eventos ya que, así, nos conoce más la gente y el grafiti deja de ser visto como algo malo”, comenta Sindy Sierra, una de las jóvenes que participó en este evento.
Lida tenía planeado asistir a una conferencia pero con tantas actividades llegó un poco tarde. Estaba un poco afligida porque le interesaba comprar libros y no tenía el dinero suficiente, aún así, estaba emocionada porque “la noche de los libros” le parecía una actividad que, “hace que muchas personas que no tienen recursos puedan participar, conocer y divertirse”, comentó. En este mismo sentido se pronunció Diana Rey recordando que, “la feria del libro no es sólo un ejercicio comercial, sino un escenario de reflexión, debate y encuentro de unas nuevas maneras de relacionarse con lo urbano”.
Hacia las 11 de la noche se fue desocupando Corferias. Familias, grupos de amigos universitarios, parejas, ejecutivos y todos aquellos asistentes a la FILB salían con bolsas de las diferentes editoriales, con caricaturas de sí mismos, comiendo maíz pira y la mayoría con cara de cansancio después de una jornada un tanto alborotada y agotadora. Lida también salió con la expectativa de una próxima “noche de los libros”. Mientras tanto Diana Rey esperaba la reunión con los editores para saber si repetiría esta noche.