El túnel de la Línea, ¿se despierta un sueño o una pesadilla?

Jueves, 10 Septiembre 2020 05:48
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El túnel de La Línea es probablemente el hito ingenieril más importante de la historia de Colombia, más de 8 kilómetros de carretera atraviesan la cordillera central, conectando a Calarcá con Cajamarca en cuestión de minutos, hazaña que hace unas décadas se consideraba impensable. Este túnel vial es considerado como el más largo de toda Latinoamérica y aún a pesar de las inmensas ventajas de la inauguración del primer tramo de carretera, muchos colombianos advierten sobre los descalabros que implicó el cierre a esta obra.

Peaje Túnel de la Línea|||||||| Peaje Túnel de la Línea|||||||| Alejandro Arias González||||||||
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Atravesar el túnel de La Línea por primera vez puede considerarse como una experiencia casi espiritual, encontrarse con una vía colosal de tal magnitud es casi inimaginable y debe vivirse en carne propia para comprender la proporción de semejante construcción. Atravesar 8.6 kilómetros de carretera con 900 metros de tierra sobre la cabeza, sin ver la luz del sol, conduciendo enclaustrado en concreto, hace que el recorrido parezca infinito e incluso hasta mágico. El túnel principal abrió junto con otros dos túneles más cortos, llamados Los Colibríes y Oso de Anteojos, homenajeando así, a dos de las especies más emblemáticas de la región cafetera y tolimense; aparte de la inauguración de los tres túneles, se habilitó el funcionamiento de 5 puentes para facilitar el acceso a los peajes en una amplia doble calzada.

Los transportistas y turistas se hallan maravillados tras la conclusión de una obra pensada hace más de cien años, dejando a Cali, Buenaventura y el Eje Cafetero más cerca de la capital que nunca. La carretera de la Línea ha recibido un 33% de aumento en las visitas desde la inauguración de la primera etapa de túneles en el Quindío según datos de Invías, generando embotellamientos e incluso, dejando a los conductores con un mal sabor de boca después de tres horas de cierre por maniobras del personal en el túnel principal pocos días después de su inauguración.

 Un proyecto centenario se hace realidad

Colombia es un país diverso y multicultural, en parte, gracias a la división del territorio nacional a través tres cordilleras que entorpecen los caminos y alimentan aquello que conocemos como “malicia indígena”, forzándonos a buscar siempre soluciones innovadoras y poco ortodoxas. El arriero, el Jeep Willys y la mula de carga son el legado de un pasado con carreteras imposibles e intransitables, en Cajamarca, por ejemplo, encontramos aún a estos tres pintorescos personajes, personas que se dedican al transporte de mercancía a través de sus mulas y los clásicos Jeep, que funcionarían de la misma manera que un bus en las ciudades principales del país.

No es una coincidencia que encontremos a estos personajes en Cajamarca, ya que es un pequeño pueblo de paso que está totalmente encerrado por la Cordillera Central; hace un par de décadas, la única manera para llegar a Cajamarca era a través de interminables lomas y montañas, eso, aún siendo un paso obligado para llegar desde Bogotá a uno de los puertos mercantiles más importantes de Colombia, Buenaventura.

Hace poco más de cien años, Colombia era una de las famosas repúblicas bananeras, llena de vías férreas y en busca de mayor conectividad para reemplazar los medios de transporte y carga convencionales. Fue entonces cuando nació la idea de penetrar el alto de la línea para construir una vía de tren que uniese al departamento del Quindío y Tolima sin la necesidad de escalar la impetuosa montaña de 3000 metros, sin embargo, fue una idea prontamente desechada por la inviabilidad que representaba tanto en costos como dificultad. La imagen de un túnel que atravesara desde el Quindío hasta el Tolima por la Cordillera Central no desaparecía de la mente de los colombianos a pesar de la aparición de la carretera que hoy conocemos y además, funciona en sentido Cajamarca-Calarcá. Estas carreteras hacen parte de la ruta nacional 40 que comienza en Buenaventura y termina en Vichada, cruzando el país de punta a punta.

Fue apenas al comienzo de este siglo que comenzaron las exploraciones geológicas de evaluación del terreno para la construcción del túnel, siendo pionero el proyecto gestionado por la administración del expresidente Álvaro Uribe Vélez en el año 2005. La primera obra consistía en excavar un túnel piloto para evaluar las condiciones que tendría la construcción de un túnel y después de tres años de trabajo, se entregó el túnel piloto en el 2008.

A pesar de entender que la Cordillera Central contaba con 8 grandes fallas geológicas, el proyecto oficial para construir el túnel de la Línea se firmó en el 2009 con la constructora colombiana Carlos Collins S.A, lo que pocos imaginaban es que este sería el comienzo de una tragedia que parecía no tener fin.

Retrasos, sobrecostos, corrupción y decepción

Colombia fue sacudida en el 2016 cuando parecía enfrentarse al elefante blanco más grande de los últimos tiempos: el túnel de la línea cesó su construcción, los sobrecostos aparentaban alcanzar hasta el 500% del presupuesto acordado. La constructora Carlos Collins S.A perdió el contrato después de incontables retrasos para entregar la obra, afirmando que las condiciones topográficas de la montaña impedían el desarrollo oportuno de la construcción, de hecho, Ángela María Orozco, la ministra de transporte afirmó: “La Cordillera Central está atravesada por ocho fallas geológicas, una de las cuales se considera la segunda más compleja en túneles carreteros del mundo que es la falla de La Soledad. Durante muchos año los expertos internacionales consideraban que no era viable atravesar la cordillera”.

El cruce de la Línea implica un megaproyecto de 25 túneles y 31 viaductos, la mayoría evidencian desgaste por desuso, puesto que nunca fueron abiertos al público. Desde el año 2016, la construcción de estos proyectos se detuvo mientras se llegaba a una resolución para la querella legal entre el Estado y la constructora de Carlos Collins. En el 2018 se hizo el llamado para una nueva licitación en la cual participó un consorcio de empresas colombianas y españolas, quienes terminarían el primer tramo de túneles funcionales en la Línea.

El presidente Iván Duque afirmó durante una rueda de prensa, que en dos años cumplieron con casi la misma cantidad de avance estructural que la conseguida el gobierno anterior, hablando de porcentajes de 55% y 45%, sin embargo, fue duramente criticado al demostrarse que para el 2016 tan solo restaba un 12% de la construcción.

Retomar la construcción de los viaductos, túneles y la doble calzada de la Línea, es un reto inmenso para el gobierno y los colombianos, el Estado y las empresas licitantes deben llevar a cabo la restauración de la mayoría de los proyectos que parecían estar estáticos y que presentan múltiples daños y fallas estructurales. Quedan pendientes tres licitaciones conocidas por los nombres de Quindío 1, Tolima 1 y Tolima 2, cada una con valores de 145.000, 148.000 y 161.500 millones de pesos, respectivamente; estas obras que ya están en proceso de construcción sumarían un total de 20 túneles, 20 puentes y 15.5 kilómetros de doble calzada.

Y después de todo, ¿dónde quedamos nosotros?

El protagonismo del Túnel Barranqueros corresponde a los trabajadores de construcción que labraron el túnel con sus manos, a los camioneros que nunca dejaron de surtir nuestros supermercados y tiendas, incluso a quienes nos sacaban de un aprieto con un café caliente. Estos últimos, los vendedores ambulantes, han formado parte del paisaje de la Línea desde hace décadas, fríjoles cajamarquinos, maní dulce, entre otros; son cientos de personas que ya comenzaron a sufrir las consecuencias de la construcción del túnel, Manuel, un vendedor de frijol mencionó: “no se qué vamos a hacer cuando quiten este peaje, ¿para dónde nos vamos a ir?”.

Los habitantes de la Línea están llenos de inquietudes, son personas humildes que ahora tendrán que pagar dos peajes, atravesar un túnel y subir una montaña tan solo para moverse unos metros arriba. Ya no hay paraderos, el tráfico se agilizó y la doble calzada parecería ser una victoria para la economía colombiana y efectivamente, la taza de accidentes se redujo dramáticamente y la velocidad promedio de la carretera aumentó en un 280% pero aún así, se olvida el factor humano.

La diferencia entre viajar hacia Cajamarca o Calarcá es inmensa, tres sistemas de túneles, calzadas con dos carriles para transitar a altas velocidades, ejercito colombiano, policía, rescatistas y hasta prensa, es lo visto de camino a Cajamarca; volver a Calarcá es lo contrario, la señalización de la vía no tiene sentido, no hay señales claras aún sobre el comienzo o final de la doble calzada, los resaltos están señalizados metros después de donde deberían estar, las  curvas peligrosas no están marcadas y la estrechez de la carretera no permite saber cuándo es un momento oportuno para tomar el carril izquierdo.

El túnel de la Línea es un acto heroico, sin embargo, olvidamos a los héroes que lo ayudaron a construir, dejamos atrás a las familias cuyo sustento dependía de la normalidad a la que estaban acostumbrados en carretera. ¿Qué pasará con los más de 6.000 empleos que generó la construcción de los túneles principales? Los Cajamarquinos parecen muy optimistas  agradecen la gran cantidad de turismo recibida los últimos días tras la apertura del túnel, aún así, quedan algunos pendientes y es difícil saber cómo se terminará de resolver el proyecto. Está claro que una de las dos rutas está más favorecida y además, que el factor humano local está siendo ocultado por la relevancia del hito nacional.