¿Cuáles son los principales retos que enfrenta la transición a la movilidad eléctrica en Colombia?

Miércoles, 19 Junio 2024 06:49
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Aunque la transición a autos eléctricos promete una movilidad más sostenible, expertos advierten que la posventa y la falta de infraestructura podrían afectar este proceso.

Estación de carga para carros eléctricos en uso.||| Estación de carga para carros eléctricos en uso.||| Joel-t/Stock|||
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En medio de un panorama político que busca la transición energética hacia vehículos más sostenibles y amigables con el medio ambiente, los nuevos usuarios de autos eléctricos en Colombia se enfrentan a una travesía marcada por la ambición gubernamental y la realidad sobre el terreno. Con la promesa de un futuro más limpio y verde, los gobiernos y conductores han optado por sumarse a esta ola mundial de cambio. Sin embargo, el panorama para una transición eficiente y rápida no es tan simple, por el contrario, se encuentra con una serie de desafíos gubernamentales y frustraciones que ponen a prueba a los usuarios de los autos eléctricos hasta el punto de preguntarse si fue una buena decisión el adquirir este tipo de vehículos.

 

Los retos frente al consumo de energía

La transición hacia la movilidad eléctrica en Colombia se ha convertido en un desafío multifacético que contempla desde metas ambiciosas ya establecidas en el Plan Energético Nacional (PEN) 2020-2050, hasta el fortalecimiento del Sistema Interconectado Nacional (SIN) que tiene una actual cobertura en el 97% de la población colombiana y una capacidad instalada de 17.326 MW (Megavatios) cuyas fuentes se componen de energías renovables en un 83,4% y no renovables en un 16,6 %.

Los objetivos de la transición a la movilidad eléctrica en Colombia

 

Al respecto, para el exviceministro de ambiente, Nicolás Galarza, Colombia aún está lejos de consolidar la cadena que compone el SIN, a saber: generación, transmisión, distribución y comercialización, dado que “todos los escenarios evidencian que debe haber un aumento en el consumo de electricidad, pero, la velocidad en la transmisión y distribución no está en la misma medida”. Esto se configura como la punta del iceberg de todo un andamiaje de infraestructura del cual ni las potencias mundiales como Estados Unidos han logrado cubrir al cien por ciento, pues para el Departamento de Energía (DOE) de este país, el déficit de energía para el 2030 podría llegar a ser de 100.000 megavatios (MW). 

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Los desafíos que enfrentan los usuarios

Su travesía en el tránsito al vehículo eléctrico está marcada por una serie de desafíos que van desde someterse a listas de espera para adquirir un auto eléctrico de una marca reconocida, pasando por la claridad de un servicio posventa eficiente para atender posibles fallas en sus vehículos, hasta la escasez de una red de estaciones de servicio, o electrolineras, tanto en áreas urbanas como en carreteras.

Esta realidad para el usuario es opacada por el constante crecimiento del mercado del auto eléctrico en el mundo, pues en la última década se han vendido cerca de 14 millones de unidades y las ventas se han incrementado un 26% entre el 2022 y 2023.

La limitada presencia de puntos de recarga en el territorio nacional, pues hay tan solo algo más de 218 puntos en toda Colombia, dificulta aún más la movilidad ya que los conductores se ven obligados a planificar meticulosamente sus viajes para garantizar la disponibilidad de puntos de recarga en su ruta.

Este ha sido el caso de Juan Felipe Gómez, un propietario de un auto eléctrico de alta gama, quien, en un viaje desde Melgar a Bogotá, tuvo dificultades al quedarse varado en la entrada a Bogotá porque, de una manera acelerada, la batería de su auto empezó a perder autonomía en medio de un trancón y el punto de carga más cercano se encontraba en el norte de la ciudad. La solución: llamar a una grúa. Su error: fiarse de la autonomía que le marcaba el tablero de su vehículo modelo 2023.

El anterior fue un caso ante la ausencia de puntos de recarga eléctrica, pero, la falta de un sistema de atención posventa especializado puede generar incertidumbres mayores entre los conductores, quienes enfrentan dificultades reales para resolver problemas técnicos, recibir mantenimiento adecuado y oportuno, e incluso, conocer la depreciación real de su inversión en un escenario de reventa de su vehículo usado. Aunque, para la Asociación Nacional de Vendedores y Reparadores de Vehículos europea GANVAM, un auto eléctrico pierde el 47% de su valor original en los siguientes tres años.

En efecto, Galarza comentó que un auto eléctrico se parece más a un celular que a un auto de combustión tradicional, y que compañías como Porsche están contratando mano de obra especializada en estas áreas, pues el mercado ha cambiado y necesidades de producción hoy por hoy son otras. Frente a esto, el diario ARA de Barcelona estima que “el 80% de la mano de obra requerirá formación”.

Aunque la Ley 1964 de 2019 plantea la construcción de estaciones de carga rápida, su ejecución se ha rezagado. A pesar de este panorama, empresas como Enel X y Terpel han dado pasos significativos al instalar más de 108 cargadores públicos y alrededor de 3.500 equipos en hogares y empresas en todo el país. Además, la ventaja económica de la movilidad eléctrica, donde los usuarios pueden recargar sus vehículos a un costo considerablemente más bajo que el de la gasolina, se presenta como un incentivo crucial en medio de un contexto donde el precio de los combustibles fósiles sigue en aumento.

Estimación del número de vehículos eléctricos vendidos en la región. Fuente: Statista arket Outlook

 

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El compromiso de los países con el "mundo eléctrico"

Plaza Capital entrevistó a José Clopatosfkty, director de la Revista Motor y experto automotriz. En sus declaraciones, coincide con Galarza en afirmar que el principal desafío para los autos eléctricos en Colombia y el mundo es crear un “mundo eléctrico que lo sustente porque el auto eléctrico se inventó hace 120 años”. Los gobiernos interesados de esta transición deben pensar en todos los eslabones de la cadena del SIN y, además, pensar en la disposición final de las baterías inservibles.

Para Clopatofsky “el mundo (eléctrico) es insuficiente y tiene problemas”. Tan sólo en Estados Unidos hacen falta un millón de puntos de carga para vehículos eléctricos, Bogotá tan sólo cuenta con 67 puntos privados y dos públicos para creciente tasa de matrícula de vehículos eléctricos.

Comenta, de igual forma, que “el mundo pro eléctrico ha hecho un gran trabajo, pero pasando por encima de sus debilidades (…), por ejemplo, tengo una carta del dueño de un KIA cuyo cambio de batería le cuesta 120 millones de pesos, es decir, más de lo que cuesta el carro nuevo”.

Entre las múltiples debilidades que señala Clopatofsky, resalta el tema de la seguridad ante una fisura o perforación en las baterías: “la batería explota afectando lo que tiene alrededor, alcanza unos 500 grados y durará así varios días, porque la única manera de apagarse es por inmersión".

Otra debilidad es el peso añadido a las carrocerías de los carros: una batería eléctrica pesa más y eso significa mayor desgaste en la calzada, en los neumáticos, en los frenos, en la energía para mover y hacer seguro un vehículo más pesado; “de hecho en Europa empezarán a cobrar un impuesto por peso para los vehículos eléctricos”, señaló Clopatofsky.

Además, para la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB), el riesgo de muerte aumenta en un 47% si se trata de un vehículo eléctrico.