“Nadie está preparado para migrar”, explica Gerardo Aponte, fundador de la Asociación Migrantes de Venezuela en Colombia

Miércoles, 08 Abril 2020 17:00
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Gerardo Aponte solía ser el rector de la Universidad de Margarita en Venezuela. Como consecuencia de su actividad profesional y académica se vio obligado a venir a Colombia desde 2015, convirtiéndose así en un migrante y refugiado político venezolano. En 2017 convalidó su título de abogado en Colombia y obtuvo su tarjeta profesional.

 

 

Gerardo Aponte||| Gerardo Aponte||| Cortesia del entrevistado|||
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Aponte hace parte de los fundadores de la Asociación Migrantes de Venezuela (ASOVENEZUELA), y ejerce como consejero por las organizaciones migrantes al Consejo Distrital de Participación Ciudadana de Bogotá. Con el tiempo se ha convertido en una voz para los migrantes en la capital.

¿Cómo fue emigrar a Colombia?

No fue fácil, es lo primero que hay que decir. Es una experiencia muy interesante y emocionante, porque nadie está preparado para migrar, y mucho menos alguien que tenía una vida profesional hecha, una organización personal bien diseñada y que dirigía una universidad. De modo que la vida del migrante es una vida muy emocional por lo complicado, emocionante por lo diferente y emocionante porque no hay nada escrito, sino que se va construyendo una vida a otro país. A pesar de que tengamos el mismo lenguaje común hablamos diferente, tenemos conducta diferente y abordamos los problemas diferente.

¿Qué implicó para usted en un ámbito personal dejar Venezuela?

La incorporación a la vida en Colombia no fue fácil, eso supuso pasar de vivir en una isla en la que la temperatura promedio es de 40°C a una ciudad en la que la temperatura suele ser de 15°C. Uno llega desorientado a esta situación, yo llegué aquí a Colombia solo, pude traer a mi hija 17 meses después, por lo cual tuve que aprender a vivir en soltería nuevamente. Hay patrones de conducta que son diferentes, no solo dejas el confort del lugar en el que habitabas, sino que, además hay que aprender a vivir otras cosas. Por ejemplo, caminar, en Venezuela existía la facilidad de tener un automóvil, pero en Colombia como migrante tienes que aprender a usar el Transmilenio.

Tienes que aprender incluso a comer cosas diferentes, aquí se come muchos más granos, mientras que en donde vivía se consume mucho más pescado. Todo eso es un cambio cultural que vive el migrante día a día, y que necesita aprender de la ciudad que ha escogido vivir, sobre todo aquellos que nos quedamos aquí en Bogotá.

¿Qué trámites tuvo que realizar para emigrar a Colombia?

Debido a la situación política de mi país y las circunstancias que me obligaron a venir aquí, inicié un proceso ante la Cancillería para el reconocimiento de mi condición de refugiado. Es interesante eso, porque no solamente se incorpora el concepto de emigrante, sino se incorpora el concepto de refugiado político. Ser migrante es importante y es complicado, y a eso se le suma todo un trámite que en mi caso duró dos años.

¿Y en cuanto a la convalidación de su título?  

Eso supuso, como en el caso de los abogados y de los contadores, volver a estudiar algunas materias que ya  había hecho y alcanzado en Venezuela, tuve que estudiar en la Universidad La Gran Colombia un curso especial para poder convalidar mi título de abogado. Al finalizar el proceso logré la convalidación por el Ministerio de Educación, y obtuve mi tarjeta profesional en 2017. 

¿A qué se dedicó durante el tiempo que duro el trámite para obtener su tarjeta profesional? ¿Cómo fue su acceso al mundo laboral durante ese tiempo?

No busqué empleo. Por la condición en la que me encontraba sabía que era casi imposible tener un empleo fijo, así que traté de emprender por mi cuenta las mismas actividades laborales legales que hacía en Venezuela cuando era un sencillo abogado. La oferta laboral en Colombia parte de la necesidad de tener una cédula de extranjería, lo cual me obligó a dedicarme a ofrecer asesorías legales, y tratar de sobrevivir con un ejercicio muy modesto del derecho, que no supusiera ir a estrado ni tramitaciones ante autoridades.

 Aponte, junto a otros colegas abogados, realiza desde el año 2017 una labor de apoyo al migrante con la Asociación Migrantes de Venezuela. La fundación nació con la idea de brindar información a los migrantes, puesto que saben que muchos migrantes solo pueden obtener información boca a boca, por la falta de acceso a recursos tecnológicos.

¿En su camino como migrante qué necesidad hace que surja la idea de formar ASOVENEZUELA?  

La asociación está formada por una necesidad básica del migrante que es saber. El migrante tiene dos necesidades muy importantes que son básicas y cotidianas. La primera de ellas es la  identidad, y la segunda es la información. Cuando comprendimos esto los fundadores de ASOVENEZUELA promovimos la creación de la entidad sin ánimo de lucro para crear un centro donde se pudiera atender al migrante, y darle información y asistencia.

¿Quiénes componen hoy en día ASOVENEZUELA?

Lo componemos cinco abogados venezolanos, tres de ellos tenemos condición de refugiado. Todos nosotros hemos promovido, por nuestra experticia en temas legales, una serie de información y de conceptos que necesita el migrante de primera mano para qué hacer, cómo, en dónde, y así dirigirlo. Esa misma experiencia la podemos compartir con el Estado colombiano para aportar soluciones en temas de salud, educación y atención al migrante.

¿Qué hace ASOVENEZUELA?

ASOVENEZUELA surge en abril de 2017, y durante estos tres años hemos desarrollado una actividad de promover políticas públicas dirigidas a la migración venezolana, también damos información y asistencia legal migratoria y gratuita a los migrantes. Creamos el centro de orientación integral de los migrantes que permite asistencias virtuales y personales para migrantes venezolanos que requieran de información legal hasta canalizar sus problemas, en materia de defensa de los derechos de salud y educación, entre otras cosas .

¿Cómo se contacta ASOVENEZUELA con los migrantes?

Hay tres formas: El boca a boca, las redes sociales, y las jornadas institucionales. En la actualidad promovemos con la Alcaldía de Bogotá la intervención en una actividad del SUPERCADE, en estas acudimos a las poblaciones más neceitadas de la ciudad, para dar información a los migrantes.

 Según cifras del 2019, publicadas por la Agencia de la ONU para los Refugiados, el número de venezolanos que habían abandonado su país alcanzaba los cuatro millones. Se estima que en ese momento en Colombia se acogían alrededor de 1.3 millones de venezolanos. En la actualidad, la cifra seguramente ha aumentado. 

Para finalizar, usted como migrante  y Vicepresidente de una asociación de apoyo al migrante ¿Cómo cree que la institucionalidad colombiana ha actuado frente a la crisis migratoria?

En principio, es verdad que el país tenía instituciones, y que había resortes oficiales y burocráticos que permitían atender a la gente, pero fue rebasado en algún momento por una ola importante de migrantes venezolanos que llegaron al país. La administración pública ha tenido que aprender a conocer este fenómeno migratorio que no estaba previsto en su plan. A partir del Gobierno Duque hay un plan nacional que permite comprender cuáles son las acciones a seguir, este plan fue promovido por el presidente en un documento llamado CONPES 3950. Eso ha hecho que la administración ofrezca una respuesta más racional. Ya casi es normal atender a un migrante en una urgencia en un hospital, ya casi es normal ofrecerle cupos a un hijo de un migrante en un colegio o en una universidad.

Todo esto quiere decir que ya nos hemos ido incorporando poco a poco en la vida colombiana, quizás haciendo énfasis en el artículo cien de la Constitución Política de Colombia, que establece la igualdad de derecho entre los migrantes extranjeros y los nacionales, a excepción de los derechos políticos.