Congestión tras las rejas: el panorama de hacinamiento en la cárcel para mujeres de Bogotá

Miércoles, 01 Noviembre 2023 11:42
Escrito por

De acuerdo con World Prison Brief, Bogotá es la única ciudad en todo el continente americano donde el sobrecupo en la cárcel de mujeres es superior al experimentado por las cárceles de hombres.

||| ||| |||
995

Amanda Díaz salió de la cárcel un 24 de septiembre de 2023. Había ingresado tras las murallas de El Buen Pastor cinco años atrás por un delito que prefiere ocultar tras el silencio. “Esa cárcel es un cementerio”, repite con la voz perdida cada vez que da un paso más fuera de la instalación penitenciaria para mujeres en Bogotá.

Nos tocaba de a cuatro por un camarote. Yo no me quejo porque por algo estuve tras las rejas, pero siempre me pregunto por qué el gobierno, sabiendo que existe tanta gente amontonada en esa cárcel, no ha hecho nada para ampliar los cupos. 

El Buen Pastor es una caja de cemento y hierro que guarda más pecados de los que puede soportar. Ahí, donde las instalaciones tienen un cupo establecido para 1.246 presos, son 1.875 las mujeres que conviven en estado de hacinamiento. “Cuando no hay ni espacio para dormir, menos hay implementos de aseo necesarios para todas”, sentenció Amanda el mismo día en que dejó la prisión.

Ese es el mayor sufrimiento, que no tuviéramos lo que, como mujeres, sí o sí necesitamos para cumplir nuestras necesidades básicas. Cuando hay cierto número de cupos para presos entonces llega un número establecido de ayudas. Muchas veces me quedé sin productos básicos y la respuesta era, usted sabe que no hay pa’ tanta gente.

La cárcel de mujeres en Bogotá es aquella que presenta un menor rango de capacidad en comparación a sus compañeras La Picota y La Modelo. Según el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC), para agosto del 2023, las instalaciones de El Buen Pastor mostraron un sobrecupo aproximado del 48 por ciento debido a la falta de espacios para ubicar a las mujeres capturadas.

Sin embargo, este no siempre fue el panorama. En concordancia con datos del INPEC, La Modelo era la instalación penitenciaria que presentaba un mayor índice de sobrecupo  carcelario hasta julio de 2018, cuando El Buen Pastor se convirtió, desde ese momento y hasta hoy día, en la cárcel con el porcentaje más alto de hacinamiento en Bogotá.

(Le puede interesar: "El drama de ser adulto mayor y estar preso en las cárceles de Colombia")

De acuerdo con Alejandra Urrutia, abogada especialista en derecho penal de la Universidad Nacional, en Colombia, la capacidad de las instalaciones penitenciarias para mujeres rara vez llega a ampliarse o modificarse pese al aumento de presos.

“A la cárcel de mujeres se le suele prestar menos atención porque la mayoría de personas que delinquen son hombres. Así mismo, las mujeres detenidas en estaciones de policía en Bogotá también son escasas, eso hace que la problemática pase desapercibida”, sentenció Alejandra.

El dilema de los sindicados

Una vez capturada, una persona en Colombia puede presentar dos situaciones jurídicas distintas. La primera es el estado de sindicado; es decir, alguien que se encuentra en proceso de judicialización. Y la segunda situación corresponde al estado de condenado; es decir, una persona que, de acuerdo al fallo de un juez, fue encontrada culpable de algún delito.

Las tasas de cupos carcelarios para sindicados en el mundo son de 600 por cada 100.000 habitantes, mientras que, en Colombia,  por cada 100.000 habitantes existe un aproximado de 3.000 personas que se encuentran hacinadas en estos espacios. Así lo demostró un informe presentado por la Cruz Roja en el año 2021.

Por su parte, para la abogada Alejandra Urrutia, el sistema carcelario presenta dos graves fallas en torno a la reubicación de los capturados y sindicados. “Bogotá tiene dos problemáticas cuando se habla de hacinamiento de personas detenidas y privadas de la libertad. La primera es aquella que presentan las cárceles manejadas por el INPEC como La Picota, La Modelo y el Buen Pastor; las cuales son responsabilidad del gobierno nacional. Y la segunda es aquella que presentan las URIS y Estaciones de policía, las cuales son responsabilidad del Distrito.”

(Lea también: "Violencia obstétrica: un fenómeno invisibilizado en el embarazo")

Según el Ministerio de Justicia, el hacinamiento en las URIS (Unidades de Reacción Inmediata), de Bogotá para agosto de 2023 fue del 304 por ciento, es decir; el número de capturados en estos espacios es dos veces superior al límite de cupos establecidos. Con respecto a las localidades, las cinco Estaciones con mayor sobreocupación son: Usaquén, con un porcentaje de hacinamiento del 1.010 por ciento, Bosa, con 557 por ciento, y Usme, con un porcentaje del 415 por ciento.

“Uno podría decir que lo más grave es el hacinamiento en las cárceles como tal. Pero lo realmente preocupante y la problemática a la cual yo considero, se le debería prestar más atención, es aquella que compete a las URIS y Estaciones de policía”, añadió Alejandra, quien además afirmó que, de no resolverse el problema de sobrecupo en estos espacios, es imposible solucionar lo que pasa en las cárceles como El Buen Pastor.

El boom después de la pandemia

Amanda había ingresado a la cárcel poco antes del confinamiento decretado por la emergencia sanitaria del Covid-19 ocurrida en 2020. Ella relató que los cambios experimentados en el penitenciario antes y después de ese acontecimiento tuvieron un impacto negativo sobre el establecimiento.

“Yo ingresé en 2018, cada mes éramos más mujeres y menos camarotes. Ese aumento de compañeras parecía no tener fin hasta que llegó la pandemia y, entonces, a muchas las enviaron a casa por cárcel o las soltaron”, comentó. “Pero cuando se acabó el confinamiento, el hacinamiento se puso incluso peor; antes sentía el aumento de gente cada mes, después de la pandemia lo sentía cada semana”.

Antes del Covid-19, las cifras de hacinamiento en Bogotá ya venían creciendo considerablemente. Tal como se evidencia en un informe presentado por el INPEC en  2023, desde 2014 existía un sobrecupo que alcanzó su pico más alto en 2019; cuando la capital colombiana experimentó un hacinamiento del 60.3 por ciento. 

Además, según las cifras del mismo INPEC, en lo que va de 2023, el hacinamiento carcelario de Bogotá es de 23,5 por ciento, y hasta la fecha se ha registrado un sobre cupo de 2.402 personas privadas de la libertad. Esto representa un aumento del 30 por ciento con respecto al 2022, año en el cual existía un sobre cupo de 1.708 personas.

Sumado a ello, en los últimos 30 años, las tasas de hacinamiento en Colombia pasaron del 1,7 al 48 por ciento. Así lo demostró un informe presentado en 2022 por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDC).

En ese mismo informe se afirma que 2020 fue el único año en el cual existió un descenso significativo en las cifras. Y, en consecuencia, a partir de 2021 las cárceles y URIS de Bogotá han experimentado un aumento en el porcentaje de hacinamiento mucho mayor al que se venía presentando desde antes de la pandemia.

(No se pierda: "Plataformas de transporte exclusivo para mujeres: ¿solución frente al acoso sexual y violencia de género?")

Este fenómeno no es exclusivo de Bogotá, pues de acuerdo con la principal base de datos mundial sobre asuntos penitenciarios, World Prison Brief (WPB), tras la pandemia, todas las grandes ciudades del continente americano presentaron un aumento drástico en el número de reclusos hacinados dentro de las cárceles. No obstante, según la WPB, Colombia es el único país de la región en donde las cárceles de mujeres muestran un mayor hacinamiento en comparación a las instalaciones designadas para hombres. 

Es difícil saber por qué ocurre está situación con las cárcel de El Buen Pastor, más que todo porque, en general, las mujeres solo representan el 6.6% de los privados de libertad, y la atención que se le presta a su hacinamiento es poca”, explicó Alejandra Urrutia.

Sin embargo, yo considero que existen dos hipótesis para este problema; o las mujeres en la capital están delinquiendo más, o el número de cupos en las instalaciones penitenciarias no se ha modificado pese al aumento poblacional.

En cárceles como El Buen Pastor, las historias se amontonan como tierra. Todas viven del aire reciclado que respiran sus paredes y caminan de boca en boca hasta chocar contra el frío del hierro que las contiene. Para Amanda, el primer suspiro tras dejar la cárcel de mujeres es un recuerdo simple que nunca pretende dejar ir. “Aquí afuera el aire es nuevo”, susurra alejada del hacinamiento mientras prueba nuevamente el sabor a libertad que sus propias faltas le habían hecho olvidar.