“Yo estoy aquí porque me tocó”, el relato de Blanca Araujo, una de las primeras migrantes venezolanas en recibir el Permiso de Protección Temporal

Martes, 16 Noviembre 2021 10:29
Escrito por

El 13 de octubre el presidente Iván Duque entregó el primer Permiso de Protección Temporal (PPT), un importante paso para el manejo de la migración en Colombia para poder regular el acceso a salud, vivienda y trabajo de los migrantes venezolanos. Plaza Capital entrevistó a Blanca Araujo para conocer su posición.

Grupo de venezolanos en la frontera Colombia/Venezuela en Paraguachón, La Guajira|Camisetas con mensajes para el presidente de Venezuela|Infografía que detalla en qué consiste y cómo acceder al Permiso de Protección Temporal||| Grupo de venezolanos en la frontera Colombia/Venezuela en Paraguachón, La Guajira|Camisetas con mensajes para el presidente de Venezuela|Infografía que detalla en qué consiste y cómo acceder al Permiso de Protección Temporal||| Fátima Martínez Gutiérrez|Fátima Martínez Gutiérrez|Cancillería Colombia|||
1552

A Blanca Araujo le sellaron su pasaporte venezolano el 24 de octubre del 2017 en el aeropuerto Rafael Núñez de Cartagena. Oriunda de Maracaibo, una ciudad fronteriza, allí tuvo que dejar toda una vida: familiares, amigos, su hogar, el negocio que durante años le dio de comer. Una decisión difícil pero impulsada por el dolor que le generó la muerte de su esposo. En el país ya vivían los dos hijos del matrimonio desde hace cuatro años.

Su hijo reside en Colombia visado por trabajo, y aunque Blanca no entró al país por una de las tantas trochas que conectan a Colombia con Venezuela en Norte de Santander, no pudo obtener un permiso de permanencia por lo que le fue imposible conseguir un contrato laboral que le garantizara derechos tan fundamentales como el acceso al sistema de salud. A veces conseguía trabajo por horas, pues es esteticista, masajista y mesoterapeuta, y, según ella, una muy buena. En Venezuela no era empleada, de hecho generaba empleo en un spa del cual era dueña y empleada al mismo tiempo.

En Colombia lleva un estilo de vida poco común para el que en Venezuela tendría una mujer de la edad de Blanca, 64 años, y de su posición socioeconómica. Pero esta es la realidad que a ella le tocó al momento de migrar. De allí la importancia del Estatuto Temporal de Protección que ha implementado el gobierno de Iván Duque y al que se podrán postular los migrantes venezolanos en situación de irregularidad que, según Migración Colombia, se estiman en la mitad del total que reside en Colombia que para octubre de 2021 esta calculado en dos millones de personas. Es decir, un millón de venezolanos que podrán acceder al sistema de salud, educación y, después de diez años, aplicar a la ciudadanía colombiana.

¿Se demoró mucho el tramite del permiso?

No, no mucho. Pues, más duré sin derechos. Imagínese cuatro años sin ir al médico. Me están haciendo chequeos de todo; aunque estoy bien, gracias a Jehová.

¿Cómo es el trámite para acceder al permiso?

Mi hijo me inscribió por internet, ese es el primer paso; llenar un formulario. Luego me citaron presencial a Migración Colombia y allí me sacaron las huellas para tenernos en los datos, me preguntaron de todo y me enviaron a la casa. Yo estuve llamando a preguntar, y un día me dijeron que me acercara el 15 de octubre para la entrega. Ya se imaginará la emoción que me dio. ¡Lloré!

¿Por qué quedarse en Colombia?

Aquí estaban mis hijos, ellos me trajeron. Además me motivó la cercanía y el parecido que hay entre los dos países. Mucha gente se pone brava que yo diga esto, venezolanos y colombianos, pero es verdad. La agente aquí y allá se parece mucho

¿Vive con sus hijos?

No, con mi hijo, su esposa y la niña de ellos, mi nieta. Mi hija ahora está en Brasil.

El permiso le permite estar diez años en el país, ¿se va a quedar o piensa sacar la residencia?

¡No! Yo vuelvo, yo vuelvo (risas). Yo extraño mis cosas, no es fácil dejar lo de uno. Yo estoy aquí porque me tocó.

¿Qué dejó en Venezuela?

¡Una vida! Mira, yo soy esteticista y tengo un spa en Maracaibo, yo soy de allá; pero espero volver, buscar mis empleadas y trabajar. También dejé tres apartamentos. Y una hermana que está pendiente de todo lo que dejé bajo llave. Por ahí nos llamamos.

¿Y qué le dicen? ¿Cómo está Venezuela?

Mejor, desde que dolarizaron el mercado hay qué comprar. Claro que es impresionante, ahora uno llama y todo es en dólares, dizque el bolívar ya ni se ve. Todo tan raro pero tan bueno ¿no? Antes de venir, con mi pensión y la de mi esposo no se podía comprar un cartón de huevos; una manzana tal vez.

¿Le ha gustado vivir en Colombia?

Mucho, Colombia me ha tratado muy bien. Yo llegué a aquí recién enviudada, un golpe muy duro en mi vida. Además venía de ver el hambre, la miseria de Venezuela; cuando yo me vine ya casi ni saqueaban porque no quedaba nada. Y Colombia me oxigenó, es un país muy lindo. Me vine en carretera desde Cartagena y me pareció hermoso; Bogotá también es muy linda, me gusta mucho desde la gente hasta la comida.

¿Se ha sentido victima de xenofobia desde su llegada a Colombia?

¡Pero claro! Uno siempre la siente, y se siente feo. No todos nosotros somos villanos. Pero esto pasa porque nuestra crisis es de plata, económica. Porque cuando hace 30 o 40 años de Colombia se iban para Venezuela porque aquí había una crisis de violencia, no había xenofobia hacia los colombianos. Allá todos tenemos familiares de Colombia.

¿Qué cree que le depara el futuro a Venezuela?

Mira, el futuro de Venezuela es el de siempre: corrupción. A Maduro tratan de tumbarlo quitándole el respaldo de los que le quedan, dando unas ayudas que envían los países europeos y Estados Unidos a nombre de Guaidó. Eso mientras tanto, porque el tiempo que nos dan aquí en Colombia es porque en diez años van a intervenir militarmente en Venezuela. Y a Duque no le nace ayudarnos: todo lo que se invierte en los venezolanos lo está pagando Estados Unidos. Nada de eso se dice, todo es un entramado.

Eso en cuanto a Venezuela, pero ¿y los venezolanos?

No, eso sí que es más triste. Tantos que ya no volverán, tantos que hay regados no solo en Colombia, ¡en el mundo! Mi nieta salió de Venezuela siendo una bebé, y si vuelve no va a saber cómo era. Y los jóvenes que se han dado cuenta de todo esto, tanto colombianos como venezolanos; ellos contarán como ha sido esto, porque uno ya qué, uno solo recuerda.