La violencia por prejuicio en las mujeres transgénero

Viernes, 18 Septiembre 2020 16:37
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Desde 1993 hasta el presente, se han registrado, al menos, 326 homicidios, 107 casos de violencia policial y 76 casos de amenazas hacia la comunidad transgénero en Colombia. Las causas de cada uno de estos acontecimientos hacen parte del problema conocido como ‘violencia por prejuicio’, que es el conjunto de crímenes que sufre la comunidad LGBTI por el rechazo social de su orientación sexual o identidad de género.

Mujer transgénero protestando en el #YoMarchoTrans (Bogotá, 2020)|Mujer transgénero sacándose una selfie durante el #YoMarchoTrans (Bogotá, 2020)|Retrato en #YoMarchoTrans (Bogotá, 2020)|Retrato #YoMarchoTrans (Bogotá, 2020)||| Mujer transgénero protestando en el #YoMarchoTrans (Bogotá, 2020)|Mujer transgénero sacándose una selfie durante el #YoMarchoTrans (Bogotá, 2020)|Retrato en #YoMarchoTrans (Bogotá, 2020)|Retrato #YoMarchoTrans (Bogotá, 2020)||| Fátima Martínez|Fátima Martínez|Fátima Martínez|Fátima Martínez|||
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Abuso policial, amenazas que prometen agresión física, hostigamiento verbal en las calles, discriminación y maltrato físico hacia sus estructuras identitarias (senos, glúteos y genitales), son algunos de los problemas que tienen que enfrentar las mujeres transgénero en Colombia, un país que parece ignorar la diversidad sexual y de género. Las causas por las que esta comunidad sea el grupo LGBTI más violentado tiene relación directa con su apariencia física que demuestra una transición de género, la labor de trabajadoras sexuales que ejercen muchas de ellas, el hecho de convertirse en mujeres dentro de una sociedad misógina y el prejuicio que tiene la sociedad al describirlas como mujeres agresivas y propagadoras de enfermedades de transmisión sexual.

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Por prejuicio, se entiende "un procedimiento por el cual los individuos se dan y dan razones para justificar frente a un grupo social, frente a sí mismos, la reacción general negativa que sienten hacia algo o alguien", como afirma María Mercedes Gómez, doctora en Discriminación y Exclusión del New School For Social Research, en el libro ‘La mirada de los jueces ll’.

Los homicidios son reales

Luiza Valentina Rincón, 28 años; Alejandra Monocuco, 39; Ariadna Barros Ojeda, 20; Brandy Carolina Brown, 30; Eilyn Catalina, 21; Shantall Escalona, 19. Los nombres pertenecen a seis de las doce mujeres transgénero asesinadas este año 2020 en Colombia. Esta cifra corrobora el dato descrito por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que afirma que “la esperanza de vida promedio de mujeres trans es de 35 años en las Américas”.

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Por otro lado, en este mismo lapso solo se registró el homicidio de un hombre transgénero. Es el caso de Mateo López Mejía, un activista trans de 25 años que fue asesinado el pasado 4 de julio en el municipio de Circasia–Quindío. El joven se encontraba repartiéndoles comida a personas en situación de vulnerabilidad cuando un desconocido se acercó y le disparó. No obstante, este líder presentaba un historial de amenazas y ataques desde el 2017, por lo que solicitó medida de protección a la Unidad Nacional de Protección. Esta organización concluyó que las amenazas eran ordinarias y negó el beneficio de protección.

La violencia policial no se oculta

Durante este año se han reportado siete hechos en los cuales 10 mujeres transgénero han denunciado abuso de poder por parte de la Policía Nacional en Colombia, en comparación con el total de casos de abuso hacia hombres transgénero, que equivale a cero. Las cifras son incompatibles con el estimado total de casos ocurridos en el país, ya que muchas de las víctimas se abstienen de denunciar a la policía, pues irónicamente es la organización que recibe las denuncias.

“Cuando una va a denunciar, nadie le presta atención. Empiezan a burlarse diciéndonos «a estas locas que les pasa, váyanse de acá », entonces una se defiende y se la llevan a la UPJ y nos dan garrote. Entonces ¿A qué va uno?”, explica, en entrevista con Plaza Capital, Lorena Barriga, lideresa de la comunidad LGBT y antigua trabajadora sexual en la ciudad de Bogotá. Lorena Barriga denuncia que en las localidades de Santa Fe y Patio Bonito los policías pasan por encima de las trabajadoras sexuales con sus motos, las golpean con sus bolillos, las agreden verbalmente y evitan que líderes LGBTI den talleres y entreguen kits de sanidad. “La policía dice haber cambiado porque ya no nos dan garrote en la calle, pero cuando lo suben a la patrulla, la agarran a bolillo”, narra esta lideresa.

Todo esto impide que la comunidad trans pueda desempeñar su labor tanto de líder que promueve campañas de sanidad y talleres pedagógicos, como de trabajadora sexual. Además, les causan daños físicos al golpearlas, y dispararles  con balas de goma en las partes del cuerpo que tienen silicona. Estas situaciones también les generan problemas de salud mental, pues se sienten en constante peligro e inevitablemente aumenta su estrés y ansiedad.

Las amenazas y  el hostigamiento son silenciosos

Pese que solo se tiene conocimiento oficial de un caso de amenaza u hostigamiento, lo cierto es que las fundaciones que trabajan con la comunidad trans cuentan con decenas de denuncias de violencia por parte de las ¿Por qué no alzan la voz? “Las compañeras no denuncian por temor a ser revictimizadas, acusadas y hasta sentenciadas. Además, se suma el hecho de que, frente a las denuncias hechas, no han surgido resultados significativos de restitución de derechos o de acceso a la justicia”, afirma Déborah Skenassy, fundadora y directora ejecutiva de la Fundación Santamaría en el Valle del Cauca.

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Iván Donato, estudiante de la Universidad del Rosario, expone su caso de hostigamiento, cuando trataron de atemorizarlo por redes sociales y lo agredieron verbalmente con frases machistas que niegan su identidad de género. Además, denuncia públicamente que muchos de sus compañeros transgénero fueron amenazados con ser violados: “Les dicen que les van a demostrar que siguen siendo mujeres, violándolos”.

Lo que dicen los expertos

Muchos expertos coinciden en afirmar que las mujeres trans sufren de constantes escenas de violencia por prejuicio, en comparación con los hombres trans y la comunidad LGBTI en general. Por otra parte, para el análisis y comprensión de estas cifras, tuvieron en cuenta pensamientos filosóficos, su experiencia común como personas transgénero y su participación como líderes en fundaciones y campañas.

“La discriminación hacia las mujeres transgénero sucede porque han decidido abandonar esa figura de poder y de confort social que da el patriarcado, que da la figura de ser hombre”, explica Victoria Fernández, una de las fundadoras de la plataforma LGBTIQ Santander, la más grande en temas de genero del departamento. Esta mujer transgénero argumenta, mediante la teoría del Falocentrismo de Lacan (quien porta el falo posee el poder y quien no lo porta es el objeto sobre el que se ejerce el poder), que la violencia por prejuicio se ocasiona porque los hombres, que cambian su identidad al género femenino, están abandonando su rol de poder para irse al extremo donde se ejerce el poder y es toda una vergüenza para la sociedad profundamente machista.

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“Frente al tema de los hombres trans asesinados, las cifras son muchísimo menores porque no hay nadie que adquiriendo poder se le violente, al fuerte no se le ataca”, advierte Victoria Fernández, explicando que cuando se deja de ser del género oprimido, para hacer parte del género que ostenta el poder, se deja de ser un objetivo de violencia.

Déborah Skenassy explica, por su parte, que la violencia por prejuicio “tiene que ver con nuestras estéticas y nuestra corporalidad, ya que se nos evidencia que somos mujeres trans por nuestras tallas grandes, estaturas altas, el tono de voz  mayores al de la mujer promedio”. Y que, por este hecho de ser constantemente discriminadas, muchas de ellas se ven obligadas al ejercicio del trabajo sexual en la calle, lo que las sitúa en un lugar de mayor vulnerabilidad y violencia. “Las mujeres transgénero están más propensas a sufrir violencia por prejuicio por aspectos de misoginia inmersos”, argumenta Iván Donato al explicar que por el hecho de identificarse como mujeres dentro de una sociedad machista, están más expuestas al odio y menosprecio.

Iván explica que “para los hombres trans es más fácil « disimular la transición »”. Este hecho hace que seamos menos propensos a cierto tipo de violencias y prejuicios, además que el hecho de nombrarnos como hombres hace que se eliminen varios factores de misoginia y violencia de género”.