Un letrero pegado a la puerta revela su nombre, Daniel Lipton. A través del pequeño resquicio entre esta y la pared se observa un espejo rodeado de bombillos blancos, que evidencian un camerino. Las personas que transitan en los pasillos tienen ese aire reconocible de artistas consumados, algunos miran de reojo el camerino levemente cerrado del director musical, del hombre que por más de 30 años ha sido un referente de la ópera en Colombia.
Porque Daniel Lipton, nacido en Francia, pero criado en Nueva York, tiene una larga historia con la ópera de Colombia, fue el director de la Orquesta Sinfónica de Colombia y dirigió gran parte de la mejor época de este tipo de arte en el país, truncada finalmente por el retiro de Gloria Zea de Colcultura y el cierre de Asartes, institución estatal dirigida a apoyar la ópera en Colombia.
Hoy vuelve al país a dirigir una obra que conoce muy bien, de un autor que conoce mejor y que, según su biografía, es el que más ha dirigido: La Traviata, de Giuseppe Verdi. Así se inaugurará la Temporada de Ópera 2010 que se presentará desde el 30 de septiembre hasta el 31 de octubre en el Teatro de Bellas Artes de Bogotá.
Finalmente, la puerta se abre y el maestro Lipton, un hombre de gran altura con un rostro afable y consumado, recibe a PLAZA CAPITAL. Nos da un fuerte estrechón de manos y nos indica un sofá naranja en donde podemos sentarnos. El camerino es pequeño, un baño, un closet, el sofá en que nos sentamos y una mesa frente a aquel espejo rodeado de bombillos blancos que hace parte de la identidad de un artista. Antes de entrar el jefe de prensa avisa: “Tienen suerte, el maestro es muy bueno.”
Plaza Capital: ¿Qué lo trajo a esta temporada de ópera en Colombia?
Daniel Lipton: Yo empecé la ópera en Colombia con Gloria Zea y la junta de Asartes. Y después de tantos años de no estar aquí, me importa mucho lo que pase en esta compañía y la búsqueda en Colombia en particular.
PC: ¿Qué recuerda del tiempo en que dirigió la Orquesta Sinfónica de Colombia?
DL: Hay demasiado para recordar, fueron 8 años que estuve aquí primero como director invitado de la sinfónica y luego como director titular cuando el cien por ciento de la orquesta voto para que lo fuera. Y pues lógicamente me emocionó muchísimo, yo vine aquí muy joven… Y regrese más viejo. (Risas)
PC: ¿Recuerda la primera ópera que dirigió en Colombia?
DL: Bohemia, La Bohème en 1976… pues recuerdo la emoción, Bohème es una ópera muy especial, fue la primera que dirigí completa de joven. Recuerdo el trabajo y todo lo que logramos y hasta dónde nos fuimos. Después de la apertura del estreno de Bohemia tuvimos que adicionar seis funciones más, se vendieron todas las funciones. Tuvimos que hacer 12 funciones de Bohème en total.
Daniel Lipton dirigirá únicamente 5 funciones de la "Traviata", la última función la dirigirá Felipe Aguirre. Foto: Daniela Forero/Plaza Capital
EL PRESENTE DE LA ÓPERA EN COLOMBIA
Mientras el maestro Lipton narra aquella época en donde fue figura protagónica de la ópera en Colombia, la puerta del camerino permanece abierta. De repente una voz poderosa recorre rápidamente el pasillo de la entrada e irrumpe en el camerino del maestro, un abre bocas de lo que nos esperaría. Era la soprano italiana Daria Masiero, quien al final de la ópera recibiría una ovación de pie por parte de los asistentes, convirtiéndose lentamente en Violeta Valery, heroína de la obra de Verdi.
PC: ¿Cuál es la diferencia de aquellos años de oro de la Ópera en Colombia de la década de 1970 y 1980 con el presente?
DL: Pues con todo el daño que se le ha hecho a la ópera, volver a nacer ha sido una labor muy importante y muy grande. Lógicamente no hay tanto oro en los cajones, los medios no son tantos como antes, igual la ópera es la más costosa de todas las artes. Y hoy en día hay que convencer a la gente de que tiene que apoyar esta labor que es de una gran tradición. Es más difícil, y cuando digo que se ha perdido el oro hablo financieramente pero el ánimo es igual, el ánimo de tratar de tener el mejor resultado posible.
PC: ¿Hay buenos artistas de Ópera en Colombia?
DL: Sí, necesitan desarrollo y necesitan unas ciertas experiencias a otro nivel. Pero potencial sí hay.
PC: ¿Qué opina de aquella crítica que asegura que la ópera no puede tener espacio en el país por no ser colombiana y por ser elitista?
DL: Esa crítica es mentira. La ópera es internacional y además no es elitista. Fue creada por el público, luego fueron los príncipes que querían tenerla para ellos y contaban con los medios. En el inicio la ópera se hacía en la calle para el gran público, y para mi tiene que regresar a él. La gente que no conoce la ópera que viene y escucha lo que es, les llega al corazón.
PC: ¿Cree que es posible ver una ópera en una sala de cine como se hará próximamente en el país?
DL: Pues mis sentimientos son mezclados, me parece muy bien que el público pueda llegar a ver una ópera tan bien hecha, con todos los medios que tiene la “Metropolitan Ópera House” de Nueva York. De verlos de frente, muy bien actuados, muy bien cantados y con las escenografías más bellas, todo lo mejor. Por otro lado, tengo un poco de miedo de que eso corte los deseos de verla en vivo. La ópera hay que verla en vivo. La ópera no es una experiencia de sofá.
LA INAUGURACIÓN DE LA TEMPORADA DE ÓPERA
Al entrar al teatro, ya colmado por los 700 invitados especiales del Ministerio de Cultura, la Orquesta Sinfónica de Colombia, el Teatro de Bellas Artes de Bogotá y de la Fundación Camarín del Carmen, una silla blanca con una rosa roja corona el escenario aún cerrado. De repente, la orquesta que se encuentra justo debajo del escenario se levanta mientras el maestro Lipton recibe tan solo con parte de su rostro mirando a los asistentes un estruendoso aplauso, aplauso que se repetiría otras tres veces cada vez más sonoro que el anterior.
Finalmente, cuando el telón se levanta, la orquesta empieza a tocar y los artistas empiezan a recrear sobre el escenario esa trágica historia de Violeta Valery y de Alfredo Germont. El silencio inunda la sala y algunas cámaras entre el público retratan el evento esperado. Sin embargo, los asistentes no se resisten a los aplausos entre escenas, a los “vivas” y “bravos” que se les escapan a individuos extasiados. Ya diría Daniel Lipton, “La ópera hay que verla en vivo, no es una experiencia de sofá”.