Melodías en 'En El Bosque', una entrevista con Alejandro Orozco

Lunes, 10 Mayo 2021 11:07
Escrito por Natalia Serrano M.

Al occidente de Medellín, en los espesos bosques de Santa Elena, nace la magia por medio de artistas y apasionados, pero en especial en manos de un músico, Alejandro Orozco. El 2019 fue un año de construcción personal pero también literal para este pianista, donde una serie de eventos personales dieron paso a En El Bosque Sesiones, que entre todas las cosas que representa y las funciones que cumple, busca recuperar las raíces del hacer música y tocar en vivo para capturar la naturaleza de los sonidos. 

Alejandro Orozco|Estudio En El Bosque Sesiones|Piano de cola|Alejandro Orozco se vuelve uno con el piano|Invitados de En El Bosque Sesiones||| Alejandro Orozco|Estudio En El Bosque Sesiones|Piano de cola|Alejandro Orozco se vuelve uno con el piano|Invitados de En El Bosque Sesiones||| Foto cedida por el entrevistado|Foto cedida por el entrevistado|Foto cedida por el entrevistado|Foto cedida por el entrevistado|Foto cedida por el entrevistado|||
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Alejandro Orozco nació en Medellín en 1985, actualmente tiene 35 años y desde pequeño supo que quería hacer música. Si bien a lo largo de su vida trabajó como profesor de conjuntos musicales en distintos colegios de Medellín, actualmente se dedica a su estudio, sala musical y teatro en el bosque de Santa Elena, proyecto al cual le destina todas sus energías vitales.

¿Cuándo y por qué surgió tu interés y pasión por la música?

Creo que es una cuestión difícil de responder, porque la pasión la llevamos siempre, lo que tenemos son detonantes que hacen que se activen cosas, porque todos tenemos ese dispositivo, que es el deseo por hacer algo. Pero digamos que esa detonación se dio cuando tenía 11 años y escuché a un pianista improvisando en un piano de cola en El Poblado Club, y ahí empezó toda la explosión. Lo que me pasó fue que en mi cabeza no había otra posibilidad sino tocar algo parecido a eso, poder llevar una imagen o una idea al sonido, como si hubiera otro ser dentro de mi diciendo “búscalo”. Entonces con mi corta edad, mi insistencia a mis padres y a mi mismo de que tenía que hacerlo, cogí un tecladito que tenía mi prima y empecé a sacar cosas hasta que surgió una disciplina con el instrumento y la música.

La pasión siempre estuvo latente con el arte, la percepción de las cosas y la forma en que se veía el mundo a través de la melodía, los paisajes, las esculturas, pero todo se enfocó en un arte como tal que fue la música.

¿Cuál fue tu primer trabajo como profesor de música y qué representaba esto para ti?

Fue cuando tenía 15 años. Ya estaba saliendo del colegio y mi primer trabajo fue con los que seguían después de mí para enseñarles todo lo que se había hecho y lo que había logrado con la construcción cultural en el colegio. ¿Esto qué representaba? Es muy curioso porque en el momento en que uno lo está haciendo no sabe lo que representa y muchas veces en la vida uno solo ve las representaciones y los símbolos de las cosas años después. En principio era salir de algo, pero cuando empecé a dar clases, sin darme cuenta, empezó una pasión por entender qué pasaba en el otro, que yo creo que es el principio de la educación, entender al otro. Entonces me di cuenta de que había algo más importante que el hecho de enseñar y era ver el otro cómo aprendía, porque una cosa es el ego de uno saber que enseña bien y la otra dirección es cómo el otro percibe el mundo a través de lo que uno le enseña.

¿Alguna anécdota de vida que recopile las razones por las cuales haces música?

Más que anécdota, hay ciertas funciones de los propósitos. Hay muchas anécdotas que justifican o dan fe de porqué las personas hacen las cosas, en mi caso la música. Pero creo que hay ciertas intenciones o formas del pensamiento que determinan por qué la gente lucha por algo y esto son los propósitos. El propósito fundamental del porqué yo hago música es la belleza, porque hay una decisión fundamental en hacer arte y es poder ver las cosas a través de ciertas ópticas, de ciertas funciones, de la estética. La anécdota más grande, es la vida entera. Alguien decía que la vida es una improvisación de largo tramo, y digamos que es una anécdota de larga duración. La vida está estructurada por principios, propósitos y funciones de pensamiento y por eso el arte tiene una participación grande en lo que yo creo que es el mundo, como quiero que se vea y se transforme a través de otros pensamientos e ideas que tengan que ver con la belleza.

¿Qué es En el Bosque Sesiones y por qué surge?

En El Bosque, más allá de la empresa que es, representa un proyecto de vida, una condensación, es un embudo de todas mis ideas y energías vitales. En el Bosque es un estudio, un teatro, una sala streaming y un lugar para hacer música con estructura. Tiene todos esos pensamientos, sensaciones, visiones y críticas que tengo del mundo. Es una estructura cultural, artística, una plataforma para hacer arte, un puente con las ideas y las personas que tienen algo que decir. Y precisamente esa es la razón por la que se crea En El Bosque.

Primero, llegó un momento coyuntural en el que tuve que explotar de muchas formas, y cuando uno explota, a la final, uno vuelve a los pensamientos de lo inicial, lo básico y las raíces. En ese momento me hice muchas preguntas sobre cómo se construyen las cosas y me di cuenta de que buscamos prefabricar y evitar conectarnos, esto pasa en todos los estudios del mundo cuando graban instrumento por instrumento para llegar a una perfección. Entonces me cuestioné sobre porqué ya no hacemos música en vivo y preferimos la perfección de todo y no la naturaleza de las cosas. Así cree un lugar donde la gente pueda hacer música en sesión, puedan escuchar la acústica y esos errores que hay cuando se toca en grupo y que se priorice la esencia del sonido y la unión entre los músicos.

¿Qué historia ha marcado la construcción y el sello de En El Bosque Sesiones?

El proyecto surgió de un montón de decepciones y posiciones frente al mundo, yo acababa de salir de unas situaciones difíciles en mi vida y lo único que pensé fue volver a encontrarme con la naturaleza de las cosas, del sonido y mis amigos con los que hacía música. Empecé a darme cuenta de que lo único que uno tiene en el mundo son las ideas y la estética que uno dimensiona con el otro. Yo tenía la idea de hacer eso y empecé a hacerlo en una sala pequeña que tenía En El Bosque, y un amigo me preguntó si le podía regalar tierra para hacer un muro de contención en su lote, yo le dije que sí y me fui de viaje.

Cuando regresé, habían sacado unos mil quinientos bultos de tierra y el espacio que quedaba era como una piscina olímpica, entonces bromeando me dije a mi mismo que iba a tener que construir un teatro. Ese mismo día me llamaron de una empresa para hacer un evento muy grande, y con esto apareció un dinero inicial y dije “voy a hacer el teatro”. Yo no dimensionaba tener un lugar así por los valores económicos pero se llegó a esto por medio de un simple accidente.

¿Por qué en Santa Elena? ¿Qué tiene de especial este lugar?

Santa Elena tiene una magia natural, es un bosque espeso, un lugar con una energía de antepasados que hacían música, de hecho hay un lugar que se llama Los Tambores porque los indios venían aquí a hacer música, e incluso todavía se hacen rituales indígenas y de yagé, pero eso lo vine a descubrir después. Pero más o menos hace 12 años venía mucho a Santa Elena y tenía una cabaña que alquilaba, y siempre pensé que iba a vivir acá. 14 años después, compré un lote que curiosamente queda exactamente al otro lado del bosque donde yo vivía. Entonces En El Bosque se hace aquí, en el terreno de mi casa, que fuera de todas las cosas personales, Santa Elena es un lugar con una cultura impresionante, hay una relación con el artesano, el que recoge flores que es una cosa muy bella. Es un lugar hecho y alzado con las manos, los silleteros, toda la cultura de los músicos y la mentalidad de las personas que tienen del cuidado de la naturaleza.

¿Qué momentos de crisis han surgido con este proyecto debido a la pandemia? ¿Cómo has respondido a esto?

El teatro se creó, se inauguró y a la semana empezó el toque de queda por la pandemia, entonces este es un proyecto de pandemia, porque todo su inicio fue a partir de estas restricciones donde lo que nos llevó a hacer fue replantear todo. Pero yo creo que las circunstancias difíciles son las que crean las ideas que prevalecen en el tiempo, lo que hace la mente con las crisis es una cosa tremenda. Además, de alguna forma, todos los momentos artísticos de la historia, como el jazz y el punk, han surgido a partir de las crisis. Después de esperar un tiempo, me di cuenta de que era una oportunidad, los pequeños lugares como estos permiten una sensación de espacio abierto, y con todo esto que vivimos yo creo que las pequeñas concentraciones nos permiten reconocer al otro y no como en un concierto de cien mil personas donde no sabíamos quién era nadie.

Así empecé a estudiar y me di cuenta de que podía crear otro mundo a partir del streaming, y la solución era crear otra sala de transmisión de televisión, por lo que se hicieron los ajustes, se compraron las cámaras y permitimos uno de los fuertes de En El Bosque, la transmisión de shows en vivo de alta calidad, orquestas, bandas incluso stand up comedy y poco a poco esto generó una voz a voz en la ciudad.

¿Es esto una nueva forma de hacer música? y finalmente ¿qué esperas lograr con En El Bosque?

Este lugar no está hecho para hacer una nueva forma de hacer música, sino que los seres humanos no nos damos cuenta de que las cosas se hacían antes y no reconocemos la historia y nuestra forma natural. Entonces este lugar es para volver a los inicios de la música, de encontrarnos, de hablarnos, porque los seres humanos nos dejamos de hablar por crear cosas inmediatas y por el éxito. Este espacio se hizo para volver a leernos y encontrarnos a hacer música pero no simplemente desde la distancia del estudio, sino para crear y sentir la magia de estar todos en un lugar con un mismo propósito, donde permitimos la génesis de la música y el encuentro. Espero crear un dispositivo cultural donde podamos reivindicar la cultura como un espacio mental de transformación.

Quiero que En El Bosque se vuelva un lugar de producción artística, donde en las casas puedan vivir diseñadores, productores audiovisuales y que puedan sentirse dueños de este espacio, y que se convierta como en el oráculo de producción de arte y permanezca como un lugar de centro de pensamiento.