Alrededor de Corferias en el marco de la Feria del Libro, hacen presencia diferentes vendedores ambulantes, con productos como “cheetos”, papas, chicles, bebidas, “Bon Ice”, helados y otros productos. Sus ventas diarias pueden variar entre 50.000 y 300.000 pesos diarios, “dependiendo del producto, el día, pero sobre todo de cuánto tiempo nos den los policías para trabajar”, como afirma Ana Rosa, vendedora de dulces varios en la entrada de Corferias.
La ubicación de los vendedores ambulantes en Bogotá, aún no se ha resuelto, muchos como los que laboran a las afueras de Corferias, trabajan por lapsos de tiempo. “Toca esperar en qué momento vienen los policías a quitarnos y aprovechar el momento que nos dejen para vender lo que más se pueda”, asegura José Goméz vendedor de “Bon Ice”.
Por otra parte, un oficial de policía (quien pidió ocultar su nombre) asegura que su función es solo seguir órdenes y la vigilancia a los vendedores ambulantes es una labor de todos los días. “Yo debo cumplir órdenes y decirles a los vendedores que se alejen cuando más personas empiezan a llegar a Corferias, es por el espacio público y aunque no me gusta porque entiendo que ellos deben trabajar, debemos pedirles que se alejen y es difícil controlar”, afirma el oficial.
Entre policías y vendedores, a veces hay una especie de pacto, en el cual la fuerza pública no dice nada por algunas horas, pero cuando el andén de Corferias empieza a llenarse, les dicen “amigo, por favor colabore”. Para los vendedores el mensaje es claro: deben irse. María López, vende principalmente “cheetos” y papas, ella solo trabaja durante los eventos que hace Corferias y vende aproximadamente 100.000 pesos diarios. “En estas ferias tenemos más tranquilidad, no nos están acosando como cuando trabajo en la calle, cuando se acaban me quedo en casa con mis hijos”, afirma.
Diego Aristizábal, profesor de la Universidad Externado y columnista de opinión, dice que desde hace 4 años que visita la Feria del Libro, ha encontrado vendedores ambulantes tanto dentro como fuera de la feria. Para Aristizábal, este es un negocio lucrativo que a la vez tiene que ver con el desempleo. “Las ventas ambulantes siempre serán rentables, en cuanto el Colombiano siempre quiere encontrar todo a la mano y hallar aquello que necesita en el camino”, afirma al agregar que este fenómeno es algo muy cultural y dentro de esta “industria” se evidencia creatividad al atender las necesidades del momento.
Por otro lado, se encuentran los vendedores ambulantes incorporados por medio de las grandes empresas en convenio con Corferias; Coca-Cola, Postobon, Frito-lay y empresas distribuidoras como Movibar, Baskin Robbins, entre otras, mueven sus ventas dentro de las grandes ferias.
Cristina Marín, vendedora de Coca–Cola, inició trabajando en los diferentes eventos de Corferias desde hace dos años. Ella recorre los pasillos de la Feria del Libro con un carro lleno de productos Coca-Cola, a pesar de su salario diario recibe comisión dependiendo de la cantidad de ventas diarias que oscilan entre 300.000 o 400.000 pesos.
Compañeras de Cristina, también vendedoras con experiencia en los eventos de Corferias, dicen que los fines de semana son los más rentables, con ventas aproximadas de 2.000.000 de pesos por día. Para ellas las mejores ferias son: Colonias, la Feria del Hogar y, Ocio y Fantasía. “Las personas suelen comprar mucho, hasta se sorprenden al ver que los precios son asequibles, una bebida puede costar entre 1.500 y 2.500 pesos”, afirma Lina Álvarez, vendedora ambulante de la feria.
Karen Ceballos, asistente de la 27º Feria Internacional del Libro, afirma que siempre que asiste a alguna feria, debe comprar algo y las ventas ya sean fuera o dentro de Corferias “hacen parte de la visita”.
Las diferencias entre los vendedores ambulantes, dentro y fuera de Corferias, se evidencian en el ingreso en ventas, los uniformes, sus herramientas de trabajo y el vínculo con la fuerza pública, que se podría clasificar en vendedores formales e informales, pero al final “para todos es rentable”, según Diego Aristizábal.