La clasificación de la Selección se vivió en la casa del campeón de Colombia

Jueves, 28 Junio 2018 20:59
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La capital del Tolima se vistió de amarillo, azul y rojo para apoyar al conjunto tricolor. La gente vibró con el paso a los octavos de final.

Los ibaguereños esperando el inicio del compromiso. Foto: Sofia Hernández Toro||| Los ibaguereños esperando el inicio del compromiso. Foto: Sofia Hernández Toro||| |||
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Teniendo en cuenta el horario del partido (9 de la mañana), nadie esperaría que los bares, centros comerciales y restaurantes estuvieran a punto de reventar. Sin embargo, cientos de personas se volcaron y llenaron cuanto espacio público encontraron entonar el “¡Vamos Colombia!” a una sola voz. Ningún ibaguereño se quería quedar por fuera del crucial partido en el que la Selección definía su paso a los octavos de final de Rusia 2018.

En el ambiente se respiraba cierta confianza. En la capital del Tolima todos estaban seguro de algos: Colombia no quedaría eliminada el día de hoy. Con un optimismo que llegaba al cielo y con el sonido de las vuvuzelas retumbando por toda la ciudad, las calles se empezaron a pintarse de amarillo desde las siete de la mañana. Los minutos iban pasando lentamente, como cuando se quiere que llegue una hora y esta no llega. Como cuando se espera con ansias un acontecimiento y este se hace esperar. Pero el destino no le iba a dar más largas injustas y las nueve de la mañana se marcaron en el reloj.

Los dos equipos saltaron al campo de juego y los aplausos y gritos estallaron fuertemente, principalmente cuando la pantalla gigante mostró a Radamel ‘El Tigre' Falcao. El ambiente era una mezcla de júbilo, nerviosismo, alegría y cerveza. El silbato del árbitro Milorad Mazic dio inicio al importante compromiso; la alegría de la clasificación – o la decepción de la eliminación -, estaban a escasos 90 minutos.     

En el inicio del cotejo no hubo muchos momentos críticos. Ninguno de los dos equipos mostraba opciones claras de gol. El guardameta David Ospina se hizo grande bajo los tres palos y demostró que estaba totalmente recuperado de la lesión sufrida contra Polonia. Ahogó la celebración de los senegaleses y le dio tranquilidad a todos los colombianos.

Sin embargo, en el minuto 16 el silencio se apoderó de todos los presentes. El árbitro pitó y mostró con su mano derecho el punto penal. La caída del delantero Saido Mané tras una barrida de Dávinson Sánchez para recuperar el balón había sido interpretada por el juez central como una falta. El reloj se detuvo, las caras de preocupación se hicieron comunes y los insultos contra el hombre de negro empezaron a regarse. 

Tras la presión de los colombianos para que revisara la jugada, el juez ordenó revisar el VAR. Unos segundos después, que fueron eternos, el árbitro se retractaría de su decisión. El partido seguiría 0 – 0 por un largo tiempo.

El pitazo que decretó el final de la primera mitad llegó y aparecieron todos los técnicos de fútbol que viven en Colombia. “No tenía que haber sacado a James”, “deberían intentar sorprender más desde fuera del área”, “Cuadrado no está jugando igual de bien al partido pasado”, eran las frases más comunes entre los asistentes. Pese a esto, la fe seguía intacta, las vuvuzelas seguían sonando y la gente charlaba animadamente sobre lo que debería hacer Pékerman para salir victorioso.

Pasaron los 15 minutos de descanso reglamentarios y la gente volvió a direccionar sus cinco sentidos en la pantalla gigante que adornaba el establecimiento. A medida que transcurría el tiempo aparecían los nervios, además, el partido entre Polonia y Japón también seguía 0 – 0, lo que significaba una clasificación de los 'nipones' y los africanos. Por esto Colombia tenía la obligación de ganar sí o sí.

La suerte del equipo asiático acabó en el minuto 59, cuando el polaco Jan Bednarek puso a celebrar a todos sus compatriotas. No obstante, el grito de gol se escuchó más fuerte a este lado del continente. Colombia estaba clasificando sin la necesidad de sumar los tres puntos. Con todo y ello, los ibaguereños que presenciaban el partido querían celebrar una anotación propia, deseaban abrazarse y llorar de alegría por un gol de Falcao, Cuadrado o Quintero. El nombre no importaba, solo el escudo que todos los espectadores portaban en el pecho.

Y llegó aquel grito sagrado que une a millones de personas. El “¡Goooool de Colom, de Colombiaaaa!” de la narración de Javier Fernández se escuchaba de fondo en el pequeño y abarrotado local, ya que la celebración de todos los presentes superaba el sonido de la televisión. Saltos, abrazos y lágrimas de felicidad inundaban el sitio. Por un momento, desconocidos y conocidos se juntaron en nombre de Yerry Mina. El hombre nacido en Guachené había alegrado a todo un país.

El tiempo posterior de partido contó con dos opciones claras de los senegaleses que salvó bien David Ospina. La gente coreaba su nombre, agradecidos de que la clasificación a octavos de final quedara en sus guantes. Ahora, la gente deberá hacer la eterna espera hasta la una de la tarde del próximo martes, cuando los 50 millones de corazones colombianos se congreguen nuevamente a observar a los 11 guerreros que se enfrentarán a los “tres leones” de Inglaterra.