“Nos podían matar o desaparecer y nadie se hubiera enterado”, confiesa Darwin Echeverry, estudiante

Jueves, 08 Octubre 2020 19:48
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Darwin Echeverry es un estudiante de décimo semestre de Comunicación Social en la Universidad de Cartagena. El 10 de septiembre, él se dirigía a una velatón por la vida Harold Morales, un joven futbolista que fue asesinado por unos patrulleros de la Policía Metropolitana de Cartagena.

Retrato a Darwin Echeverry||| Retrato a Darwin Echeverry||| Foto cedida por el entrevistado|||
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¿Por qué te dirigías a la velatón?

Yo me dirigía a la velatón porque el pasado 24 de agosto, un joven futbolista de 17 años fue asesinado por un disparo de la policía porque se negó a lavar la moto de los patrulleros. Este joven asesinado, Harold, era un joven lleno de sueños, que ya tenía abierta la posibilidad de irse a Brasil a seguir con su carrera deportiva, pero por la cuarentena le tocó quedarse a ayudar a su madre.

¿Qué ocurrió en la velatón?

De hecho, no alcanzamos a llegar a la velatón, al llegar a la zona de Chambacú donde nos íbamos a encontrar 9 de mis compañeros de la universidad, fuimos abordados por una patrulla de 12 policías pertenecientes a los comúnmente llamados “cascos negros”, un grupo de reacción inmediata de la Policía de Cartagena.

¿Cómo fue ese primer contacto con la policía?

Pues, llegaron los policías, a supuestamente hacer una requisa. Después de esto, empezaron a pedirnos los documentos, al ver que la mayoría incumplíamos el pico y cedula, nos dijeron que nos iban a hacer un comparendo. Nosotros no pusimos resistencia a esto porque sabíamos cómo podía terminar. En ese momento llamaron una camioneta para llevarnos a la estación. Al subirnos a la camioneta nos quitaron todas nuestras pertenencias.

¿Qué ocurrió cuando los llevaron a la estación?

En un primer momento, cuando llegamos nos dimos cuenta de que allí estaban otras personas que ya estaban capturadas, luego nos enteramos que estas personas eran simples transeúntes que pasaban por Chambacú para ir a comer. También, encontramos puestos allí unas botellas y piedras a las cuales los policías les estaban tomando fotos para difundirlas como si fuéramos terroristas. En ese lugar nos esposaron con amarraderas de plástico que lastimaban mucho las muñecas.

¿Qué ocurrió después?

Luego de que nos esposaran, nos llevaron a la parte de atrás de la estación donde no se puede ver desde la calle, nos hicieron sentarnos en fila. A ese lugar llegó otro policía, suponemos de mayor rango que el resto, quien nos empiezó a preguntar por qué estábamos protestando, de manera repetitiva y denigrante, después, el mismo policía le dice a los “solo péguenles cachetadas que no queremos dejarles marcas”. Esto a algunos policías no les pareció importarles porque a unos compañeros sí les pegaron con un bolillo. En ese momento nos dijeron que íbamos a ser llevados a la fiscalía para procesarnos por terrorismo.

¿Lograste identificar a alguno de los policías?

No, todos los policías estaban encapuchados o con los cascos puestos, se habían también quitado las etiquetas de los nombres para que no los pudiéramos recordar y denunciarlos.

¿Qué sentiste en ese momento?

Pues sentí impotencia, porque si ellos se supone que son los encargados de protegernos: ¿Por qué estaban haciendo eso? Además, ¿a quien le íbamos a pedir ayuda? En ese momento, estábamos a merced de ellos, nos podían matar o desaparecer y nadie se hubiera enterado. También sentí un dolor en la memoria de Harold porque nosotros solo íbamos a homenajear la vida de un joven que ellos asesinaron a sangre fría.

¿Cuánto duraron es esa situación?

Cuatro largas horas en las que vivimos insultos y golpes por parte de los uniformados.

¿Alguien abogó por ustedes en ese momento para su liberación?

Claro, porque al momento de la detención un compañero alcanzó a llamar al comité de derechos humanos de la velatón, ellos intercedieron por nosotros ante los policías y supuestamente acudieron al secretario del interior para que también intercediera.

¿Cómo ocurrió la liberación?

Nos llevaron a una oficina en la cual estaba otro policía que nos informó que ya no nos iban a llevar a la fiscalía, pero que igual nos iban a poner un comparendo y que “si les pegaron que denuncien”. Ahí nos devuelven nuestras pertenencias, mientras eso ocurría nos dimos cuenta de que faltaban cosas, como el dinero de algunos compañeros e incluso un parlante que iba a ser usado en la velatón.

También, nos revisaron los celulares y si teníamos videos del procedimiento o algo que no fuera de su agrado, nos formateaban el celular.  Después de eso, ocurrió algo un poco insólito, los policías no sabían quitar las amarraderas de plástico, así que usaron navajas. Parece que tampoco sabían usar bien una navaja porque a la primera persona que le intentaron cortar las amarraderas, le hirieron en la mano. Los policías claramente se asustaron por la cantidad de sangre que había e intentaron decirle a la persona que hirieron, que era por las amarraderas que pueden cortar, mas no por la navaja.

¿Ustedes han pensado en tomar acciones jurídicas?

Claro, nosotros estamos adelantando un proceso con la defensoría donde se está presentando la queja grupal y también el secretario del interior se vio dispuesto a dar resultados. Esperamos que esto no quede en la impunidad porque la verdad es que a muchos sí nos ha dejado secuelas psicológicas este reprochable actuar de la policía.