Fiesta de estrellas en Villa de Leyva

Lunes, 23 Febrero 2015 11:25
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Del 20 al 22 de febrero se llevó a cabo la XVIII versión del Festival de Astronomía Autodidacta en Villa de Leyva, Boyacá.

Mas de veinte telescopios profesionales abiertos al publico||| Mas de veinte telescopios profesionales abiertos al publico||| Foto: Círculo Espeletia|||
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30 personas esperan en la Plaza Central de Villa de Leyva a que el cielo se despeje. Un telescopio apuntando a Saturno obstruido por una nube densa decepciona a la gente que madrugó a las cuatro de la mañana para ver al “señor de los anillos”, como lo describen los observadores aficionados. Una camada de perros callejeros patrullan la plaza y ladran fuertemente mientras los decepcionados observadores empiezan a retirarse, pues las primeras luces del alba se despliegan sobre el oriente y Saturno no se podrá observar hoy.

Pero quienes no pudieron ver esta mañana a Saturno, seguramente fueron afortunados la noche anterior: Júpiter, acompañado de sus cuatro lunas (Europa, Ío, Ganímedes y Calisto) se pudo observar durante largas ventanas entre las nubes. O quizá entraron a alguno de los planetarios inflables que estaban instalados, o atendieron a los miembros de ASASAC (Asociación de Astrónomos Autodidactas de Colombia) apuntando con láseres al firmamento explicando los movimientos de la bóveda celeste y las constelaciones más sobresalientes.

El sol, causante de su retiro, es ahora objeto de observación: telescopios solares dejan ver sus mínimas protuberancias, llamaradas en sus bordes que pueden albergar bajo su brazo a varias decenas de planetas Tierra y violentas tormentas solares. Todo esto mientras una serie de 21 conferencias gratuitas sobre astronomía, física y divulgación científica se toman los principales auditorios del pueblo.

“Este tipo de festival lo que quiere es promover el conocimiento científico en aras de evitar el esoterismo y la vulgarización de los fenómenos celestes”, afirma Emilio Combariza, miembro de ASASAC. Esta asociación, que está cumpliendo 50 años de fundada, ha realizado 18 festivales llevando la astronomía a la gente del común; de manera lúdica y didáctica pero buscando conocimientos rigurosos y afinidad con la cultura científica.

Pese a la precisión  de los telescopios que hay en la plaza, más de veinte, que pueden calcular con exactitud coordenadas de cuerpos celestes; la creencia o el mito se evidencian en el suspiro de niños y adultos que se acercan a ver la nebulosa cabeza de caballo. “Es que todo lo que se ve en los telescopios son representaciones de la mitología chibcha. Ahí están la luna (ChÍa), el sol (Xué) y toda la luz y todo lo que existe”, dice Yomar Sierra, autodidacta campesina, “pancha” como le dicen de cariño los niños.

Además de lo puramente astronómico, en las conferencias del día sábado también se habló de los procesos sociales relacionados con la divulgación científica.Maximiliano Alzate, fundador del grupo de astronomía Phoenix del colegio Rodrigo Lara Bonilla ubicado en la localidad Ciudad Bolívar, contó su experiencia en el proceso de construcción de un observatorio astronómico en Anolaima (Cundinamarca) para que niños, que no siempre tienen las posibilidades, dadas sus condiciones socioeconómicas, puedan apreciar el cielo.

“Antes de aprender cualquier fórmula lo que queremos es salvar vidas, enseñarle a los niños que hay otras posibilidades más allá de la violencia y de la calle”, asegura Alzate. “Este tipo de actividades son fundamentales para nuestras sociedades, en la medida en que muestra otros caminos; la ciencia es potencializadora”, dice Raúl Joya, asociado y ex presidente de ASASAC mientras acomoda uno de los tantos visores que tiene el telescopio que él mismo construyó, para poder ver la luna nueva más grande del año.

Los fieles madrugadores del sábado regresan el domingo viéndose recompensados por un cielo despejado. Observan satélites como el Telescopio Hubble que pasa a esa hora, las constelaciones más visibles como la del Dragón y, por supuesto, Saturno. Un punto amarillento se ve rodeado por un anillo de polvo y rocas, solitario. Tras el telescopio más de 15 personas haciendo fila, con la cabeza inclinada hacia atrás y apuntando al cielo con sus dedos, esperan para ver con sus propios ojos al padre del tiempo.