Las masacres siguen dejando un río de sangre y dolor en Colombia

Viernes, 25 Septiembre 2020 10:53
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La sevicia en el país no se detiene. Ya son 246 ciudadanos asesinadas en al menos 61 masacres en lo corrido de este 2020 lo que hace recordar los peores tiempos del conflicto armado interno. A lo largo de los años, el conflicto armado se convirtió en el pan de cada día de los colombianos. 

 

 

 

 

 

El Testigo|Masacres en Colombia en 2020||| El Testigo|Masacres en Colombia en 2020||| Jesús Abad Colorado|Foto tomada de: INDEPAZ|||
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  • Coautor 1: Tomás Tarazona Ramírez

Desde 1964 hasta la actualidad, se han vivido momentos en los que la atrocidad ha marcado la historia del país entero. Las recientes masacres ocurridas en los últimos nueve meses son muestra de ello; seguimos siendo una sociedad que no ha podido dejar atrás su barbarie.

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Elsa Blair, antropóloga de la Universidad de Antioquia, describe la masacre como “la mayor expresión de violencia, en donde la barbarie y la crueldad dominan la situación”. Si bien el término masacre se confunde usualmente con palabras como genocidio, asesinatos colectivos o carnicería, el Centro Nacional de Memoria Histórica define que una masacre es “el homicidio intencional de cuatro o más personas en estado de indefensión”.

¿Quiénes están cometiendo las masacres?

Actualmente no es correcto hablar de grandes grupos armados (FARC, EPL o AUC) como se hacía anteriormente. Es necesario mencionar que hoy por hoy hay muchas agrupaciones pequeñas que se encargan de sembrar terror y se disputan los territorios.

Estas asociaciones son residuos o disidencias que nunca llegaron a desmovilizarse o abandonar los negocios ilícitos. Por ejemplo, en el proceso de paz propuesto por el Gobierno de Álvaro Uribe y las Autodefensas Unidas de Colombia –en el año 2003- se dividieron en diferentes grupos pequeños como el Clan del Golfo, Los Rastrojos, La Comba, entre otros grupos no identificados. En su momento se bautizaron todos estos grupos como las BACRIM (Bandas Criminales). Lo mismo sucedió con el tratado de paz de Juan Manuel Santos y las FARC en el año 2016, cuyas disidencias ahora se hacen llamar frentes Oliver Sinisterra y Gentil Duarte.

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El periodista Natalio Cosoy, reveló en la BBC que en el país hay “nueve grupos armados en el interior de Colombia, sin llegar a contar a los más pequeños bandos criminales que podrían compararse a los de cualquier otro país”. Sin embargo, las 61 masacres perpetradas en estos nueve meses corresponden a diferentes grupos armados. Juan Carlos Garzón, director de Área Dinámica de la Fundación Ideas para la Paz dijo en entrevista con Noticias Caracol que “en algunos casos las masacres pueden estar relacionadas con economías ilegales, en otros con el control social y otros con ciclos de retaliación. Dos de cada 10 homicidios llegan a ser esclarecidos, eso es un porcentaje muy bajo. Es decir que en ocho homicidios, no sabemos quién los cometió”.

Este panorama se muestra preocupante, ya que ni siquiera las autoridades locales conocen a profundidad quienes son los autores intelectuales de estos actos sangrientos. En algunos casos las autoridades y el Ministerio de Defensa encuentran responsables a las disidencias de las FARC (como en la masacre de Caracol, Arauca) o el Clan del Golfo (como en Andes, Antioquia). Pero como señala Juan Carlos Garzón, lo más preocupante es que no se sabe ni quién comete las masacres, ni por qué razones se perpetran en muchas ocasiones.

¿Estamos volviendo a la misma época de antes?

Muchos medios como SEMANA, El Espectador y El Tiempo han llegado a plantearse la idea de que en Colombia “las masacres nunca se han ido” y que “Colombia regresa a sus tiempos más oscuros”. Sin embargo, Juan Pablo Gómez, periodista de Rutas del Conflicto (uno de los medios periodísticos que se ha especializado en el conflicto armado colombiano), menciona que “cuando nos ponemos a comparar las masacres de antaño, hay que distinguir de cuáles masacres estamos hablando (si las de los años 80, 90 o en el 2000) con las masacres que vemos hoy día. Se encuentran similitudes y diferencias y se cae en el error de crear una comparación sin tener en cuenta los contextos históricos de cada época y eso puede ser muy asincrónico”.

Es necesario comprender los contextos históricos y bélicos para poder hablar y comparar las masacres, sobre todo sus dinámicas. Gómez añade que “en Colombia la masacre representa una herramienta de control social. La masacre era una forma de eliminar, de exterminar, también de atemorizar”.

Las masacres del 2002, un punto de partida

En el año 2002, durante el primer gobierno de Álvaro Uribe Vélez el objetivo principal fue, mediante la Comisión Exploratoria de la Paz, motivar a la desmovilización de los grupos armados de Colombia. Por esta misma razón, direccionó todos sus recursos a la creación de políticas que incentivaron a diferentes bandas a dejar su armamento, como las AUC, concediéndole status político por medio de leyes y decretos, generando una dejación de las armas por tiempo indefinido, sin embargo, al enfrentar baches en el camino hizo que reconsideraran su posición y retiraran el proyecto. No obstante, el proceso si dio fruto, con la desmovilización total de las AUC.

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Esto generó caos dentro del territorio, con la nueva toma de armas de algunos de los integrantes de las AUC y la creación de las Bandas Criminales (BACRIM) creada por la falta de garantías e incumplimientos acordados en la mesa de negociación estipulados previamente. Mientras, eso sucedía en un lado de país, las FARC-EP, según el Centro de Memoria Historia, no decidieron participar en la mesa de diálogo y permanecieron en la ilegalidad, esperando a reaccionar en cualquier momento dependiendo del actuar de las Fuerzas Militares.

El Centro Nacional de Memoria Histórica, en su informe ¡Basta ya!, publicado en el año 2013, realizó un trabajo dedicado a la reconstrucción del conflicto interno armado de Colombia, en el que se clasifican cada tipo de violencia. La masacre, se encuentra dentro de esta base de datos como uno de los crímenes cometidos con mayor frecuencia por los grupos armados ilegales, además, de identificar cuál es el grupo al margen de la ley perpetrador del crimen.

Cauca, Nariño, Norte de Santander y Antioquia, fueron los cuatro departamentos elegidos para construir el análisis en comparación con el año 2020. Dentro del informe, se puede vincular la mayoría de las masacres dirigidas a varios municipios de Antioquia, 45 en total en el año 2002, perpetradas por grupos paramilitares, por las FARC-EP, por el ELN y por el Ejército Nacional, además de grupos armados no identificados. En segunda posición, en Norte de Santander, se perpetraron 20 masacres en los diferentes municipios, por grupos militares no reconocidos.

En Cauca, se realizaron 9 masacres, todas cometidas por grupos paramilitares y las FARC-EP. En último lugar, con uno número de masacres más bajo de todo el país en el año 2002, Nariño, ejecutados por grupos paramilitares, por el ELN y las FARC-EP. Durante los siguientes años, dentro del mandato del expresidente Álvaro Uribe, hubo una gran disminución en relación con las masacres en el país, según ¡Basta ya¡, el año con menos masacres perpetradas fue en el 2008, con 17 crímenes cometidos; seguidos del año 2009, con 18 masacres. Adicionalmente, durante el Gobierno de Juan Manuel Santos, en el año 2011 y 2012, solo se registraron 25 homicidios.  

Las masacres en 2020, un espejismo para Colombia

Sin embargo, el año 2020 ha tenido unas cifras similares en cuanto a las masacres que se vivieron en el año 2002. Al día de hoy, 23 de septiembre de 2020 se registran 61 masacres y un aumento considerable en los índices de otros factores del conflicto; como el reclutamiento de menores, asesinatos selectivos, aterrorizar la población civil e incluso el número de hectáreas de hoja de coca cultivada. Es una realidad que Colombia pareciera volver a vivir.

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Gómez, menciona que “el recrudecimiento de la violencia es un espejismo cuando se ve de manera general y territorial. Si bien ha habido un aumento en las hostilidades, en las afectaciones civiles, reclutamiento de menores, cultivos de uso ilícito. Es evidente que estas lógicas de conflicto aumentan y por eso se dice que la guerra recrudeció, es un error pensar que recrudece y por tanto no ha estado”.

Y es que las cifras de los últimos dos años en el país en cuanto a masacres son preocupantes. El portal informativo Voxnostra informó que “según la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, 2019 fue un periodo muy violento para los derechos humanos en Colombia. Así mismo, ese año entero tuvo menos masacres documentadas (36), que las que van del 2020 (57)”.

En los primeros nueve meses del 2020 en Colombia, se ha registrado que los mismos territorios que en el 2002 sufrían grandes masacres vuelven a revivir el panorama de sangre y asesinatos colectivos. Según INDEPAZ, en lo corrido del año se han perpetrado “13 masacres en Antioquia, 8 en Cauca, 8 en Nariño y 5 en Norte de Santander”. Ante los números y lo reiterativo de las masacres durante el último mes, Gómez dice “lo más probable es que haya otra (masacre). Mañana o pasado mañana. De igual forma, si se fija uno es como volver al pasado. Que el pasado desangre para que estos grupos sigan acabando con las pocas resistencias que quedan”.

¿Por qué está pasando esto?

Para Jairo Libreros, experto en seguridad y conflicto, la respuesta es clara. En entrevista con el portal Conexión habló sobre las posibles causas del recrudecimiento. “Hay tres elementos: el primero, es un reacomodamiento de las organizaciones criminales por la pandemia. El segundo, es que se reactivó el negocio del narcotráfico en Colombia. Y, en tercer lugar, hay que destacar que hay una posición a la defensiva y con poca actividad de la fuerza pública colombiana”.

Sin embargo, Juan Pablo Gómez considera que el retorno de las masacres en el país se debe a la resistencia que se da en los territorios en disputa. “No solo hay unos intereses muy poderosos que son opositores en las regiones por recursos naturales y bioenergéticos. Los líderes se oponen y buscan a la explotación tradicional. Hay poderes muy grandes políticos y económicos que ven a estos líderes como un obstáculo muy grande. También, ocurre por la defensa de la implementación de los acuerdos de paz; que significa la muerte o amenaza para los líderes”.

Otro de los factores que también influyen es el papel del Estado colombiano, donde una de las únicas alternativas ha sido militarizar las zonas en conflicto; algo que no ha dado una respuesta efectiva. Y es claro que militarizar no ha sido una solución eficiente. Joe Sauca, coordinador del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) en diálogo con El Espectador, aseguró que “El Gobierno actual no entiende que la filosofía de las armas no es el camino para resolver la masacre indígena”.

Las ONGs también han demostrado su rechazo a la militarización y prolongación del conflicto. Human Rights Watch, Alma y Corazón y la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente mencionaron que “niegan la militarización de los territorios ancestrales (por parte del Estado colombiano)”. A través de sus redes sociales e informes han manifestado que se pone en riesgo las comunidades indígenas. 

Finalmente, Colombia se enfrenta a un gran problema y a un reto todavía mayor frente a cómo accionar a las masacres y los crecientes índices de violencia en varios territorios. Con aún dos años más de mandato del presidente Iván Duque, la nación está a la espera para ver de qué manera se confronta el crimen organizado que avanza a pasos agigantados por las entrañas del territorio. Algo es claro, el país se encuentra sofocado de masacres, agresiones y sevicia que se acercan poco a poco a una nueva época de crueldad que será muy difícil de detener si no se toman cartas en el asunto inmediatamente.

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