La mujer Wayúu no se regala, no son chinitas ni están a la venta, no son un objeto sexual.
En la cultura Wayúu, su orden social es matrilineal, por lo tanto las mujeres juegan un rol muy importante, son las tejedoras del saber, símbolos de ancestralidad y liderazgo dentro de la sociedad, por ellas la cultura prevalece. En la cultura, una de las tradiciones en relación con el matrimonio es la dote (paunáa). La dote no es sinónimo de compraventa, ni es una transacción para que las mujeres seamos esclavas del hombre, como lo ha malinterpretado la cultura occidental (los alijunas).
Este es el patrimonio que el hombre entrega a la mujer y a su familia, al momento de casarse, la dote representa en la cultura, la simbología del respeto a la mujer y a la familia. es la garantía de consolidación del matrimonio, también, el fortalecimiento del patrimonio económico de la mujer, representado en animales como el chivo, mulas y ganado, las cuales son administradas por los tíos maternos, para que frente a cualquier circunstancia o calamidad, bien sea que el esposo enferme, fallezca o abandone el hogar, las mujeres tengan una base económica y continúen su vida, puedan salir adelante, alimentar y proteger a sus hijos.
Por lo tanto el humor, las canciones y el talento, no pueden seguir siendo formas de violencia, en donde se deslegitima el rol de la mujer, se sexualiza, y crea cada vez más en su entorno estigmas, que incitan a la discriminación y a la violencia sexual de las mujeres. Como mujer Wayúu, tejo lazos de vida, no soy objeto de venta, ni de burlas. La mujer wayúu no se vende, las mujeres se respetan, y como estudiante miembro del programa Tejiendo Interculturalidades, rechazo cualquier señalamiento, comentario que incite a la violencia y la explotación sexual de las mujeres, rechazo cualquier acto que atente contra dignidad de la mujer Wayúu.
No soy chinita, soy Wayúu
Cuando vi y escuché las declaraciones de Fabio Zuleta sobre la mujer Wayuu no pude sentir más que rabia e indignación por la forma tan despectiva en la que habló. Por si fuera poco, entre tantos comentarios que leí me pareció aún peor las personas que justificaban estas declaraciones con excusas como “eso es usual en La Guajira”, “el señor Fabio no tiene la culpa, los verdaderos culpables son los mismos indígenas que tienen estas costumbres”.
Esto es un claro ejemplo de la desinformación y la idea del Wayuu como un ser inferior con costumbres arcaicas de “vender" a una mujer para luego “tomarse la plata y matar a los niños de hambre porque no tienen que comer". Esos comentarios están completamente errados, la dote que se hace para formalizar una relación conyugal es un símbolo de respeto a la mujer y simboliza la nueva unión entre las dos familias. Ayer me sentí ofendida porque no solo pensé en mí, pensé en mi mamá, abuelas, tías, primas, que formaron a quien soy hoy, siempre inculcando mi valor y el papel tan importante que tengo como mujer en mi comunidad. Pensé en todas las mujeres que fueron tratadas como un objeto para la venta, como si no tuvieran voz y voto en su vida, como un artículo en una vitrina para la venta.
Hoy no escribo como estudiante de Periodismo, hoy escribo como una joven Wayuu que tiene valor, pero no precio, pido que se reconozca lo que significa ser mujer Wayuu, la que forma en valores y costumbres, que es tejedora de vida y de la preservación de la cultura, la mujer que toma decisiones, la que es fuerte, valiente, mujeres de sal y arena, mujeres del desierto orgullosas de sus raíces.