En cuarentena, con trastorno bipolar

Domingo, 12 Abril 2020 15:59
Escrito por

Daniela cuenta su ataque de ansiedad y bipolaridad durante la cuarentena. Según un estudio realizado por la Universidad de la Sabana, se calcula que en Colombia hay alrededor de dos millones de personas con diagnóstico de trastorno bipolar y, de acuerdo con la Organización Mundial de Salud, este trastorno es una enfermedad cerebral en la que se produce una alteración de los mecanismos bioquímicos que regulan las emociones y el humor.

Daniela espera al psiquiatra||| Daniela espera al psiquiatra||| Laura Natalia Salazar|||
2837

Esta es la historia de Daniela Sandoval, una joven bogotana de 22 años, quien desde el 2016 está diagnosticada con esta enfermedad, a partir de ese momento toma unos medicamentos para tratar los episodios de manía y depresión, debe tomar todas las noches una pastilla de Quetiapina y cuatro gotas de Levomepromazina. Esta joven decide contarnos cómo fue su última recaída producto del aislamiento obligatorio a causa del coronavirus. El jueves 2 de abril, se levantó a las 9:00 de la mañana, no se sentía bien, pero sus síntomas no son tan intensos y dramáticos para avisarle a José y Flor María, sus padres. Daniela se encuentra irritable, siendo el primer síntoma que se manifiesta en la fase de la hipomanía. Según la Asociación Colombiana de Bipolares (ACB), se manifiesta con una sintomatología suave y va aumentando hasta llegar a la manía y una depresión severa, si no es controlada a tiempo, cabe resaltar que el trastorno bipolar afecta a dos de cada 100 personas en el mundo.

Ver: 'El compromiso más importante para nosotros es hacer buen periodismo, entregarle información a la gente para que tome buenas decisiones', Óscar Parra, director de Rutas del Conflicto

Alrededor de las 10:20 de la mañana, hubo una discusión en la familia Sandoval, entonces, esta desata la siguiente fase de recaída en Daniela que es la manía, en esta normalmente se toman decisiones incoherentes y no se mide el riesgo. Daniela sabía que no se sentía bien, necesitaba descansar y sin medir la cantidad decidió tomarse cinco pastillas de Quetiapina y unas cuantas gotas de Levomepromazina. Pasaron 24 horas en las que estuvo desconectada de la realidad, su madre Flor María logró entrar a la habitación de su hija donde la encontró sin sus cincos sentidos. Si bien Daniela se levantó e intentó ir al baño, terminó desmayándose y recibió un fuerte golpe en la cabeza, por lo que decidieron llamar a la EPS que la atiende, pidieron ayuda en la Secretaria de Salud, al 123 y a la línea 106, sin embargo, nadie les ofreció una ayuda oportuna porque todas las entidades aseveraron que estaban atendiendo únicamente casos de posibles contagios por coronavirus.

En la sala de observación de urgencias

A las 2:45 p.m. del viernes 3 de abril, Daniela llegó junto con su padre y su hermana mayor Luisa a la Clínica Universitaria Colombia, donde solo le permitieron ingresar con un acompañante, por lo que su padre permaneció en sala de espera mientras Luisa acomodaba a Daniela en una silla de ruedas para transportarla tan solo con una mano, mientras la otra le sostenía la cabeza.Después de recorrer el largo pasillo que separa la zona del triage de la sala de observación de urgencias, Luisa llegó pidiendo ayuda a gritos y cuando los médicos las rodean, ella cuenta lo sucedido y resaltó que después del desmayo que tuvo su hermana sigue sin estar del todo consciente. Catalina Jiménez, medico general, aseguró que después de la manía llegan los síntomas psicóticos como delirios y alucinaciones, que en la mayoría de los casos debe ser hospitalizada la persona.

Ver: Así funcionan los virus: ‘Cuanto más mute un virus, más difícil se hace identificar cómo tratarlo’

Daniela pasa de la silla de ruedas a una camilla donde le realizaron un electrocardiograma. Luisa recuerda el momento en que tuvo que quitarle la pijama a su hermana para vestirla con una bata amarilla clara y manga larga, dejando todas las pertenecías de Daniela en una bolsa blanca con una persona de seguridad, argumentando que era parte del protocolo de salubridad por el covid-19. Aunque se trató de un par de horas, para Luisa fue eterno el tiempo que pasó hasta que su hermana comenzara a reaccionar y a tomar conciencia de donde estaba, las hermanas Sandoval tuvieron que pasar la noche en la Clínica hasta que un psiquiatra la evaluara y tomara la decisión de darle salida o remitirla a un hogar de reposo. En el trascurso de la noche, descubrieron que la bata amarilla que tenía Daniela era para identificar a pacientes psiquiátricos en caso quieran de evadir sin consentimiento las instalaciones y era manga larga para que no se hicieran daño.

El trastorno bipolar no está diagnosticado en un 80% de casos

Siendo las 12:30 pm del día siguiente, llegó un psiquiatra a revisar a Daniela y, luego de una conversación de aproximadamente 15 minutos, dio la orden de salida bajo la condición de que si se repetía dicha situación la internaban en un hogar psiquiátrico. Daniela asegura que la vida de una persona vuelve a empezar cuando es diagnosticada con un trastorno bipolar: “Tienes que aprender a vivir con tu enfermedad, como ocultarla de tus amigos para que no te tilden de ‘loca’, tienes que reconocer cada síntoma de la enfermedad, saber si es solo una faceta, una recaída o una depresión tan fuerte que ni uno mismo pueda controlar sus pensamientos”. En Colombia, el 80% de personas bipolares no están diagnosticadas correctamente, este trastorno se suele confundir con depresión compulsiva, ataques de ira o trastorno de la personalidad. De acuerdo con lo anterior, la ACB sugiere que no solo deben quedarse con un dictamen médico, sino buscar una segunda opinión profesional.

Ver: “Nosotros queremos ofrecer toda una experiencia cultural donde se exalte Brasil y Colombia”, pareja de emprendedores comparte su experiencia

Está es la historia de una paciente con diagnóstico psicológico y psiquiátrico que, si bien no se ha rendido, quiso tomar un respiro y reaccionar impulsivamente frente a la falta de ayuda profesional para ella y su familia, lo que pudo costarle la vida. La historia de Daniela y su familia es un reflejo de que las entidades competentes aparentemente no le están brindando la atención necesaria para paliar los efectos de las enfermedades mentales que cobran miles de vidas cada día en el mundo.