Bogotá es una ciudad diversa, colorida y rica en historia. Ha evolucionado con el paso de los años y poco a poco se ha vuelto inclusiva pues ofrece oportunidades con orientaciones diferentes para toda la sociedad. Sin embargo, así como es diversa, también es grande y sectorizada. La población de la capital se encuentra dividida en 20 localidades y 7 UPZ (Unidades de Planeación Zonal) que han funcionado como patrones de organización local, pero también han provocado una discrepancia en la funcionalidad de unas localidades con respecto a otras. Uno de los efectos más críticos de esta discrepancia es la indigencia y la pobreza sectorizada.
Según cifras del DANE, en un censo realizado en diciembre de 2019, se demuestra que el 41,85% de habitantes de calle se concentra en la ciudad de Bogotá. La mayoría de las personas que se encuentran en esta situación oscilan entre los 20 y 44 años, y la principal razón por la cual al menos un 32% de los censados inició su vida en la calle fue debido al consumo de sustancias psicoactivas. (DANE, 2019). Teniendo en cuenta lo anterior se puede demostrar que la indigencia es un fenómeno social que afecta principalmente a Bogotá. Miles de historias ruedan por la ciudad con la necesidad de ser contadas y con el objetivo de eliminar la estigmatización que se crea en torno a los habitantes de calle y las razones por las que salir de ella en buenas condiciones es casi imposible.
Historias de vida poco convencionales
Este es el caso de Aura María Junque, más conocida como “Patricia”, de 51 años, quien a sus dieciséis años terminó en las calles de la capital debido a problemas familiares después de la muerte de su padre. Su huida de la casa vino acompañada de “malas amistades” que la influenciaron al consumo de sustancias psicoactivas, con el tiempo se volvió adicta a dichas sustancias razón por la cual empezó a robar y realizar distintos trabajos con el fin de conseguir dinero para pagar sus vicios, la situación fue a tal punto que llegó a habitar en el antiguo “Bronx” en el centro de Bogotá.
A sus 17 años tuvo su primer hijo, más adelante tuvo 5 más, con tres hombres diferentes los cuales le dieron mala vida a ella y a sus hijos, debido a la situación Patricia menciona que tomo conciencia de sus actos y a pesar de ser difícil poco a poco se fue alejando de las drogas, sin embargo, no pudo dejar la marihuana. Comenta que en varias ocasiones tuvo que robar para darles de comer a sus hijos y lograr pagar la habitación que rentaba.
La mayoría de sus hijos decidió no estudiar pues se acostumbraron a la vida en las calles, con excepción de que fueron saliendo adelante y formando sus propias familias. Sin embargo, su hija mayor decidió estudiar y se graduó de un Colegio en Soacha el cual ayudo a pagar su madrina, quien se encargó de ella la mayor parte del tiempo. Debido a malas amistades “la mona” como la llama su madre, empezó a consumir distintos tipos de drogas cayendo en la peor de todas como diría Patricia, el bazuco. No se sabe realmente donde se encuentra su hija, de lo único que se tiene conocimiento es que dejo a sus dos niñas al cuidado de su madrina.
En cuanto a los familiares de Patricia no se sabe mucho, pues ella no quiso volver a tener contacto con ellos debido al maltrato que se le dio mientras vivió junto con ellos, lo único que sabe es que su madre murió hace 7 años deseando verla y pedirle perdón por como la trató. Así como esta, son muchas las historias que se encuentran en lo que hoy es conocido como el nuevo “Bronx” ubicado en la carrera 17 con séptima, donde se puede ver una gran cantidad de habitantes de calle que fueron desplazados de ese lugar. Como Patricia son pocas las personas que salen adelante, sin embargo, continúan empapándose de este mundo, donde el consumo de sustancias psicoactivas y el vandalismo son comunes.