“Me mantengo en pie de lucha por la paz de mi país”: Marleny Orjuela Manjarrés

Martes, 15 Noviembre 2016 09:44
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La representante de las familias de policías y militares secuestrados,  asegura que seguirán trabajando por la paz de Colombia  sin importar el resultado del plebiscito.

La directora de Afamipaz visitó el Campamento por la Paz|||| La directora de Afamipaz visitó el Campamento por la Paz|||| Foto: Julián Río||||
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Luego de la victoria del ‘No’ en el Plebiscito por la paz, Plaza Capital habló con Marleny Orjuela Manjarrés, directora de la Asociación colombiana de Familiares de Miembros de la Fuerza Pública Retenidos y Liberados por grupos guerrilleros (Asfamipaz).

Orjuela es reconocida a nivel nacional como una de las principales activistas por los derechos de los secuestrados y la construcción de paz del país, causas que emprendió luego de la retención forzada de uno de sus primos en la toma de Miraflores, en 1998.  Define su actividad como una “lucha libertaria”.  A continuación cuenta detalles sobre su experiencia como víctima, la labor que adelanta desde la asociación que preside, su papel en la Mesa de Conversaciones de La Habana y la percepción que tiene luego del resultado del Plebiscito por la paz.

Plaza Capital: Asfamipaz lleva cerca de 18 años luchando por la libertad y los derechos de los secuestrados de Colombia, ¿bajo qué circunstancias se conformó esta asociación y con qué fin?

Marleny Orjuela: Nuestra organización nace con la toma guerrillera de la base de Miraflores, Guaviare, el 3 agosto de 1998. Allí cae secuestrado un primo mío, Hernán Alexander Zambrano Manjarrés. En esa toma se llevaron 56 policías y 73 militares, cuyas familias –en la mayoría de casos- residíamos en Bogotá. Nos empezamos a conocer en Defensoría del Pueblo, Cruz Roja Internacional y Procuraduría, allí vimos la necesidad de conformarnos como organización. Jurídicamente nos constituimos en febrero de 1999, desde ese momento comienza la lucha libertaria de Asfamipaz para exigir la liberación de nuestros familiares.

P.C: Precisamente durante esos años se adelantaban diálogos de paz entre el gobierno de Andrés Pastrana y las Farc, ¿en qué medida su “lucha libertaria” se vio facilitada por esa negociación?

M.O: Ese proceso, indiscutiblemente, nos sirvió a nosotros para acercarnos y tener una interlocución directa con los comandantes de la guerrilla de las Farc. Además, interlocutábamos más fácil con el comisionado de paz, Camilo Gómez, en El Caguán que en Bogotá, porque acá no nos daban citas. El objetivo era hablar con Manuel Marulanda y el Mono Jojoy, y lo logramos un año después de llegar a El Caguán. Luego, con otra madre, tardamos dos años en poder entrar a las jaulas en las que tenían a nuestros familiares secuestrados. Eso lo pudimos hacer por nuestra cuenta, porque estaba abierta la zona de despeje

P.C: ¿Cómo fue esa interlocución con los líderes de las Farc?

M.O: Nosotros íbamos con tres armas: la camiseta, la razón y el corazón. Íbamos a hablarles de seres humanos a seres humanos, sin temerles, así estuvieran “armados hasta los dientes”. Cuando logramos hablar con Marulanda, el Mono Jojoy y algunos comandantes más, primero, les pedíamos a nuestros familiares vivos y libres; y segundo, nos propusimos contarles la experiencia tan cruel que supone tener un familiar secuestrado. Al final los comandantes de la guerrilla terminaron teniéndoles más miedo a las madres, que las madres a ellos. Ellas estaban desgarradas, con su llanto, tristeza y dolor les contaban por lo que estaban pasando. Prácticamente los hacían llorar. Los comandantes tenían mucho temor de enfrentarse a las madres, porque les tocaron y ablandaron el corazón de muchas formas (que no necesito contar).

P.C: ¿Ustedes contaban con apoyo económico del gobierno cuando tuvieron ese acercamiento con los comandantes de las Farc?

M.O: Lo menos hemos tenido ha sido apoyo del Estado. Siempre hemos trabajado solos. En ese momento logramos una ayuda económica para transporte hacia El Caguán, pero fue una cantidad mínima (…) En general, no solo durante el gobierno de Pastrana, sino con los dos periodos de Uribe y los dos de Santos, el apoyo del gobierno para nuestra lucha libertaria ha sido insignificante. De cualquier manera hay que recalcar que quienes sufren la guerra son los hijos del pueblo, no los hijos de los grandes políticos, por eso es que ellos no se interesan por luchar para que liberen secuestrados o se reivindiquen los derechos de las víctimas del conflicto.

P.C: ¿Cómo se desarrolla esa labor, esa “lucha libertaria”, desde Asfamipaz?

M.O: Cuando hay acciones, yo invito a las familias vinculadas para que se sumen voluntariamente. Hemos hecho plantones, marchas, tomas pacificas a iglesias y ministerios, a lugares como la Quinta de Bolívar entre muchos otros alrededor de mi país, buscando que se visibilice la problemática y que no se despreciara ni se estigmatizara, para así comenzar a buscar soluciones. Exigimos unos derechos, trabajamos por la vida y la libertad de los secuestrados y por la solución política y negociada al conflicto armado, por la paz de Colombia. Además, muchos liberados están buscando empleo, tienen problemas psicológicos y psiquiátricos, no les están garantizando sus derechos, necesitan becas de estudio (para ellos y sus hijos), etc. En todo esto también está trabajando Asfamipaz, estamos en esa lucha con ayuda de fundaciones, corporaciones y organizaciones no gubernamentales.

P.C: Mediante todas esas actividades se ha logrado la liberación de decenas de secuestrados, ¿cómo obtuvo la libertad su primo y qué la motivó a seguir luchando por los demás retenidos del país?

M.O: La liberación de Hernán Alexander se consiguió con el acuerdo humanitario, cuando estaba la zona de despeje. Con él, salieron 54 policías y militares más, que se encontraban enfermos y fueron liberados a cambio de la excarcelación de 14 guerrilleros. Siempre les dije a todas las familias que lucharía con ellas hasta que saliera el último miembro de la fuerza pública que estuviera retenido, independientemente de que fuera mi familiar o no. Hernán salió y yo continué y continuaré  luchando por la paz de mi país.

P.C: ¿Cómo fue la llegada de su primo luego de pasar tres años retenido por las Farc?

M.O: El golpe es durísimo. Primero, encuentran una familia diferente a la que ellos dejaron y también llegan siendo personas distintas a las que eran antes del secuestro. Segundo, la tecnología los atropella. Encuentran una tecnología completamente innovada. La calle se vuelve un peligro para ellos, porque –por ejemplo- a veces no se acuerdan de respetar los semáforos. Vienen con muchos problemas psicológicos, psiquiátricos, no duermen bien, a veces viven soberbios, malgeniados. Además tienen miedos, delirios de persecución, muchas pesadillas… son muchas cosas. Y si esto le pasa a quienes duraron tres años en secuestro, ¿cómo será para quienes estuvieron 13 o 14 años retenidos?

P.C: ¿Y qué estrategias de apoyo brinda el gobierno para este proceso de resocialización de los liberados?

M.O: Generan estrategias insuficientes. Los gobiernos de turno (no solo este, sino los anteriores) no fijan una política que acoja a los liberados y que realmente les cumpla por lo menos con un tratamiento psicológico adecuado, con una búsqueda de becas para estudio, de acompañamiento para empleo, un apoyo para emprendimientos productivos o microempresas para que ellos salgan adelante. Hay unos apoyos mediocres, entrecortados. El hecho de que nos inviten desde la Policía o el Ejército a una misa o un desayuno, no significa un apoyo fuerte, real, ni un cumplimiento de los derechos que tienen nuestros familiares secuestrados.

P.C: Con el ánimo de escuchar esas propuestas y experiencias se designó una comisión de víctimas que se sentó en la Mesa de Conversaciones de La Habana. ¿Cómo fue su participación en la negociación?

M.O: Cuando se habló de la voluntad de las partes para sentar en la Mesa a víctimas de crímenes de Estado y guerrillas, se empezaron a desarrollar foros de víctimas en las principales ciudades del país. Allí se recogían propuestas, luego se seleccionaron cinco grupos de 12 personas. Llegamos 60 víctimas del conflicto en un punto crítico de la negociación. Había mucha tensión e incluso se habló de la posibilidad de romper con los diálogos. Sin embargo, nosotros, todos, desde nuestras intervenciones individuales, siempre pedimos que no se pararan de la Mesa hasta que no hubiera un acuerdo, y lo logramos.

P.C: Luego de hacer presencia en La Habana y ayudar en la construcción del Acuerdo Final, ¿cuál es su opinión sobre lo consignado en esas 297 páginas, especialmente en el punto de Víctimas?

M.O: Para mí es muy acertado lo que lograron en estos cuatro años las dos partes, especialmente en los puntos uno (Reforma Rural Integral) y cinco (Víctimas). Sobre este último, tengo que hacer una claridad: ni un año, ni diez, ni cinco meses de cárcel reparan a una madre. Con eso no le van a devolver a su hijo. Pero lo que si queremos los familiares y víctimas es que no haya repetición, que no haya ni una, ni diez, ni cien, ni ocho millones de víctimas más, sufriendo lo que nosotros hemos tenido que pasar. Mientras la justicia transicional nos traiga la verdad y el reconocimiento de los hechos, y pidan perdón a las familias afectadas por las Farc, eso es más importante que saber que están presos.

P.C: Acerca de la jornada electoral del Plebiscito por la Paz, ¿cómo toma la victoria del ‘No’?

M.O: Lo primero es que yo nunca estuve de acuerdo en que se convocara a un plebiscito. Lo segundo es que las personas que nombraron para encabezar la campaña por el Sí tampoco me parecieron acertadas. Ahora, a mí lo que más me preocupa no es quién ganó la elección. A mí me preocupa el 62% de colombianos, que suman más de 21 millones de personas y que no acudieron a las urnas. Y no los estigmatizo, ni los juzgo (…) eso es señal de que el electorado ya no cree en la institucionalidad perversa de este país.

P.C: Podría decirse entonces que su principal crítica recae sobre la abstención…

Mi mayor crítica es a la campaña del No, de esos politiqueros de turno. Ojalá que no todos los que votaron por el No lo hayan hecho manipulados por esa campaña perversa, como quedó demostrado por su director Juan Carlos Vélez esta semana. Como ya he dicho, ellos no son los que enfrentan la guerra, o que venga Álvaro Uribe o Pacho Santos y entreguen sus hijos para que combatan… No, acá eso no pasa, ellos ven la guerra solo por televisión en sus hogares llenos de plata y con sus cerebros llenos de metralla y munición.

P.C: ¿Cuáles son sus expectativas sobre la renegociación que se está llevando a cabo?

M.O: Yo espero ver una solución antes de diciembre de este año. Una solución definitiva. Que nos digan si se logró la paz o volvemos a la guerra, pero que nos den una solución, porque eso no está en manos del pueblo, sino de los negociadores, y nosotros ya estamos cansados de esta angustia tan desgarradora.

P.C: En el hipotético escenario de que la renegociación fracase y las Farc vuelvan a tomar las armas en territorio, ¿continúa su lucha libertaria, aun cuando más de la mitad del electorado votó por el ‘No’ sabiendo que esa sería una de las consecuencias?

M.O: Claro que sí, yo me mantengo en pie de lucha por los policías y militares y por la paz del país, así haya ganado el No. Así como he sido leal y honesta con el país, así me voy a mantener. Este es mi país y yo amo mi país, estoy comprometida con Colombia, con mis hijos y mi familia, con todo el pueblo colombiano. Porque este el pueblo es bueno, porque nuestros campesinos se lo merecen, porque están creciendo los niños y la juventud merece un país distinto. Y hay muchas más razones, miles de razones. Hay más de ocho millones de víctimas, así que hay más de ocho millones de razones para construir un país distinto y en paz.