El Ecoparque Industrial como parte de la solución para la recuperación del río Bogotá

Miércoles, 05 Noviembre 2014 09:51
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Los curtidores de Villapinzón serán reubicados en el Ecoparque Industrial en la vereda de Chingacio, Chocontá con el objetivo de lograr la recuperación del río Bogotá. 

||| ||| Foto: Karen Cortés/PlazaCapital|||
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  • Coautor 1: Karen Dayanna Cortés Cortés

Uno de los proyectos dentro del plan de recuperación del río Bogotá es la construcción del Ecoparque Industrial, que busca reducir la contaminación que causa la producción del cuero en la cuenca alta del río Bogotá.  El fallo dio un plazo de tres años para que los curtidores se reubiquen en el Parque que se construirá en Chocontá, en la vereda Chingacío (Cundinamarca).

En este proceso están involucrados el sector curtiembre, el departamento de Cundinamarca,  la Corporación autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) y los municipios de Villapinzón y Chocontá.

¿Qué está pasando con las empresas de producción del cuero?

En 2010, la CAR estableció que todos los curtidores deben cumplir el permiso regulado por el decreto 3930 para trabajar legalmente en la producción del cuero. Sin embargo, la mayoría de las empresas no son legales, es decir, no cumplen con los requerimientos ambientales para desarrollar la producción, lo cual les implica restricciones a la hora de ampliar sus empresas  ya que no existe un horario formal de trabajo.

“En este momento solo hay dos curtiembres que cuentan con el permiso de vertimientos, el resto están en trámite, pero ha sido por inconvenientes de los mismos trabajadores, debido a que presentan información incompleta y poco sustentada”, afirmó Mabel Rubio, encargada de los procesos legales de vertimientos de las curtiembres en la CAR.

Por otro lado, Juan Carlos Calderón, miembro de la Asociación de Curtidores declara que: “No es que el curtidor no quiera cumplir, lo que pasa es que muchas veces con las herramientas que tenemos a nuestro alcance no podemos. La CAR en su buena intención de proteger el rio sacó una norma muy complicada, donde los parámetros son  difíciles de cumplir. Desde el año 2004, muchos hemos invertido en tratamientos y producción más limpia e igual nunca nos han dado el permiso, estamos en iguales condiciones con los que jamás han invertido  “ni un costal” para este proceso”.

¿Cómo han procedido según el fallo?

El fallo del Consejo de Estado estableció que durante el tiempo que demore la reubicación de las curtiembres se debe hacer un acompañamiento técnico, jurídico y ambiental para garantizar la permanencia del sector.

Carlos Enrique Aya, encargado de la gestión del departamento con el sector de las curtiembres en los municipios de Villapinzón y Chocontá, dice que una de las iniciativas que ya se ha hecho para garantizar ese acompañamiento que el fallo establece, en un convenio con la Universidad Nacional y con el Centro de Investigaciones para el Desarrollo,  fue la realización de un censo entre los curtidores que permitió hacer un mayor acercamiento a esta población.

“El departamento busca garantizar la legalización ambiental de por lo menos 20 curtiembres, de las 110 que todavía existen. ¿Cuáles se van a legalizar? Las que están más cerca de cumplir con los requisitos que establecen las distintas normas ambientales, como la del permiso de vertimientos (parámetros bioquímicos que están establecidos)”afirma Aya.

“Muchos de los curtidores hoy tienen procesos ante la Fiscalía por la actividad curtidora ilegal. Pero, si se lleva a un grupo a la legalidad, garantizamos que el empleo que allí se genera sea formal, no por temporadas, no a las escondidas ni trabajando de noche, lo que producirá mayores ingresos para esas familias que trabajan directamente, como para otros negocios a los que tiene que recurrir el curtidor para atender necesidades básicas. Así se evita un problema de desempleo ya que no van a tener que trabajar por ratos, sino que van a tener su maquinaria al 100% de su capacidad y empezar a buscar nuevos mercados, a mejorar la calidad de sus productos y una mayor sostenibilidad”, concluye Carlos Aya.

Otra de  las propuestas que se están construyendo con la Universidad Nacional y el municipio de Villapinzón, es la creación de un centro tecnológico del cuero.

“Ya se han  comenzado a dar los primeros pasos, con una inversión cercana a los quinientos millones de pesos, y a largo plazo lo que pretendemos montar es un laboratorio de aguas y un laboratorio de desarrollo para la actividad de curtiembres”. Esto mientras por otro lado se va acometiendo las acciones necesarias interinstitucionales para poder aliar el sector privado con el sector público y desarrollar la construcción del parque ecoeficiente de las curtiembres”.

En contexto

Para lograr esta legalización, se requieren de plantas de tratamiento de aguas residuales industriales y además que al interior de la industria, dentro de sus procesos, se mejoren sustancialmente las actividades que desarrollan. A eso se le llama “producción sostenible”, según el fallo: producción más limpia.

Al respecto Aya afirma que “una de las mayores barreras que han tenido los curtidores  es porque generalmente todo lo hacen en una expresión popular llamada “al talento”, que quiere decir que no hay una forma de medición exacta para el uso de químicos fuera del empírico, lo que provoca que utilicen más de lo que se necesitan.  En cada una de las actividades de la producción del cuero, se requiere estar midiendo el pH. Pero, por ejemplo, agregan ácido sulfúrico  sin tener en cuenta el nivel, porque tradicionalmente se ha hecho así, lo que causa mayor grado de contaminación.

Dentro de ese proceso de producción más limpia, se busca implementar el uso de las cintas de pH, para poder garantizar que en cada una de las etapas se está adicionando los químicos en la cantidad necesaria. También que tengan una báscula para pesar el cuero, lo otro es sacudir cada uno de los cueros antes de introducirlo al bombo de pelambre, porque precisamente ahí se reduce unos de los principales contaminantes difíciles de eliminar luego en el proceso de tratamiento que es la sal.

Si se logra que el proceso se haga de esta forma, se garantiza reducir al mínimo la cantidad de químicos utilizados, y también la cantidad de contaminantes mejorando la eficiencia de las plantas de tratamiento; además reduce los costos de tratamiento de agua y puede cumplir con los requisitos impuestos por la norma.

Se tiene planeado que ya una vez instalado el centro tecnológico, llegue el SENA a acreditar la formación empírica que tienen los curtidores, agregando formación teórica que mejore la labor de los trabajadores y que a su vez  le sirva a toda la comunidad curtidora del país para que puedan capacitarse.

La realidad del Ecoparque Industrial es que para llegar allí y que sea fructífero y sostenible, se requieren procesos de concientización, capacitación y preparación previa para darle unas bases a largo plazo que permitan el mejor desarrollo de la calidad de vida y del comercio del sector curtidor.