La Candelaria es ahora un área turística sostenible

Viernes, 24 Mayo 2019 09:46
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En el Centro Histórico de Bogotá trabajaron los diferentes actores de la zona y entes gubernamentales para mejorar las dinámicas turísticas del lugar.

||| ||| Laura Valentina Cortés|||
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La Candelaria es una localidad de Bogotá en la que circulan diariamente miles de personas. Los atractivos turísticos como el Museo de la Quinta de Bolívar, la estatua de La Pola, el parque de los periodistas, el Chorro de Quevedo, los museos de arte y los lugares representativos para los colombianos como el Palacio de Justicia sirven de escenario para turistas, estudiantes y trabajadores gubernamentales.

 

Luego de la certificación de este lugar como un área turística sostenible, dada a finales de 2018 por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, un aspecto común en el que han trabajado los dueños de los establecimientos ha sido la integración del sector. “Buscamos ofrecer productos de acá de la zona, promover mucho los eventos culturales, los restaurantes, los bares, los comercios, todo lo de la zona. La idea es que nos ayudemos entre todos los de la Candelaria. Que si necesitamos algo busquemos primero en la Candelaria y después ya busquemos con proveedores externos”, dice Alejandro Rueda, dueño de Residencial 10 y líder de la mesa ambiental.

 

Albeiro Madrigal es el dueño y chef del restaurante de comida árabe Sahara, ubicado en la Carrera 4 con 17. Al ser el presidente del Clúster de Turismo de La Candelaria, definido como un conglomerado de empresas, organizaciones sociales e instituciones que permite revelar la vocación productiva de la zona, promueve desde su restaurante festivales gastronómicos y eventos turísticos que exaltan la localidad. Para él el proceso de certificación es un continuo mejoramiento del servicio para mejorar con los empleados, con el entorno y con la promoción de los espacios presentes en La Candelaria.

 

Los hostales y restaurantes han tomado, además, medidas para proteger el medio ambiente. Dejan mensajes para los turistas para que usen con moderación los recursos hídricos, que vienen del páramo de Chingaza. En todas las cocinas, además, está la información para los huéspedes: apaga las luces al salir, desconecta tus equipos. También dejan información adecuada para los turistas sobre las áreas protegidas a visitar y prevención sobre la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes.

 

El hostal de Alejandro, en particular, está en consonancia con lo anterior usa bombillos LED que disminuyen el consumo de energía, está lleno de plantas, se compran y se contratan todos los productos y servicios posibles a las personas de la zona y los turistas lucen felices por el buen servicio.

 

Aunque la entrega de la certificación no implica que este sea un lugar totalmente sostenible, sino que es el inicio de un proceso que se consolida continuamente, estableciendo prácticas en los establecimientos, difundiendo la información con los turistas y concientizando a la población visitante de los cuidados y protocolos para que a largo plazo sea un espacio de bienestar.

 

Sobre eso Marta Vélez, profesora de la Facultad de Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras de la Universidad Externado de Colombia, dice un impacto de la certificación es la llegada de turistas más conscientes de que llegan a un destino donde se hacen acciones que van encaminados al bienestar de todos, por ejemplo a nivel de explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes.

 

Ese es el valor que exaltan las diferentes personas que estuvieron en las mesas de trabajo y talleres, organizados por el comité de la Universidad Externado de Colombia, con el fin de abordar temáticas y aspectos claves para la consolidación del área como un espacio turístico sostenible, es decir, un espacio en el que el turismo sea la razón del desarrollo y crecimiento económico de la localidad, promoviendo la sostenibilidad y las buenas prácticas.

 

La certificación no hace parte de proyectos o estrategias políticas y trasciende las alcaldías, sino que su renovación anula depende de los propios habitantes, dueños y arrendatarios del lugar. Es un proceso de apropiación del territorio que demanda un trabajo constante.

 

Laura Nieto, referente de sostenibilidad de la Alcaldía de la Candelaria, cuenta que para lograr esta certificación trabajaron desde febrero de 2017 hasta finales de 2018 con la Universidad Externado, el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo (MINCIT), el Fondo Nacional del Turismo (Fontur) y el Instituto Distrital de Turismo (IDT). Luego de delimitar el área y empezar a implementar la norma técnica sectorial NTS 001-1 de Destinos Turísticos y Áreas Turísticas Sostenibles, se crearon unas directrices, principios, valores y un código de conducta que permite determinar el rol de cada uno de los actores para definir por ejemplo qué derechos y qué deberes tiene cada actor.

 

Actualmente las mesas de trabajo se reúnen para fortalecer, dialogar y compartir cómo va el proceso. El reto ahora es mantener la certificación, pues aunque la vigencia es de tres años, cada año se evalúa el cumplimiento de los protocolos y, en caso de que no se cumplan los objetivos, podría ser revocado. Lo que causaría que el lugar perdiera su estatus de área turística sostenible y se continúe con el proceso de integración entre los actores del área.