'Si me levanté de la nada de una vez, me levanto por segunda vez', Luis Quintero, inmigrante venezolano y analista financiero

Domingo, 12 Abril 2020 13:08
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Luis Segundo Quintero tiene 28 años, y nació en Zulia (Venezuela). Hijo de madre santandereana y padre guajiro venezolano, llegó a Colombia a finales del 2014, tras perder la totalidad de sus empresas frente a la crisis económica y política bajo el mandato del Partido Socialista Unido de Venezuela.

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Luis Segundo Quintero desde que llegó a Colombia luchó incansablemente contra toda adversidad, hasta conseguir llegar dónde se encuentra hoy, siendo un exitoso trabajador en el área financiera como consultor de fondos de inversión. A continuación, nos cuenta su historia.

¿De dónde nació su amor al comercio y a los negocios?

Yo siempre he sido fanático del comercio. Mi mama comenzó con una pequeña bodega allá en Venezuela en el estado Zulia, y se ayudaban mucho con mi padre, que siempre ha estado en la mecánica industrial. Ellos me enseñaron todo lo que se del comercio, digamos, de calle, ósea, desde los 10 años estaba metido en el comercio, sabía que era regatear un precio, o disparar un precio. Ahí fue mi amor al dinero digamos desde el comercio.

¿Cuál fue su trayectoria laboral en Venezuela?

A los 15 años me fui a estudiar ingeniería electrónica en el Instituto de Tecnología Antonio José de Sucre. Cuando llegó el final, terminé, y llegué a mi papá, “bueno aquí está, estudié, pero no me quedo allí, quiero ahora ejercer sobre negocios”, ya yo tenía ese nicho interno. Y mi papá me dijo “bueno, aquí tienes la llave del taller”; inicié allí. Fue un año duro porque fui trabajador del taller, administrador del taller, depositario, todo. En ese año, logramos ejercer para contratos directamente con puras filiales gubernamentales. Al segundo año me fue muy bien y creé mi segunda empresa, grupo agroindustrial JL y asociados. Tenía ya cuatro empresas registradas, pero en el 2014 con ese debacle económico y que el gobierno nos quedó muy mal con unos pagos de las petroleras, nos consumió totalmente los activos y los pasivos y todo, se lo llevó absolutamente todo, se llevó las empresas. 

¿Cómo influyó la crisis económica y política de Venezuela al cierre de sus negocios?

Lo que pasa es que, Venezuela es un país de mucha corrupción, desde el más pequeño gremio del gobierno hasta las esferas más altas. Yo hacía servicios a una línea de maquinarias que hacen servicios de tecnologías petroleras, pasaba mis evaluaciones y simplemente te decían “no hay dinero para este trimestre”. ¿Cómo haces tu para de tu dinero pagar proveedores, nóminas? Es algo insólito, inaudito. Entonces había un protocolo, después que te rechazaban la evaluación para efectuarte el pago, venían y enviaban otra persona que decía: “si quieres que te efectuemos el pago al día nos das el 12, el 15 % de cada factura”. Ósea tenías que pagarle una coima a ellos para que ellos te puedan dar el pago. A mi nunca me ha gustado ni dar más ni dar menos, sino justo, entonces eso no va conmigo, y yo preferí quebrar todo. El trabajo y el esfuerzo de años se vino abajo en un cerrar de ojos, fue rapidísimo.

¿Fue en ese momento que decidió dejar tu vida en Venezuela y venir a Colombia?

Allí en ese mes que se perdió todo, caí en una depresión muy fuerte a nivel emocional, físico, ver que el sueño de tu familia yéndose al viento por negligencia de segundas personas, del gobierno, no hay seguridad jurídica, no hay nada. Entonces de ahí fue algo que rebasó todos los límites de mi. Sí me levanté de la nada de una vez, me levanto de donde sea por segunda. Entonces yo ahí le dije a mi papá, me voy para Colombia. Yo no tenía ni la cédula de Colombia, tenía solo la cédula venezolana y el pasaporte venezolano que casualmente ese mes se me había vencido. Y ahí arrancó mi aventura para acá para Colombia, finalizando el 2014.

¿Cómo fue su proceso llegando a Colombia?

Crucé prácticamente de ilegal, porque cuando eso las fronteras estaban supuestamente cerradas. Llegué a Cúcuta, y de una vez agarré un tiquete directo a Medellín. Ahí de una salí a buscar trabajo, sin conocer nada de la ciudad, sin conocer a nadie. Busqué las calles principales y no podía ver una tienda, una bodega, un restaurante, de una vez solicitaba trabajo, y la gente no y no. Yo llegué a un edificio y me atendió un ingeniero de labores y sin conocerme, sin nada, me mandó con una nota recomendada a una obra con el ingeniero Jairo, hablé con él y de inmediato me dijo que trabajara con ellos, yo le dije que no tenía pasaporte ni cédula y me dijo, “no importa mijo, venga y trabaja con nosotros”.

¿En algún momento se has sentido discriminado en el campo laboral por venir de Venezuela?

Yo soy de las personas que si no está la puerta abierta, yo la abro. Yo toco y toco hasta que alguna se abra. En cierto punto comenzó a afectarme pero yo sabía que tenía los mismos derechos porque mi familia es de acá. Sólo he tenido un problema, en estos días pasados, con una persona que estaba generalizando, porque tampoco es justo que nos cataloguen a todos de sinvergüenzas, por culpa de unos pocos, porque, para nadie es un secreto que, como hay maldad en Venezuela, también hay maldad acá. La maldad no tiene nacionalidad.

Una vez en Colombia, ¿cómo fue su proceso laboral?

A lo que inicié a trabajar con el señor Jairo, yo trabajé con él cuatro meses, trabajaba de siete de la mañana a 12 de la noche de lunes a sábado. En el taller industrial con mi papá aprendí todo lo que es mecánica básica, mecánica pesada, maquinaria pesada, hidráulica, electrónica automotriz. Entonces logré encontrar en un centro automotriz que se llama Don Quijote, y entré como lubricador, y ahí comencé a trabajar y estudiar fuertemente. Ahí ascendí hasta supervisor de toda el área automotriz, y estudiando siempre.

¿Desde que momento se vinculó con el mundo de la bolsa financiera?

En Medellín conocí a unos amigos de Francia y de Alemania, que me indujeron al tema de los mercados. Comencé a probar y como principiante moneticé un broker con 10 dólares y comencé a hacer cálculos como hobby, cuando vi que la llevé de 10 dólares a 130 dólares en un día, y yo dije, acá hay dinero, esto es lo mío. Yo empecé mi proceso de aprendizaje en Medellín, con el señor Carlos, hasta que me dijo “tienes que ir a Bogotá porque vas a presentar una prueba para un fondo de inversiones en Panamá”. Llegué a presentar la prueba, y aunque en la parte técnica fui el mejor, la falencia fue el idioma, no se inglés. Pero, gracias a la intervención de Carlos y de otros amigos en el fondo de inversiones, conseguí que me pagaran un curso de inglés y comencé allí. Todavía voy en ese proceso, aprendiendo cada día más y ahorita más con esta complicación que han tenido los mercados mundiales.

¿Cuando llegaste a Colombia se encontró con más o con menos dificultades de las que esperaba?

Cuando yo llegué ya venía preparado psicológicamente para este choque. Me dice mi hermana que soy muy testarudo, pero es que si no tienes esa convicción, esa firmeza, esa determinación a la hora de tomar una decisión no lo logras. Entonces ya yo venía preparado para este impacto y gracias a Dios desde que crucé la frontera me he encontrado con personas muy buenas. A mi no me ha tocado fácil, me ha tocado ser mecánico, vendedor de rosas, ser de todo, pero ajá, aquí estoy, no paro de aprender.

¿Han valido la pena los sacrificios que ha hecho desde que decidió venir a Colombia, viendo lo que haz logrado y donde está en este momento?

Para mi siempre lo más valioso es la familia, y es algo que estoy pagando un tanto costoso. Ya van para seis años, sin ver a mi mamá, a mi papá, a mis hermanos, es un precio muy alto, es algo para mi muy fuerte. Pero ellos saben que este sacrificio vale la pena porque yo voy por un todo. Ellos la tienen clara, cuando yo salí yo les dije, si yo no lo logró en Colombia yo no vuelvo, yo vuelvo a pisar Venezuela hasta que lo logre.

Considerando el panorama económico y social actual ¿Ve viable volver a Venezuela y montar su empresa allá?

Momentáneamente, no es recomendable, porque el tema de seguridad jurídica y el campo económico que tiene Venezuela no está dado para ejercer inversión o iniciar tu microempresa. Hay un caos social muy grande. A pesar de que ahorita sobreviven muchos comerciantes, como lo son mis hermanos, mi mamá, ellos tienen que hacer unos sacrificios y unos malabares económicos enormes para mantenerse vigentes, porque esto es una guerra campal económica dentro del país para subsistir cada día. Es fuerte. 

¿Qué consejo le daría a alguien que está intentando empezar de nuevo en un país diferente?

Enamórate de lo que haces. Encuentra tu pasión y explotarla a los límites que jamás te imagines. Y nunca te rindas, nunca. Si te caes, cuando estés abajo, ese es el mejor sitio para iniciar, para innovar, para salir a flote. Si tienes un sueño, hazlo, es mejor arrepentirse de lo que se hizo que quedar con la duda. Siempre hay que probar e intentar.