Hasta el 9 de noviembre, en Bogotá, bajo el lema Ensayos sobre la felicidad, la Bienal BOG25 reúne a más de 20 artistas internacionales que intervinieron puntos emblemáticos entre la avenida Jiménez y Chapinero, integrando el arte con la cotidianidad urbana.
Este es el recorrido que se podrá hacer a través de la guía digital del evento. La travesía combina la experiencia inmersiva de cada instalación, las explicaciones de los guías capacitados y los textos curatoriales que complementan cada una de las exposiciones extendidas por la ciudad.
1. Dándole peso a unos besos, Plazoleta del Rosario
En la Plazoleta del Rosario, donde antes se alzaba la estatua de Gonzalo Jiménez de Quesada, hoy se impone un monolito de seis metros cubierto de besos rojos: Dándole peso a unos besos, una intervención del artista colombiano Iván Argote.
Según la Fundación Gilberto Álzate Avendaño (FUGA), la obra resignifica el espacio público a través de la ternura como acto político, invitando a los transeúntes a participar activamente plasmando sus propios besos sobre la piedra como un gesto de afecto y resistencia que transforma la memoria colectiva.
Por su parte, la página web de la Alcaldía menciona que más que un monumento, se trata de un rito ciudadano que reemplaza la violencia de la conquista por la posibilidad de sanar con gestos íntimos y colectivos, convirtiendo el duelo histórico en una celebración de la vida y de la participación comunitaria.
Tomada por: Julián García
2. Construcciones frágiles para un final del mundo, Palacio San Francisco
Construcciones frágiles para un final del mundo, del artista antioqueño Alejandro Tobón, es una instalación hecha con fragmentos de muebles y maderas recicladas que, al ensamblarse en formas monumentales y a la vez frágiles, evocan la memoria de lo que se pierde con el paso del tiempo.
Según el contenido curatorial de la Bienal Internacional de Arte y Ciudad BOG25, la obra tiene forma de globo terráqueo, evocando que todo se va con el mismo fin del mundo. Además, dialoga con la historia borrada de los centros urbanos, que es la misma que transformó el territorio, proponiendo un “final del mundo”, no como apocalipsis, sino como metáfora de la desaparición de tradiciones, espacios y vidas cotidianas reflejadas en objetos de esta misma cotidianidad.
En la página web de la Alcaldía se le describe como una paradoja: estructuras imponentes construidas con materiales desgastados, que les recuerda a los espectadores la fragilidad de lo humano y la urgencia de conservar aquello que parece destinado al olvido.
Tomada por: Julián Garcia
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3. Surrender (Flag), patio del Palacio San Francisco
Surrender (Flag), del artista irlandés John Gerrard, es una obra hecha con paneles digitales que muestran una bandera blanca. El artista la creó digitalmente para que parezca que está ondeando al viento, pero en realidad está formada por chorros de vapor que se elevan y disipan como si fueran nubes. Todo ocurre en un paisaje seco y desértico que refuerza la idea de un mundo vacío o en crisis. Fue concebida como una reflexión sobre rendición, parada y realidades planetarias.
Las notas oficiales y la cobertura periodística describen la obra como una “bandera de vapor” y la enmarcan en temas de sostenibilidad y diálogo con el futuro del planeta. Además, el contraste entre la modernidad de la obra y la antigüedad del Palacio San Francisco genera una composición que varios de los espectadores consideran contemporánea y atractiva.
Tomada de: El espectador
4. Swinguerra, Espacio Odeón
Swinguerra, de los artistas Bárbara Wagner y Benjamin de Burca, es una instalación audiovisual que transporta al espectador a las canchas y calles de Recife, Brasil, donde grupos de jóvenes danzan swingueira, brega funk y Passinho do Maloka como una poderosa forma de identidad y resistencia cultural.
La obra, protagonizada por bailarines reales, muchos de ellos jóvenes afro y personas trans o no binarias, convierte el movimiento en una manifestación de visibilidad frente a la marginación social, mostrando cómo el cuerpo se vuelve espacio de lucha y pertenencia.
Según guías y carteles explicativos de la exposición, la obra busca transmitir lo íntimo de los ensayos comunitarios y lo que se destaca de la competencia través de la danza y lo teatral de que cada escena. Swinguerra invita a reflexionar sobre la fuerza transformadora del arte popular y cómo crean, con cada paso de baile, futuros posibles.
Tomada por: Julián García
5. Tapazolli-uze, Centro Cultural Gabriel García Márquez
Tapazolli-Uze de Yunuen Díaz llega al Centro Cultural Gabriel García Márquez como una instalación de nidos de lectura realizados con tejido de chusque. La pieza consiste en una serie de “nidos” (estructuras tejido-artesanales de gran escala) que funcionan como lugares íntimos de lectura.
Diferentes textos curatoriales de la obra explican que esta busca conectar prácticas del cuidado, la oralidad y la tradición textil con la idea de espacios colectivos de reposo y encuentro. Dentro de ellos, unos bafles imitan el cantar de las aves y una voz femenina describe de manera inmersiva el comportamiento de estas aves en su hábitat.
Tomada por: Julián García
6. Cielo Prohibido, Parque de los Periodistas
La artista cubana Glenda León irrumpe con Cielo Prohibido, una instalación que convierte las estructuras moleculares de plantas y hongos sagrados en un mapa estelar poético plasmado en el cielo de la capital, según la página oficial del Bienal Internacional de Arte y Ciudad BOG25.
La obra pone en evidencia cómo sustancias usadas durante siglos en prácticas rituales, espirituales y terapéuticas han sido reducidas al estigma de lo prohibido por discursos oficiales. No solo traslada al lenguaje visual la forma de estas moléculas, sino que las proyecta hacia un cielo alternativo, invitando al espectador a mirar hacia arriba, tocar el pasto y descubrir en esas constelaciones inventadas un recordatorio de la diversidad por medio de los que han encontrado los seres humanos para expandir la conciencia.
Cielo Prohibido se convierte en un ejercicio de resistencia sensible: un llamado a reconsiderar la relación entre cuerpo, percepción y espiritualidad más allá de las normas impuestas y una oportunidad de experimentar el arte como detonante de nuevas formas de libertad, memoria y reapropiación de lo invisible.
Tomada por: Julián García
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7. Escenario Híbrido en la fachada del edificio, Edificio ICFES
La intervención Escenario Híbrido transformó la fachada del edificio del ICFES en una proyección pública dirigida por el artista mexicano Héctor Zamora. La obra se exhibe como intervención arquitectónica y urbana en la ruta central de la Bienal, proponiendo una lectura crítica sobre la institucionalidad y la presencia simbólica de edificios públicos en la ciudad.
La sede del ICFES es señalada en la guía y en la web oficial de la Bienal como uno de los puntos de intervención exterior donde se realizan proyecciones y acciones que conectan lo local con traducciones formales del espacio público.
Tomada por: Julián García
8. Circo de pulgas, Cinemateca de Bogotá
El Circo de Pulgas, de la artista colombiana María Fernanda Cardoso, es una obra que mezcla arte, ciencia y espectáculo al entrenar pulgas para realizar acrobacias bajo una carpa en miniatura, retomando las técnicas de los antiguos circos europeos del siglo XIX.
En la proyección, las diminutas protagonistas cobran vida. Cardoso dirige la función como maestra de ceremonias. Según la propia artista, allí se revela un universo que magnifica lo invisible y despierta asombro en lo cotidiano. La experiencia incluye momentos del proceso de creación de la obra y un espacio de conversación con la artista, que invita al público a reflexionar sobre la frontera entre lo real y lo fantástico.
El espacio de la obra está rodeado de imágenes de las protagonistas con su nombre científico bajo cada uno de los cuadros, mientras que en paralelo se muestran sus comportamientos en una pantalla grande al fondo de la sala.
Más que un espectáculo curioso, Circo de Pulgas es una invitación a descubrir la grandeza en lo diminuto, a experimentar el arte como juego y a redescubrir, con humor y sensibilidad, nuevas formas de mirar el mundo.
Tomada por: Julián García
9. La ciudad de los espectros: Bogotá ante el tiempo, Centro Colombo Americano
Según el portal web de la Alcaldía Mayor de Bogotá, La ciudad de los espectros: Bogotá ante el tiempo es un proyecto curado por Julián Camilo Serna, el cual reúne a varios colectivos y artistas, entre ellos J&L Constructores, con el propósito de trazar mapas sensibles de presencias y ausencias urbanas Esto se logra por medio de las memorias, desplazamientos y rastros que persisten en la infraestructura de Bogotá.
Los guías de la exposición explican cómo el espacio invita a reflexionar sobre la transformación de Bogotá a lo largo del tiempo a través de la arquitectura y del territorio, no solo en lo construido, sino también en aquello que ha desaparecido.
Dentro de la exposición, obras como la de Leandro Erlich, Arrancado de Raíz, exploran la pérdida y la memoria de elementos que han sido borrados del espacio urbano, reforzando la idea central de la muestra sobre presencias y ausencias en la ciudad. Así, la composición muestra cómo la transformación urbana puede afectar la interacción social y la habitabilidad.
Tomada por: Julián García
10. Arrancado de raíz, Plazoleta de la Basílica de Nuestra Señora de Lourdes.
En plena plazoleta del Parque de Lourdes, una casa bogotana de estilo tradicional flota en el aire, suspendida por una grúa como si hubiera sido arrancada de su propio suelo: es Arrancada de raíz, la imponente instalación del artista argentino Leandro Erlich.
El portal web y el cartel explicativo que se encuentra frente a la obra expone que la obra construye una paradoja hipnótica: la vivienda, símbolo de estabilidad y refugio, se convierte en un objeto frágil, desanclado y vulnerable.
Caminar alrededor de la obra es vivir una experiencia inmersiva donde la ciudad se ve reflejada en la tensión entre el arraigo y desarraigo, en la memoria de barrios que se transforman y en el anhelo colectivo de tener un lugar propio. Más que una escultura suspendida, es un espejo que nos confronta con el vértigo de habitar Bogotá en medio de cambios constantes.
Tomada por: Julián García
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