La vida de Hernández, una mujer piloto en Colombia: "Quiero ser militar, quiero servir a mi país"

Lunes, 25 Noviembre 2019 09:45
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La vida militar implica disciplina, esfuerzo y sacrificio, nos preguntamos en esta entrevista si vale la pena prestar servicio militar. Nos lo cuenta la subteniente Blanca Camila Hernández que, con 23 años, hace parte de la única tripulación femenina encargada de pilotear la aeronave Black Hawk en Latinoamérica.

  

Retrato a Blanca Camila Hernández||| Retrato a Blanca Camila Hernández||| Imagen cedida por la entrevistada|||
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Junto a su equipo, el UH-60, ha hecho parte de múltiples titulares que dan mérito a su labor y enorgullecen a la Fuerza Aérea. Con 100 años de trayectoria La institución ya cuenta con una tripulación enteramente femenina. Plaza Capital quiso saber cuáles son sus motivaciones y su trayectoria.

¿Por qué escogió la vida militar?

Siempre tuve formación militar, desde muy pequeña estudié en un colegio de este tipo y por eso estuve encaminada en esta profesión. Cuando me gradué dije “Quiero ser militar, quiero servir a mi país”. Más que un pago monetario quería encontrar algo que marcara la diferencia. Poco a poco, me di cuenta que podía ayudar a muchas personas volando helicópteros. Muchas veces llegamos a lugares donde nadie más puede llegar, rescatamos personas y salvamos vidas. Por esta razón soy militar y piloto.

¿En qué consiste su trabajo?

Yo soy oficial de la Fuerza Aérea, de grado subteniente. Mi especialidad es ser piloto. En este momento me encuentro en la fase de copiloto del equipo UH-60. Aquí debo llevar la navegación, los controles de la aeronave, volar y ser la mano derecha del piloto comandante.

¿Qué aspiraciones tiene dentro de la Fuerza Aérea colombiana?

Espero llegar a ser general y en la parte de vuelo quiero seguir volando hasta ser piloto comandante. Quisiera volver a este equipo UH-60 como piloto comandante.

¿Qué significa esto para usted ser parte de la única tripulación de mujeres que conducen el Black Hawk aquí en Latinoamérica?

Hacer parte de la primera tripulación femenina (equipo UH-60) en Latinoamérica es un orgullo muy grande. Representamos a la parte femenina y damos a conocer que las funciones las ejercemos del mismo modo que un hombre. Sin importar el género cualquiera puede volar este tipo de helicóptero, puede operarlo y puede realizar todas las misiones requeridas.

¿Cuál cree que es el impacto en la Fuerza?

Es un orgullo muy grande ver que la Fuerza Aérea colombiana ya cumpliendo sus 100 años puede contar con una tripulación enteramente femenina. Esto quiere decir, que la inclusión de las mujeres en todas sus labores y dependencias ha sido muy evolutiva y positiva, tanto que ya podemos estar en estos cargos. Ya podemos realizar cualquier tipo de operaciones.

¿Alguna vez ha sentido discriminación por el hecho de ser mujer?

No, la verdad no. Creo que fui muy bendecida y entré en una época en la que ser mujer militar es algo normal. Tenemos las mismas capacidades que los hombres, con las mismas cualidades para cumplir las mismas funciones que ellos. No he sentido rechazo ni me han dicho que por ser mujer no puedo volar, al contrario, he recibido total apoyo. Gracias a Dios en la Fuerza Aérea colombiana las mujeres fueron incorporadas desde el 2000. Las pioneras nos han abierto el camino. Y es muy satisfactorio saber que no te encasillan, porque te ven como una persona capaz de cumplir funciones sin importar el género.

¿Qué implicaciones personales ha tenido escoger esta carrera?

Pues tener una profesión tan diferente implica que esté alejada de mi familia y ese es el impacto menos favorable. Positivamente, he conocido muchísimas partes del país donde nunca imaginé estar y en las que nunca hubiera estado si no fuera militar. He conocido a muchas personas, he tenido experiencias únicas con una satisfacción personal increíble. He tenido que estudiar mucho. Tenemos un control anual en donde verifican el conocimiento que tenemos sobre la aeronave, los sistemas, la navegación y las emergencias, también hacemos simulacros de vuelo.

¿Vale la pena haber tomado esa decisión?

Sí, vale mucho la pena. Cuando miro atrás y veo hasta qué punto he llegado me doy cuenta. Yo no estoy acá por el dinero sino por la satisfacción de cambiar la vida de las personas, no a todas, pero sí a alguna por lo menos.  

¿Qué la motiva a seguir ahí?

El entusiasmo de servir al país y ser orgullo de mi familia. Así somos los militares, vivimos de homenajes, de experiencias, de esas cosas bonitas que vamos recopilando y de esas historias y anécdotas que van quedando. Fue lo que aspiré desde muy pequeña, quería cambiar, quería hacer parte de algo más grande. Soñaba con cambiar la vida de alguien y pues lo estoy cumpliendo, estoy haciendo mi sueño realidad.